Una travesía por Zona Maco

Vida y estilo Calendario 11 feb 2020 Nora Morales

Después de 17 años siendo la meca del arte contemporáneo en México, Zona Maco se ha convertido en el núcleo solarístico en el que el resto de ferias en la semana del arte orbitan, ya sea porque nacieron a partir de ella, o porque nacieron para ir en contra de ella. Sea como sea, es indiscutible que Zona Maco fue la pionera por la que existe esta semana en la Ciudad de México.

Tal vez por este antecedente, es que en Zona Maco es la única feria en la que te puedes perder. Y no metafóricamente, la última media hora que estuve en el lugar sólo daba vueltas en círculos sin entender del todo cómo salir, lo mismo que me sucedió al entrar. Es decir, una travesía llegar y salir, lo cual depende de cuánto seas partidario de perderte para encontrar algo que no esperabas; como mi caso, las oficinas militares detrás del Centro Citibanamex.

Si pudiera describir Zona Maco con una palabra, sería “demasiado”. Es una experiencia similar a la de entrar al Museo Soumaya, o entrar a todas las exposiciones en el MUAC, una explosión de cosas que ver. En cada esquina, recodo y pared, hay una obra, pieza o instalación para admirar.

Esa fue mi primera reacción, sentirme abrumada por la cantidad de información que había en cada lugar donde mi vista se posaba, sumado a caminar con cuidado para no tirar ninguna pieza, sobre todo de las que tienden a explotar porque hieres sus sentimientos, o de empujar a alguien. Nunca sabes si esto causará una reacción en cadena de piezas que no puedes pagar, o una demanda porque resulta ser de una millonaria croata.

Después de que te acostumbras a caminar por ahí, aceptando el bombardeo que conlleva, algo así como estar en Twitter cuando hay Superbowl, es que puedes ir tomándote tu tiempo para recorrer los cientos de espacios en los que las galerías le muestran a un público muy específico lo mejor de sus artistas.

Una de las principales metas, con las que saqué mis mejores habilidades de cartógrafa, era llegar a Zona Maco Foro. Un espacio en el que galerías emergentes podían darse a conocer en la élite del arte contemporáneo. Buscaba observar los contrastes.

Claro que antes de poder llegar a esa pequeña área con una docena de galerías, tuve que pasar por otros miles de espacios, que iban desde los lugares más conocidos del arte contemporáneo en México como kurimanzutto, pasando por anticuarios con muebles y pinturas virreinales, hasta por el área de fotografía.

La paleta de colores de la mayor parte de la feria eran muy similares, a excepción de la extraña fijación por escribir ecuaciones en luces neón, los colores totales como blanco, negro, gris y dorado, eran lo que predominaba. Una armonía sofisticada, que bien podía pasar como una mezcla homogénea, hasta que te acercas y percibes que en los detalles está la esencia de la mayoría de las piezas. Como una pieza conformada por 5x6 cuadros individuales, que de lejos, parecía una fotografía de decenas de casas asentadas en uno de los cerros de Ecatepec (en realidad era Rocinha, Río de Janeiro, Brasil); de cerca, podías ver que cada cuadro era una pintura de acuarela hiperrealista hecha por el artista Radenko Milak.

Claro que los espejos, piezas coloridas e instalaciones móviles eran las que más fotografías en Instagram tuvieron. Tal vez los inversionistas de Zona Maco deberían pensar seriamente en tener instagram spots en Coachella. 

Fuera de bromas, es cierto que la feria también es un lugar que llama a miles a tomarse fotos con las piezas, ya que muchas de las galerías también buscan ese tipo de impacto en redes sociales. En cada lugar dispuesto para ellas, hay al menos una pieza que llama la atención, para que los asistentes que van por la selfie fácil, luego decidan adentrarse al resto de propuestas.

Entre más exploras Maco, cada vez descubres más joyas escondidas entre las piezas impresionantes. Después de las manos empresariales de Yoshua Okón en el booth de la galería Proyectos Monclova, había piezas hechas con tela, de Martín Soto Climent, un trabajo minucioso para lograr que de lejos pareciera pintura sobre un lienzo.

Después de muchas galerías, pude llegar a Zona Maco Foro. Como era de esperar, el contraste era radical, al día siguiente pude compararlo con las propuestas de Material Art Fair. Después de ver piezas preciosistas, con materiales caros, y una mano de obra especialista, en Foro era todo colores y sarcasmo propio del arte contemporáneo emergente.

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Había una galería repleta de sal en cada una de las paredes, collages de gatitos kitsch, cuadros con frases malhabladas, representaciones gigantes de juguetes infantiles, un Disco CD enorme que podía girar… Era como una burla camp a todo lo que había visto antes. Eso sí, con los mismos precios que el resto.

Después de casi dos horas de caminar, perderme, regresar al mismo lugar varias veces, comprar un agua de 60 pesos y dos pines de Mixedmedia.Press (las únicas piezas que me pude permitir), saqué mi mapa para poder encontrar la salida, la cual estaba justo a lado del stand de Mercedes Benz que regalaba ceviche.

A la salida me percaté que la fila para entrar era gigante, Zona Maco en serio es un acontecimiento en la Ciudad de México, a pesar del tiempo que toma llegar allá y el costo del boleto. Y es que esta feria logra conjuntar la compra-venta, con el arte, en un evento que te brinda estatus, casi como el Gran Premio de México o las carreras en el Hipódromo. Sólo que aquí se une con esa aura intelectual de ir a escuchar a una sinfónica internacional en el Palacio de Bellas Artes.

 

Fotografías cortesía de Zona Maco.

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