¿Qué es el arte?, pienso al momento de llegar al Frontón México de la CDMX, lista para presenciar la Feria de Arte Material, y también pienso que quizás esta sea una de las preguntas contemporáneas que más se manifiesta desde la angustia de nuestro contexto y la sublimación de lo que nuestros miedos internos han revelado en una sociedad desesperada y confundida por encontrarse a sí misma.
Sin embargo, por más que los discursos panfletarios y wokes, que nos invaden, insistan en contestarla, lo cierto es que seguimos atrapados en el laberinto que supone la contemporaneidad. Se trata, quizá, del instante y sus trampas de la percepción, ¿cómo dibujar el ahora cuando ya ha pasado y no lo notamos?
Más allá de rescatar el momento, el arte recoge los retazos de un pensamiento colectivo, desde una experiencia individual, para manifestarlo en una pieza. Claramente lo mismo sucede con el arte contemporáneo, pero quizá estamos tan cerca que lo vemos abruptamente, crudo, ¿ridículo? ¿absurdo? Sin el afán de querer emitir juicios precipitados, considero en que si algo también deberíamos reparar en pensar, es en las obras de arte que hoy en día valoramos (incluso hasta sobrevaloramos) y en su momento fueron completamente ridiculizadas y rechazadas.
De cualquier modo, también pienso en el reality que supone cualquier feria, y sobre todo una de arte contemporáneo, en la que la parafernalia del esnobismo y sus miembros se mimetizan con la “excentricidad” que supone un artista y su obra, un circo con criaturas exóticas: ¡pasen a ver a la mujer lobo y al gigante de tres metros! Algo así pero con colecciones de arte que, mientras caminan sobre la cuerda floja, buscan un punto de encuentro entre el significado y trascendencia para que no se resbale con la experiencia del espectador.
En su séptima edición, la Feria de Arte Material, celebró la reunión de diferentes galerías del mundo con diversas piezas artísticas para mostrar, ¿qué dice el arte contemporáneo de nuestro presente? Como en toda feria, las propuestas eran diversas y hasta paralelas en sus composiciones, en esta ocasión fueron 78 galerías de 21 países y 37 ciudades distintas las que se presentaron para que coleccionistas y aficionados al arte de todo el mundo deambularan entre sus pasillos para encarnar la experiencia del arte contemporáneo.
Desde la experimentación más abstracta descrita en una escultura, hasta el clásico cuadro de pintura sobre óleo, pero con un discurso refrescante en cuanto a la forma, el color y la sustancia de la obra en general, la experiencia se convierte en un largo pasillo de puertas para explorar. Habrá puertas que preferimos no haber abierto, como también habrá las que agradeceremos de haber decidido hacerlo.
Sin pretensiones, pero siempre con el riesgo de caer en el mismo círculo viciosos del discurso y sus dobles caras, pienso en cómo la era crítica y ensayística parece haberse convertido en una panfletaria, en la que determinamos que la opinión de cualquiera reconocido por la élite del mundo intelectual y artístico es la única y más sensata verdad. Todo esto llega a mí al ver una instalación en la dos tubos de los residuos de una tubería y un elote petrificado se convierten en una obra de arte. Más allá de lo que una creación y su justificación puedan determinar, lo interesante es el diálogo y la conversación que han creado estas manifestaciones adjetivizadas de “absurdas”.
Es bien sabido que la cercanía de un momento puede impedirnos apreciar el panorama completo de lo que realmente esté sucediendo, vaya ironía del instante y la permanencia de una obra, aunque también es cierto algo que Walter Benjamin ya expresaba en su momento, “¿qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella?”
Durante mi visita a esta feria, presencié una obra sonora, perteneciente de la nueva sección llamada Listening Material curada por Eric Namour. En esta pieza, llamada Catástrofe Ultravioleta para “Sonidero 13”, de Mateo Rodríguez, un grupo de músicos de cuerdas y un baterista, se colocaron en distintos puntos de una sala en la que comenzaron a tocar de manera aleatoria diferentes fragmentos de la pieza. Un diálogo entre el ruido de los visitantes y la música descrita en diferentes espacios. Algo que interiorizo en lo que la música puede significar, entre los sonidos, silencios y la cotidianidad de la inercia por pasarlos por desapercibidos.
Una propuesta en la que el hermético mundo del arte se reencuentra para mostrar el trabajo de diferentes artistas y costearlo al mejor postor. La Feria de Arte Material ha demostrado, una vez más, que el arte contemporáneo se encuentra reinventándose y mutando, según su propio contexto.
¿Qué es el arte? Quizá sea más allá de una expresión por medio de la sensibilidad y crudeza con la que se ve al mundo en el que vivimos, pero definitivamente es una ventana a lo que el pensamiento abstracto resguarda para intentar traducir las preguntas originales y primitivas de nuestra existencia como humanidad, ¿quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? Sin saber, quizá, nunca la respuesta, al menos tendremos el arte y la voluntad de apreciarlo para conectar en la mente de algún artista en la que podamos reflejarnos con su obra.
Imágenes tomadas del Kit de prensa de Feria de Arte Material.