No hace mucho, la humanidad todavía sostenía como imposible que hubiera existido un único continente que se separó violentamente para convertirse en cinco, o que la Tierra no fuera el centro del sistema solar, incluso se pensaba como fantasiosa la posibilidad de que una especie que gobernó durante millones de años el planeta un día desapareciera casi por completo a causa de un meteorito gigante.
También antes se pensaba imposible la idea de la comunicación instantánea, los viajes al espacio y las posibilidades de estar más cerca del turismo espacial y la colonización de Marte. Sin embargo, la ciencia y la vida misma nos han demostrado que lo que inicialmente parece imposible no es más que un hecho científico pronto a establecerse.
“Una y otra vez vemos que el estudio de lo imposible ha abierto perspectivas completamente nuevas y ha desplazado las fronteras de la física y la química, obligando a los científicos a redefinir lo que entendían por imposible”, señala sabiamente el divulgador científico Michio Kaku.
Es decir, quizá sea más sabio mirar a los imposibles como el punto de partida para descubrir cómo llegar a hacerlo posible. Al menos la ciencia lo ha demostrado así y en ese sentido la ciencia ficción también aparece para recordarnos que tanto escritores como científicos, han caminado a la par para representar lo imposible en la pantalla.
Hablando específicamente de la ciencia ficción y dejando de un lado la fantasía, que nada tiene que ver con la ciencia, pensemos en cómo la literatura y la rama científica han creado un universo de “imposibles” que el tiempo nos ha demostrado reales. Mientras películas o historias hablaban de los viajes espaciales y guerras galácticas, la ciencia posibilitó los viajes (dejando de lado las guerras y la vida extraterrestre).
De hecho, existe una lista de películas certificadas por la NASA, ya que se acercan fielmente a teorías científicas. Y es que más que hablar sobre el futuro, la ciencia ficción devela la narrativa actual desde ejes tecnológicos y sociales en los que nos estamos situando. Es más como una metáfora, antes que una proyección futura.
En este sentido, La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés), ha estipulado una serie de títulos cinematográficos que se han dado en el clavo desde el punto de vista científico. Es decir, algunos de estos títulos nos muestran, desde la ficción, lo que en algunos años no muy lejanos podremos ver en los titulares de noticias reales.
¿En qué momento la NASA se interesó en comprobar sus teorías desde la ficción? Quizá no se trata precisamente de esto o de buscar una forma de hacerse verosímil. Sin embargo, es imprescindible que la ciencia ficción esté en constante diálogo con la ciencia pura y viceversa.
Por eso es intrigante ver cómo los siguientes títulos fueron seleccionados por una de las instituciones espaciales más serias del mundo.
Jurassic Park, de Steven Spielberg (1993)
Uno hubiera pensado casi cualquier título antes que este, y es que en definitiva sorprende, pero la NASA tiene sus razones.
La decisión de colocarla en esta lista radica en la premisa de recrear a los dinosaurios utilizando un poco de ADN fosilizado. Si bien, todavía no es algo científicamente comprobable al cien por ciento, la NASA no lo ve como una locura ni como algo descabellado, sino más bien como una posibilidad que, y esto en tono conspiracionista, quizá hasta ya comprobaron. A estas alturas esa idea tampoco suena radicalizada.
Apollo 13, de Ron Howard (1995)
Se trata de una de las películas más realistas sobre lo que sucede en un viaje espacial. Incluso, Emily Nelson, directora de vuelo del Centro Control de Misión de la NASA ha asegurado que esta cinta nos ayuda a explicar mejor su trabajo.
Gattaca, de Andre Niccol (1997)
La película protagonizada por Ethan Hawke, Uma Thurman y Jude Law es una bastante acertada científicamente. En esta cinta se habla sobre un futuro en el que la ingenieria genética le da a los padres la posibilidad de tener hijos perfectos, seleccionando el sexo y teniendo la posibilidad de elimianr los defectos y enfermedades que puedan tener.
WALL-E, de Andrew Stanton (2008)
Se trata de una ficción que no ha sido únicamente respaldada por la NASA, sino también por la Escuela de Medicina en Psiquiatría de Harvard, al respecto, el director de esta, Steven Schlozman, habló sobre la producción como un acierto en el adelanto de nuestro tiempo, afirmando que “sostiene espejos para la conceptualización del yo, ya que nos enfrenta ante una posible versión de nosotros mismos que podría no gustarnos, como una grave crisis ambiental”.
Gravity, de Alfonso Cuarón (2013)
Aunque logró engañar a muchos, esta película no fue filmada en el espacio, pero definitivamente logró hacernos sentir como que sí. Tori Wills, analista de escudos térmicos de la NASA dijo que “todo lo que podía salir mal salió terriblemente mal (en la película) y esa no es exactamente la sensación que queremos que todo el mundo tenga sobre esta industria”.
The Martian, de Ridley Scott (2015)
La película protagonizada por Matt Damon, y nominada a siete premios Oscar, sigue la historia de un astronauta que es olvidado accidentalmente en la superficie de Marte, después de una evacuación de emergencia.
Aunque no todo lo que pasa es completamente realista, la NASA dice que muestra de forma veraz las complicaciones de los astronautas para cumplir misiones y como un nimio error puede ser el producto de un magno desastre.
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