Entrevista exclusiva con el director y guionista de la cinta
Una película animada de aventuras, imaginación y fantasía, abre la ventana hacia un universo de posibilidades. Un disfraz para Nicolás teje una historia en la que el respeto y el amor serán la base narrativa para contar una historia dirigida a niños y adultos, sobre el onírico mundo que despierta cuando cerramos los ojos y los monstruos debajo de la cama.
Eduardo Rivero, como director, y Mike Uriegas, como guionista y productor, unen visiones y talento para contar la historia de Nicolás. A quien su madre, cada año, para celebrar su cumpleaños le hacía un disfraz. Hasta que un día, sin más, la madre ya no está y Nicolás debe ir a vivir con sus abuelos y su primo David, quien de inicio no se lleva bien con Nico y además sufre pesadillas. Para esto, Nicolás aún conserva todos los disfraces que le hizo su madre en su baúl, y con ayuda de ellos se emprende en una aventura para rescatar a su primo David de sus pesadillas.
Basándose en el libro para niños Pablo y su baúl, escrito por Jaime Mijares, Eduardo y Mike deciden darle un giro a una historia de niños y aventuras, hacia una perspectiva incluyente. Entre los distintos aciertos que logra la cinta, está el de nunca abordar directamente el hecho de que Nicolás es un niño con Síndrome de Down. Es hasta el final, si te quedas en los créditos, que lo descubres.
Sin embargo, no se trata de un spoiler, precisamente. Pues la historia en general busca crear una historia común sobre el miedo, la ternura y la inocencia en un mundo de aventuras en la que cualquier niño, sin importar nada, pueda verse reflejado hacia los rincones inhóspitos de su imaginación.
“En ningún momento de la película quisimos que se mencionara que el niño tiene Síndrome de Down, o que es un niño ‘especial’ y que hay que tenerle ‘paciencia’ o algo así. Fue nuestra manera en la que le apostamos a dar este mensaje de inclusión. Únicamente cuando ves los créditos, y el material detrás de cámaras, te das cuenta que el niño que le da la voz es un niño con Síndrome de Down. Es la manera en la que apostamos a dar el mensaje, todo el tiempo lo ves como un niño normal, porque en realidad eso es lo que es”, comentó Mike Uriegas, guionista y productor de la cinta, en entrevista exclusiva con nuestro equipo.
Francisco Fernández, un niño con Síndrome de Down, de entonces 10 años, le dio voz a Nicolás. Lo cual consolidó la narrativa de manera natural, en la que la ficción se hermanó hacia la transparencia de contar una historia honesta y de calidad.
Además, Fran no tenía ninguna experiencia sobre actuación o doblaje, “las emociones no se pueden fingir, y él es algo que logró de una manera increíble. Logró capturar la emoción, la intención, el contexto de cada escena y pudo llevarlo a la pantalla”, agregó Eduardo Rivero, director de la película.
“Nunca fuimos obvios en decir esto se trata de un niño con Síndrome de Down. Simplemente tú, al momento de ver la película, lo escuchas hablar distinto. Nicolás habla de una manera realmente peculiar, pero no te preguntas realmente por qué. Al momento de contar una historia, lo primero que haces es tratar de utilizar el lenguaje universal. Nosotros lo tratamos de hacer utilizando el Síndrome de Down como el vehículo para hacer llegar ese mensaje. Pero en realidad, el mensaje del respeto, la inclusión y el amor, podemos aprenderlo todos en cualquier momento, tanto niños como adultos”, subrayó Eduardo Rivero.
“Es una historia llevadera, alegre y cómica, con la que esperamos que a las familias y a los niños les llegue este mensaje: el amor rompe todas las barreras, y el de la inclusión, para tener una sociedad más empática”, dijo Mike.
La producción de la cinta estuvo bajo el cargo de Fotosíntesis Media, una productora dedicada al servicio de la sociedad a través del cine. Tanto Mike como Eduardo, ya habían trabajado en conjunto con la misma casa productora, en la cinta El ángel en el reloj, una historia de una niña con cáncer, en la que trabajaron con asociaciones civiles de la mano. En esta ocasión volvieron a trabajar de manera similar, pero esta vez con Special Olympics.
“Nunca se es demasiado joven para empezar a entender estos temas. Entre más rápido derribemos esas barreras, que nosotros como adultos nos creamos, es mucho mejor para crear una sociedad más inclusiva”, destacó Eduardo Rivero.
Dentro del mundo de la animación y su evolución, queda claro que la audiencia también ha dado un giro importante en cuanto a sus exigencias y formas de consumo. Sobre todo si pensamos en el público infantil y las nuevas tecnologías y plataformas para ver materiales.
Además, si pensamos en cómo han cambiado las formas pedagógicas sobre cómo acercarse a los niños, es lógico pensar que las narrativas también han tenido que ajustarse a estas nuevas perspectivas y visiones sobre los públicos más pequeños, pero no por eso menos importantes. Al respecto, Mike Uriegas y Eduardo nos comparten su visión y la forma en la que adaptaron su proceso de trabajo para la realización de Un disfraz para Nicolás.
“Si comparamos diez años a la fecha, la cantidad de contenidos que se consumen en general ha crecido de manera exponencial, pero los contenidos infantiles más, y más en animación. Porque luego no se requiere de una gran calidad técnica, para generarlos. Sobre todo si pensamos en contenidos cortos, como son el caso de las series que hay en Youtube y otras plataformas. Es decir, hay muchísimos formatos, y ahora más por los dispositivos móviles como tablets, teléfonos y todos los aparatos que los niños tienen a la mano”.
“Entonces sí se vuelve un reto cómo destacar, dentro de todo ese mar de contenidos que los niños tienen a la mano, y que te ponen el mismo nivel que todo, tanto de una película estadounidense, como de una China y lo que sea. Incluso las calidades y de cualquier nivel, te ponen ahí, los niños te van a ver o le van a dar swipe a lo tuyo como a lo que sigue. Entonces, yo creo que la experiencia es lo que nos va a distinguir. Además, para atacar un mercado así, la clave es la autenticidad. Tener una manera auténtica de contar una historia, con un propósito más allá de sólo entretener. Sentimos que sólo eso, de alguna manera, a la larga, va a dar frutos”, compartió Uriegas.
En cuanto al director, Eduardo Rivero, comentó que “David, el primo de Nicolás, tenía justo la edad de mi hijo cuando empezamos la película. Entonces, percibes que hay un interés distinto de los niños, por las fuentes de entretenimiento que tienen. Luego a veces uno comete el error, al hacer contenido para niños, de tener una idea de cómo son pero sin conocerlos realmente. Puedo decir que, muchos en el equipo tenemos hijos y muchas de esas características, las tiene el personaje de David”. Rivero destacó la importancia de reconocer los intereses y lo que le llama la atención a los niños, según sus edades, para apegarse a una narrativa más fidedigna y honesta.
Igualmente, comparó las cintas de animación estadounidenses, o de las grandes productoras a nivel internacional, y destacó que los niños son un público exigente, pero no por eso difícil. Es decir, Un disfraz para Nicolás se centró en contar una historia de manera auténtica, utilizando gráficos de calidad, y todo un trabajo importante, y sobre todo honesto .
“Creo que los niños siempre le dan oportunidad a lo que tienen adelante. No empiezan a ver que no tienen. La respuesta ha sido muy positiva por parte de ellos, porque haber implementado la experiencia con los niños en nuestras vidas, están integradas en la película”, agregó.
En definitiva, el cine mexicano animado ha dado un importante paso sobre en el escenario mundial. Un disfraz para Nicolás, sin duda, es una cinta que rompe más allá de todos los estigmas que rodean su narrativa, pues arrasa con las mismas posibilidades creativas y cinematográficas que nuestro país se ha tropezado a lo largo de los años.
Un cine para niños, con la visión de un mundo incluyente sin la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos, ni mucho menos, y con todo el talento detrás de un equipo profesional sobre animación y perspectiva hacia los derechos humanos, hacen que se trate de una cinta auténtica y honesta, y sobre todo divertida y conmovedora. Aprender del respeto, el amor y la reconciliación con nuestras pesadillas, es la clave para que nunca dejemos de ser niños.
Podremos disfrutar de la cinta el próximo 14 de agosto en cines, y autocinemas.
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