Mientras la ciencia ficción nos dibuja escenarios idílicos, en los que la tecnología nos ayuda a simplificar cada vez más nuestras vidas, eso sin mencionar el lado B en el que la distopía y los calabozos apocalípticos nos persiguen en diferentes versiones, nuestro ímpetu por alcanzar y materializar dichos escenarios nos ha llevado a hacer realidad e incluso a superar a la ficción misma. 

Para bien o para mal, nuestro desarrollo tecnológico ha alcanzado niveles nunca antes pensados que nos ha llevado a realizar las travesías más alocadas. Mientras el turismo espacial parecía algo exclusivo de la televisión y sus ficciones, ahora Jeff Bezos lo ha hecho realidad. Hablamos de Blue Origin, su proyecto espacial en el que entre otras cosas, el turismo al espacio es uno de  sus ejes principales. 

Hoy en día ya se está haciendo palpable la idea de hacer llegar al ser humano a Marte. Lo que ayer solo estaba en las páginas de grandes escritores, ahora está en los planes reales de los multimillonarios y científicos locos que sueñan con ir más allá de la Luna. 

El mundo es de los soñadores, lo que pensamos como imposible es más un reto y una oportunidad que un tajante “no”. La ciencia todos los días se enfrenta a lo imposible, mientras que era común pensar que viajar a la Luna era inalcanzable, los científicos lo hicieron posible. 

Más allá del espacio, nuestro cielo

Muchos pensamos en el espacio cuando nos referimos a la ciencia ficción y los significativos avances que hemos tenido como sociedad. Sin embargo, ¿qué hay de esos avances en la vida diaria? Más allá de pensar en nuestros dispositivos móviles y los gadgets que facilitan día con día nuestras vidas, pensemos en algo: ¿cómo es que estamos a punto de viajar a Marte, pero si queremos ir a Europa todavía tenemos que pensar en un viaje de largas horas?

Si tanto hemos avanzado como para considerar empezar a colonizar otro planeta, por qué no hemos pensado en hacer aviones más rápidos. Si ya existen trenes bala, ¿por qué no un avión? 

Bueno esto ya lo pensó una startup estadounidense y quiere que vueles de Nueva York a Londres en tan sólo 90 minutos antes de 2030. En promedio, un vuelo actual de esa distancia tarda alrededor de una media de 6 o 7 horas, por lo que el interés en torno a los viajes supersónicos se está haciendo cada vez más claro y prioritario, por lo que ya se están desarrollando varios aviones superrápidos. 

Se trata de Hermeus, una startup del país vecino que tiene como objetivo desarrollar esta clase de aviones y ya están probando un nuevo tipo de  motor que, de acuerdo con ellos, será capaz de alcanzar Mach 5, es decir, más de 4 mil 800 kilómetros por hora. 

Este motor está diseñado para una pequeña aeronave hipersónica no tripulada que la compañía estadounidense está creando actualmente para las Fuerzas Aéreas. Asimismo, será un híbrido de dos tecnologías tradicionales: un turborreactor, parecido al de los aviones, y un scramjet, una clase de motor que únicamente funciona a velocidades supersónicas. 

La idea es que esto después se trasladé a un avión con capacidad de llevar pasajeros, aunque primeramente se trataría de una nave mucho más pequeña que las convencionales de las líneas comerciales. Hermeus calcula que estas aeronaves tendrían capacidad para al menos 20 pasajeros. Entre las preguntas que se hacen, también se cuestionan sobre los precios y cuánto estaría la gente dispuesta a pagar por estos viajes. 

Del vértigo y otros miedos que no cuentan en la ciencia ficción

Uno imagina estos viajes de manera superficial y piensa, claro, así podría ir a Europa el fin de semana. Sin embargo, ¿te imaginas la sensación física de volar a una velocidad supersónica? AJ Piplica, director general de Hermeus, cuenta que los pasajeros se sentirían empujados hacia atrás en el asiento durante unos 30 segundos o un minuto más o menos, con apenas despegar. 

Después de 10 o 12 minutos, y una vez que se alcance la velocidad prometida de los Mach 5, el viaje ya será uno completamente suave. 

Se estima que la autonomía del avión sería de unos 7 mil 400 kilómetros, lo que es suficiente para rutas transatlánticas como la de Nueva York a París, pero no para rutas transpacíficas como la de Los Ángeles a Tokio, en estos casos se requeriría escala.

Además, existe una normativa sobre el ruido, por lo que este avión únicamente podría utilizarse para atravesar océanos, ya que rompe la barrera del sonido y esto significa un fuerte estruendo. 

Un nuevo récord a punto de desbloquearse 

Este avión batería el récord actual del avión comercial más rápido por una enorme diferencia. Por ahora, la velocidad más rápida que se ha alcanzado en un avión con motor es de 9,6 Mach (11 mil km/h), un récord que se estableció en 2004 por el X-43A de la NASA, un avión no tripulado que medía unos 3,6 metros. 

Sin embargo, este vuelo duró únicamente unos segundos y el récord de vuelo sostenido más largo por encima de Mach 5 le pertenece al Boeing X-51, un avión experimental que no estaba tripulado y que voló en 2013 durante 3 minutos a Mach 5,1 (5 mil 470 km/h).

Mientras tanto, el actual récord de un avión tripulado con humanos a bordo, le pertenece al X-15, una especie de cohete con asiento que se lanzó en 1967 y alcanzó los 7 mil 275 kilómetros por hora. Por otra parte, también podríamos mencionar al SR-71 Blackbird, un avión espía militar que voló en 1976 a una velocidad de  Mach 3,3, pero a este también se le puede considerar más como un cohete que un avión en sí. 

No cabe duda que si lo consiguen, Hermeus repuntará en el mundo tecnológico y revolucionará por completo nuestra forma de viajar. Sin embargo, por ahora también es importante señalar que hay cosas que todavía no están pensando, como el tipo de combustible sostenible que deberán utilizar y las temperaturas extremas que debe soportar el fuselaje de un avión hipersónico. 

Más allá de todo, queremos llegar tanto a Marte como poder viajar en tiempos reducidos al otro lado del mundo, y si es verdad que la realidad supera la ficción, estamos ansioso por ver cómo Hermeus nos ofrece un escenario en el que nuestra civilización va cada vez más allá de las fantasías imaginadas. 

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