Hubo un antes y un después de Billie Eilish. Sí, responde a un contexto y sin exponentes como Lorde y Lana del Rey, nadie podría concebir canciones pop que no fueran himnos para disfrutar. La tristeza cotidiana se coló entre los escuchas casuales, y aunque a la par del despegue de Eilish estuvo la felicidad del reggaetón, decenas de propuestas llenas de susurros y mezcla de géneros explotó en todos lados.
Pronto Soundcloud y Spotify se llenaron de adolescentes cantando sus problemas, como un revival del grunge pero en 2019, no había guitarras o baterías, sino bajos potentes y los susurros. Daba igual la presentación, la música de los más jóvenes se llenó de una revalorización de sus emociones frente a los adultos que no los tomaban en serio.
Billie Eilish dio el primer paso que volvió los traumas universales de la adolescencia en fantasías musicales con arreglos detallados, en el que se enterraban amigos, dormías en coches fúnebres y escuchabas las sirenas después de una despedida.
Lo que sucede cada generación, pero esta vez fue comandado por Billie Eilish y su hermano FINNEAS, quienes después de lanzar al mundo When We All Fall Asleep, Where Do We Go? y arrasar en los Grammy 2020, han tenido una insana atención pública. Sobre todo Billie, quien terminó de vivir su adolescencia con el ojo del público escudriñando cada rincón.
No es arriesgado decir que Happier Than Ever es el álbum pop más esperado de 2021, y cuando Estados Unidos está en un mejor lugar en la pandemia, Eilish cumplió su promesa, su nuevo trabajo llegaría cuando pudieran salir a bailar.
Pero Happier Than Ever no es precisamente un álbum dance, a excepción de un par de canciones, por el contrario, es un álbum que decide aceptar su realidad: Billie Eilish ya no puede fingir que vive la misma vida que sus fans.
Por el contrario, este segundo álbum es una exploración profunda y de primera mano sobre el estrellato, las amenazas que abundan en redes sociales, o los acuerdos legales de confidencialidad antes de que un chico lindo deje su casa.
Con un tono general notablemente más sombrío, Eilish acepta la realidad, la fama se ha metido en cada rincón de su vida, y es posible que no haya forma de que eso cambie.
Con un cambio incluso de imagen, Eilish decide hablar de la coerción sexual en “Your Power” y “Getting Older”, un poco más explícita en la primera que en la segunda. A pesar de que la escuchamos hablar de abusos que ha sufrido, el tema principal continúa siendo la fama y el impacto que ha tenido en su vida.
Los acosadores acechan, las relaciones se arruinan, la privacidad es invadida, la incapacidad de apagar la opinión pública en cada aspecto de su vida personal, logrando mermar su salud mental. La fama incluso se filtra en las canciones de amor del álbum: en la canción principal, “Happier Than Ever”, Eilish se pregunta si su amante ha leído sus entrevistas y entra en pánico por revelar tanto en Internet, mientras que en “My Future” lucha por sopesar un romance con el progreso de su carrera.
Sin duda, no eran bromas o exageraciones cuando Eilish a inicios de año habló de lo mucho que mejoró en la composición gracias a la pandemia. Le permitió el silencio y la tranquilidad que no había podido tener desde hace un par de años. Así, aunque toma un tema tan cliché en algunos artistas, en ella se vuelve conmovedor, crea un puente de empatía que no es para despreciar.
Mientras tanto, la plantilla sonora creada en conjunto con su hermano mayor, es muy similar a la anterior, pero sin caer en los mismos trucos. Según los expertos:
“[Las] voces que se desvían entre susurros a cantar con inflexión de jazz, pero nunca pierden el sentido de intimidad; la electrónica evidentemente mezclada para ser escuchada con auriculares; el sombreado ocasional de guitarra o piano: su sonido se siente más tenue, menos llamativo. Hay muchos toques de producción inteligentes: el respaldo de “Goldwing” loops es una intro a capella, una especie de lectura exuberante, de múltiples pistas y fácil de escuchar de un verso del texto hindú del Rig Veda, de una manera que recuerda una falla en la conexión de banda ancha.”
De igual manera, aunque hay temas y sonidos similares, simplemente se alejan sin mirar atrás en varios tracks, algunos bien llevados, otros bastante descartables:
“La autoexplicativa “Billie Bossa Nova” se siente como un pastiche de broma, pero el pulso techno de “Oxytocin”, con ráfagas de sintetizador atonal y vocal que más o menos prescinde de la melodía es realmente apasionante. Pero lo más cercano a la exhibición de fuegos artificiales sónicos es “Happier Than Ever”, que gradualmente se construye desde una balada acústica de baja fidelidad amortiguada hasta un final épico, voces de múltiples pistas sobre baterías y guitarras empapadas de distorsión digital, la vuelve que es desconcertante y alienante en lugar de cálida y familiar.”
No existen mejores segundas partes, pero el hecho de que sea un álbum más discreto que el debut, simplemente no debería de empañar la calidad sonora de Happier Than Ever. Tal vez no tenga el próximo “Bad Guy” dentro, pero es un camino de largo plazo que se debe de escuchar completo, con audífonos y dejando que Eilish te lleve sonoramente por la frustración de que no hay vuelta atrás: está aquí para quedarse.
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