¿Quién dijo que el Día del Niño era únicamente para los más pequeños? Ok, en realidad este día se conmemoran los derechos de quienes aún se mantienen en la infancia. Así es, por decreto este día le pertenece a ellos. Sin embargo, nosotros también podemos celebrar la parte en el que nuestro niño interno sigue resonando aún en nuestra vida adulta.
Es decir, no es difícil echar un vistazo a nuestro comportamiento o hábitos cotidianos, para darnos cuenta cuando nuestra infancia se asoma por la ventana, o cuando incluso hasta sale por la puerta principal. Piensa en esas veces que alguien dice un comentario completamente serio, pero tu cabeza infantil de doce años muere por reírse, incluso cuando sabe que es algo completamente absurdo. O también piensa en cuando estás comiendo y no tienes una servilleta a la mano, ¿verdad que también te limpiaste con tu ropa o el tapiz del sillón?
Para ponerlo en un ejemplo mucho más amplio, también confiésalo, eres ese adulto que le sigue gustando ver películas animadas, incluso cuando ya sabemos que no todas son precisa y únicamente para niños, hay veces que nuestro cerebro busca regresar a la calma de los días blancos a través de una buena caricatura que gozamos en la infancia.
Así que sí, el 30 de abril también se vale celebrarlo a nuestra manera y para nuestro niño interno, aquel que honestamente es mejor no dejar morir. Es decir, una vez que nuestro niño interno desaparezca, es casi seguro que los colores chillantes, los días soleados y todas esas nimiedades que siguen asombrándonos, también lo hagan junto con él. Porque si nos dejamos abrazar por el velo de la coherencia y adultez, es casi seguro que todo pierda sentido y color.
Para esto puedes celebrarlo de diversas formas, y para hacerlo más interesante y divertido, ahora que estamos en confinamiento, también se vale ser creativos sin necesidad de extrañar el exterior.
Puedes empezar con un maratón de caricaturas. Piensa en tu caricatura de la infancia, seguramente la encontrarás en Youtube, ponle play y ponte en mood nostálgico con aquellos chistes en doble sentido que claramente hasta ahora puedes entender.
También puedes llamar a tus padres y conversar acerca de tu infancia. Dar un pequeño paseo hacia el parque de la nostalgia y recordar aquellas travesuras que hacías de pequeño. Otra increíble idea es leer libros infantiles, tu libro favorito de cuando recién empezabas a leer. Para completarlo, puedes recurrir a aquellos juegos de mesa que tanto jugabas en tu infancia, e intentar enloquecer nuevamente con comprar todos los países, o ser el más flexible para el twister.
Para cerrarlo de la mejor manera, puedes dormir temprano, tal cual te obligaban a hacerlo tus padres, beberte un vaso de leche tibia (o té si eres intolerante a la lactosa, digo, está bien recordar la infancia pero siempre hacerlo con conciencia del vehículo pasado de moda con el que nos enfrentamos) un par de galletas y dormir, tal cual lo hacíamos años atrás, cuando nada nos pesaba y el mañana siempre era un nuevo descubrimiento por resolver.