Son las ocho de la mañana, el despertador suena y pides cinco minutos más. Está bien, esto lo repetiste un par de veces más, el reloj marca las 8:15 am, por fin despiertas. Te despegas de las sábanas, te levantas al baño, vas por un vaso de agua, tomas tu computadora y regresas a la cama. La jornada laboral ha iniciado. 

Al contrario de lo que muchos pueden pensar o imaginar, el home office (trabajo en casa) cada quien lo vive de manera distinta, y según lo ocupes puede beneficiarte mucho, como también puede perjudicarte en escala. Está bien, cada quién tiene una rutina distinta, cada quién se adapta a esta modalidad según su personalidad. Sin embargo, lo que sí es cierto es que, a veces cuesta mucho trabajo tomar una rutina que no nos haga caer en el abismo de las horas muertas en las que las distracciones son la batalla campal de los días.

La modalidad millennial de trabajar a distancia ha generado una pila de trabajos diversos que se han acoplado a estas “nuevas oficinas” en la comodidad de tu casa. El home office es bastante engañoso en realidad, pero depende de ti y tu buena organización para sacarle provecho y rendir más durante el día sin agotarte de más en el intento. 

Este sistema de trabajo tiene más de una década en países como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, pero es apenas que comienza a incorporarse a la vida laboral de los mexicanos. Al pensar en este concepto es fácil suponer que se tendrá mucho tiempo libre y por ende tendrás espacio para hacer más cosas durante el día. La trampa en esto es que en que no determinamos horarios o somos muy laxos a la hora de empezar algo, y al contrario de convertirse en algo beneficioso, se convierte en algo vicioso. 

En casa tenemos todas las comodidades, nos ahorramos el tiempo que lleva trasladarse de un lugar a otro, nos ahorramos el coraje provocado ya sea por el tráfico o el transporte público, no gastamos en comida de restaurantes, no tenemos que soportar a los compañeros con comentarios adolescentes en la oficina, si tenemos hambre solo vamos al refri y listo. 

Bien, el idilio del trabajo en casa ha roto los esquemas laborales en los que la precariedad oprimía al empleado, ¿verdad?, ¿estás seguro? Piénsalo un poco, esto sólo podría ser cierto si se tuviera una cultura sobre el trabajo en casa y el respeto a los derechos laborales esenciales, pero lamentablemente no siempre es así. El trabajo en oficina concreta una estructura en cuanto al horario, llegas a determinada hora, tienes tu respectiva hora de alimentos y cuando llega la hora de la salida, listo, apagas la computadora y dejas el trabajo en la oficina. 

¿El trabajo en casa realmente te permite apagar la computadora y dejar a un lado el trabajo? La verdad es que sí, pero todo depende de cómo lo organices. Si ya has pasado por esto o estás empezando a vivirlo, te puedo apostar a que, al menos en un inicio, el trabajo ni siquiera se acabe. Esto porque las distracciones han dominado, más de una vez, tu instinto y postergas lo que tienes que hacer durante el día, respecto a la jornada laboral. Aquí va una serie de consejos para que mejores tu desempeño y aproveches mejor tu tiempo. 

Establece horarios

Simular que estás en un horario de trabajo “estricto”, hará que te dispongas en tiempo y espacio para realizar tus actividades laborales correspondientes. Esto dependerá de la clase de trabajo que sea, pero delimitar tus horarios es importante. Tienes que poner una hora en la que debes apagar todo y no más trabajo, eso también contribuirá con tu salud física y mental. 

Si tu trabajo lo permite, puedes crear un espacio que te permita hacer otras actividades durante el día. Dedicar dos horas sin parar al trabajo, una hora a cocinar, salir a pasear a tu mascota, ir por un helado, o simplemente descansar un rato. Después volver al trabajo, y dedicar otras dos horas continuas. O saltear estos horarios según puedas ajustarlo, ir dos horas al gimnasio o a tu clase de yoga, o lo que sea, regresar al trabajo, y así. Puedes distribuirlo o hacerlo de manera continua, con sus respectivas pausas para un mejor desempeño. 

Genera un espacio propicio

Una de las imágenes que se viene a nuestras cabezas cuando mencionamos el home office es, casi siempre, la cama. Sin embargo, esta es la peor opción que podríamos elegir tomar. Respetar nuestros espacios de descanso es fundamental para no desorganizarnos a la hora de emprender una jornada laboral. 

Los expertos sugieren ambientar un espacio específico que sea para trabajar, ya sea tu escritorio o comedor. De preferencia, que tengas todos lo necesario para trabajar al alcance: productos de papelería, hojas o libretas en qué anotar, una pluma, lápiz, gomas, etc., ese tipo de material para que no te tengas que estar parando a cada rato que requieras algo de eso. También puedes acudir a un café, biblioteca o espacio distinto en el que puedas trabajar, solo recuerda llevar lo necesario y, ahora sí, a arrancar la jornada. 

¡Concéntrate!

La concentración en realidad no es muy difícil de lograr, solo falta ser austeros, en cuanto a disponibilidad de materiales mientras trabajamos. Por ejemplo, si vas a empezar a trabajar, a menos que tu trabajo lo requiera, desconéctate de todas las redes sociales. Ahorita no es tiempo para ver memes, compartir stickers ni mucho menos para ligar en las aplicaciones de citas. Eso puedes hacerlo mientras te das tus descansos. 

Descanso de cinco a diez minutos

Llegó el momento del recreo, o el espacio que tenías entre clases cuando estabas en la preparatorio o en la universidad. Date de cinco a diez minutos, no más, para abrir tu Facebook, entretenerte con un juego en tu celular, contestar tus mensajes o simplemente caminar. Los expertos también advierten que estos espacios son meramente necesarios para un mejor desempeño. 

¡Trabaja vestido!

Suena ridículo, lo sé, pero es que algo de lo que amamos, pero no deberíamos, es poder estar en pijama todo el día mientras trabajamos, o en calzones. Sin embargo, los expertos han confirmado que esto no nos ayuda psicológicamente a un buen desempeño laboral. 

Ok, no vas a ponerte un traje y corbata, mucho menos te vas a arreglar muchísimo, pero sí vístete (aunque sea de manera cómoda) con algo que no sea tu pijama. Así le ayudas a tu cerebro a entender que es hora de empezar el día, y no de continuar echando el domingazo entre semana.