Han pasado varios días desde el 20 de marzo, día en el que se estrenó oficialmente Tiger King (Rey Tigre, en latinoamérica), una serie documental de siete capítulos en total creada por Eric Goode y Rebecca Chaiklin, que tiene como centro la vida de Joe Exotic un hombre que posee tigres en cautiverio.
Y que ha llamado tanto la atención, que hasta Cardi B quiere ayudar a liberar a Joe Exotic de la cárcel. Suena como a un buen pie para iniciar una segunda temporada.
Este hombre narcisista y exótico como su propio apodo supone, es el eje central de esta historia que busca retratar la vida y costumbres de los mayores poseedores de felinos salvajes de Estados Unidos, un país donde viven más tigres en cautiverio que en cualquier zona natural del resto del planeta.
Tomando como gancho la resolución de un crimen, Rey Tigre te va enganchando a un mundo surrealista, con personajes que no podríamos apostar que sinceramente existen. Casi como una pesadilla del kitsch más absoluto, nos encontramos con bodas poliamorosas, líderes de sectas encubiertas, videoclips con croma verde y un sentido de la decoración increíblemente malo.
En primera instancia nos presentan a Joe Exotic como un amante de los tigres y junto a su organización desea recoger y exponer al público a todos los tigres que pueda reunir, con el fin de mentalizar a las personas sobre los eventuales peligros a los que están expuestos diariamente.
Aquí el problema es que esos peligros son la forma en el que personas como él consiguen a los animales: un gigantesco tráfico de especies que tiene lugar desde hace años en los Estados Unidos.
Del “otro lado” nos encontramos con Carole Baskin, autodenominada "Madre Teresa de los felinos", es dueña del centro de rescate Big Cat Rescue. Su obsesión por los grandes felinos la llevó a ocupar toda su fortuna en adoptar y cuidar a la mayor cantidad de animales posibles.
No obstante, su lado oscuro sale a flote de inmediato al cuestionarnos de dónde obtuvo todo ese dinero, cuáles son las intenciones reales de su organización y por qué quiere destruir a todos sus adversarios cueste lo que cueste.
Pero esto sólo se muestra como una de las capas narrativas, en el tiempo de duración de la serie documental, nos encontramos con todo tipo de personajes (que cuesta creer) reales, lo que hace del mundo de allá afuera uno bastante extraño.
En general es una serie como pocas, ya que presenta una situación que existe en el mundo, que tal vez no tenga tanta atención como otras, pero que sin duda nos deja con una ceja levantada. Las personas mostradas son humanas, totalmente, y eso es otro de los atractivos de la serie, que sin duda vemos a humanos realizar todas las acciones que se nos presentan.
Un documental como pocos, que ha causado una buena impresión en los críticos y el público, por lo que tal vez no tendremos que esperar mucho para una segunda temporada, de una serie aberrante pero por esto mismo, adictiva.