La pandemia nos hizo mirar a perspectiva la vida. Muchas personas estuvieron a punto de perder a un ser querido, y esto hizo que resignificaran los vínculos; otros perdieron su trabajo y decidieron empezar un nuevo negocio; otros simplemente tuvieron covid-19 y su vida continúo de la misma manera que si no lo hubieran contraído.
La vida es extremadamente rara, y aunque todos tuvimos una perspectiva distinta sobre el mismo hecho, pocas cosas en nuestra historia han sido tan grandes que invariablemente todos estamos involucrados.
Así, dentro de estas frustraciones, miedos y transformaciones que la pandemia propició, The Great Resignation, o en español la Gran Dimisión, es un fenómeno que está haciendo tambalear al sistema económico productivo de primer mundo.
La Gran Dimisión se define como el abandono de puestos de trabajo por parte de millones de personas, mientras el mundo va saliendo de las restricciones impuestas a causa de la covid-19.
Según datos recopilados por El País, sólo en noviembre de 2021, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos estimó que más de cuatro millones de estadounidenses habían dejado sus empleos, poniendo en jaque a las empresas, que a menudo tienen verdaderos problemas a la hora de cubrir las vacantes.
En el continente europeo, Reino Unido y Francia encabezan los países que están sufriendo esta inesperada fuga de fuerza laboral. Los sectores donde los trabajadores viven una situación más precaria, como la restauración, el transporte o la atención sanitaria, han sido los primeros en despoblarse de trabajadores.
Los teóricos suelen estar unos pasos por delante, como los estudios de Anthony Klotz, profesor de Gestión en la Texas A&M University, quien es investigador de la conducta humana se ha centrado en cómo y por qué los trabajadores dejan sus empleos y adónde les conduce su decisión.
En este sentido, el investigador propone que lo común cuando eres empleado es que la empresa ostente el poder. Cuando decides marcharte, el poder regresa a ti, y lo interesante es saber qué hacen con ese poder quienes lo obtienen.
Así pues, ¿qué hacen con este poder? Los trabajadores suelen estar exhaustos emocionalmente por las exigencias del trabajo y sumado a la ansiedad global por la pandemia. Los desertores necesitan imperiosamente una pausa para sí mismos.
Las fases más restrictivas (sobre todo en primer mundo) hicieron que pasaran mucho más tiempo en casa consigo mismos y su familia, hicieron que valoraran de forma distinta el tiempo. Todo se volvió más minimalista, en el que descubrimos los placeres sencillos como cocinar o aprender algo nuevo.
En una frase, la necesidad fundamental de autonomía personal. La pandemia ha permitido darnos cuenta de que necesitan mucho menos para vivir de lo que imaginaban y de que el activo más valioso del que disponemos es el tiempo.
Claro que si todos decidimos dejar nuestro trabajo mañana como consecuencia del burnout, la sociedad colapsaría. Por ello los dos extremos no son viables, y vale la pena recordar las claves que Toni Morrison, premio Nobel de Literatura, nos dió hace años y que parecen hechas para la situación actual.
En 2017, la autora recordaba momentos de gran frustración en sus empleos que le enseñaron tres lecciones perfectas para estos tiempos:
1.- Tú haces el trabajo; no es el trabajo el que te hace a ti
2.- Tu vida real es la que vives con tu familia
3.- No eres el trabajo que haces. Eres la persona que eres
Podríamos resumir estas tres aseveraciones en una muy simple, tú no eres tu trabajo.
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FOTO: Clem Onojeghuo on Unsplash