Se habla mucho de ejercitar el cuerpo, comer sanamente y tener un estilo de vida fitness y saludable. Sin embargo, en todo esto muchas veces olvidamos que para estar completamente saludables también hace falta ejercitar la mente y nuestros pensamientos.
Meditar no es una tendencia nueva, de hecho hace unas cuantas décadas que la filosofía oriental se vino a instalar a nuestra cotidianidad occidental, enseñándonos cómo despejar nuestra mente de las ideas que muchas veces son más una carga o basura, que otra cosa.
Todo radica en la respiración, en el enfoque y la intención. Meditar parece un ejercicio extremo en el que muchos con tan sólo escucharlo echan unos pasos atrás y se escudan en la idea de que jamás podrían hacerlo, que el ruido de sus mentes es mucho, que el silencio no existe en totalidad y demás pretextos que a decir verdad solo eso son, pretextos que caen en lo absurdo.
Sin embargo, es verdad que podría casi tratarse de un deporte extremo, pues el reto está en lograrlo y no es una tarea sencilla, pero sí es verdad que es algo inherente a nuestra propia naturaleza.
En este sentido, replanteemos lo que esta palabra significa. Desde su raíz etimológica, la palabra meditar significa pensar atenta y detenidamente sobre algo. Visto desde el modo más reduccionista y simple, intuimos que esto lo hacemos cada vez que requerimos enfocarnos específicamente a una tarea. Esto nos hace preguntarnos, ¿meditamos todo el tiempo?
Aunque nos gustaría poder decir que sí, no hay que emocionarnos tanto. Podemos concentrarnos, pero seamos honestos, nuestra atención se dispersa muy rápido, por lo que esta práctica se vuelve cada vez más compleja. Desde un punto de vista más místico y espiritual, el acto de meditar surge en el oriente, específicamente en India, Asia y de ahí se recorre a distintas partes del continente.
Constantemente, si no es que siempre, la palabra meditación la asociamos con un concepto místico religioso, lo cierto es que no todo es así. En esencia, la meditación es una práctica natural que beneficia a tu cuerpo, estado mental y emocional, por lo que su popularización en realidad no es ninguna desventaja, ¿quién no necesita relajarse un poco?
En este sentido, recordamos la importancia que tiene esta práctica y el espacio específico que requiere en nuestro hogar para comenzar a ejercitarnos de esa manera. Sobre todo porque tener un espacio de meditación designado y específico, lo hace más sencillo. Por eso ahora te sugerimos algunos consejos para crear este espacio dentro de tu hogar.
Lugar armonioso o tranquilo
Si bien, ya sabemos que vivimos en una de las ciudades más ruidosas del mundo, es verdad que siempre habrá un espacio más tranquilo y calmo dentro de nuestro hogar que otros. En este sentido, intenta encontrar este espacio en el que puedas concentrarte con mayor facilidad.
Sin tecnología
Ok, quizá es muy exagerado, pero lo que se intenta en este paso es vaciar el espacio de aparatos innecesarios que puedan convertirse en una distracción para el momento en el que estamos entrando en meditación. Una bocina es útil para poner un mantra o algo por el estilo, pero evita entrar con celulares o computadoras que puedan tener notificaciones o alertas que nos distraigan.
Hazlo acogedor
El ambiente acogedor uno lo consigue con detalles que a uno le aparezcan agradables a la vista, aroma y tacto. Intenta pensar en algún aceite o esencia para que el espacio esté aromatizado. Piensa los colores de los muebles o cortinas, algo que te de paz. Igualmente coloca elementos que sean de tu agrado como cuadros o algún elemento decorativo.
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