Imaginar un futuro sin un smartphone parece un tanto imposible, pero tampoco suena tan malo, es decir, ¿no te parece liberador ver un futuro en el que no estemos dependiendo de un dispositivo? Para muchos sonará a película de terror, pero no te alarmes, en realidad las preguntas correctas serían: ¿por cuánto tiempo más estaremos atados a un dispositivo en nuestras manos o bolsillos?, ¿por qué no mejor imaginar un futuro en el que obtengamos los mismos beneficios que nos otorga, hasta ahora, esta tecnología, pero sin la posibilidad de perderla o de que nos la roben?
Quizá el próximo reto que enfrente la tecnología no se trate de un debate entre códigos tecnológicos ni una discusión en los laboratorios, sino, más bien de un desapego entre el consumidor y los objetos. El vicio humano por sentir afecto hacia las cosas nos ha orillado al filo de diversas crisis económicas y, sobre todo, ambientales.
Sin embargo, la tecnología nunca se detiene, mucho menos cuando se trata de una cuestión de ventas. No se va a sentar a que se nos pase este gusto por tener el mundo en nuestras manos, simplemente llegará y nos abrirá el panorama, como siempre hace, para mostrarnos que ahora el mundo estará instalado en nuestro propio cuerpo.
El futuro próximo ya nos habla de diversos cambios en nuestros teléfonos celulares, como el caso de Samsung, la compañía que está llegando al mercado con la supuesta innovación de los dispositivos desplegables, ¿pero es justo llamarle a esto inovación? Por una parte sí y por otra definitivamente no. No, porque es el mismo smartphone capaz de hacer las mismas operaciones que hace un teléfono actual.
Quizá lo que valga la pena de esta tecnología, por parte de la empresa china BOE Technology Group, es la cuestión de los materiales. Estamos hablando de una nueva generación de smartphones libre de pantallazos, se trata de un plástico especial con el grosor de una hoja de papel. ¡No más vidrio! Si se te cae ya no correrás el riesgo de tener que descifrar mensajes entre las grietas de tu pantalla.
¿Nuestro cuerpo como soporte de la comunicación?
Amy Webb, fundadora de Future Today Institute, profesora estratégica en la Universidad de Nueva York y futurista de profesión, es de las pocas especialistas que ha podido darnos una idea clara y realista de lo que podría ser el futuro en cuestiones tecnológicas.
“En los próximos veinte años veremos gafas y auriculares inteligentes y tecnologías potencialmente más avanzadas, como sistemas de proyección de la retina y auriculares que respondan al susurro y al movimiento.”
Amy Webb habla del reemplazo de los teléfonos inteligentes por una constelación de dispositivos que funcionen en conjunto.
Actualmente el mercado de los teléfonos celulares se ha convertido en una fábrica de dinero, y es que tan sólo en 2017 se vendieron 1,457 millones de estos dispositivos en todo el globo terráqueo. Existen más de 5 mil millones de líneas telefónicas móviles, de las cuales el setenta y cinco por ciento se conecta a Internet.
El mundo de ahora está cimentado, en gran parte, por esta industria, y ha representado el 4.6 del PIB mundial y es responsable de generar acerca de treinta millones de empleos directos e indirectos en este sector alrededor del mundo.
¿Cómo es que, lo que parece ser un imperio, será derrocado?
Quizá el verbo correcto sea más bien reemplazado, porque al final, lo que cambiará es que cada día nos ofrecerán más opciones, pero en un formato distinto. No estaremos derrocando nada, simplemente nos estaremos mudando de vía.
“En el espacio de la salud, habrá tatuajes temporales que transmitan datos biométricos de forma inalámbrica y que también puedan administrar medicamentos”, menciona Amy Webb, de acuerdo con una cita de la Revista GQ.
Muchos de estos prometedores avances, que nos hacen pensar en una película de ciencia ficción, se están dando y se desarrollarán gracias al Internet. Poco a poco la tecnología se ajustará a nosotros en vez de nosotros a ella.
El futuro a merced de la ciencia ficción
Más allá de imaginarnos como cyborgs en un futuro, quienes por definición son vida orgánica con mejoras tecnológicas implantadas, con chips en nuestro cerebro, los científicos han estado preparando un escenario en el que sea la tecnología la que nos lea a nosotros y no viceversa.
Se piensa en que podamos cambiar de una canción a otra con solo un gesto o mirada, escribir en teclados virtuales desde cualquier superficie. Incluso se habla de disfrutar de una película en proyecciones holográficas, así es, como en todas esas películas de ciencia ficción, pero ¿de dónde se espera surgirá toda esta posibilidad? De relojes o pulseras, han determinado los expertos.
En menos de cien años nos fusionaremos con las máquinas, de acuerdo con Elon Musk, físico, inversor y cofundador de PayPal. Nuestro cuerpo se comunicará con procesadores que controlarán pequeños implantes que nos ayudarán a caminar, esto pensado a personas con incluso cien años.
Una visión bastante aventurada y optimista, o pesimista, según lo quieras ver, los entusiastas tecnológicos aseguran que con estos avances nos estaremos acercando cada vez más a la inmortalidad.
Habrá que ver si la tecnología no termina por derrotarnos antes que nosotros mismos, y nos queda esperar que la primera ley de la robótica que nos dejó el genio de Asimov: "un robot no puede hacer daño a un ser humano", nunca se rompa.