¡RuPaul viene a México!

Celebridades Calendario 25 oct 2019 Nora Morales

La palabra Drag proviene del teatro en la época de la reina Isabel I de Inglaterra, es el acrónimo de Dress as a Girl (Vestirse como chica), ya que las mujeres tenían prohibido actuar, y los hombres debían ataviarse como féminas. Cabe recalcar que los griegos y los asiáticos fueron más listos, sólo una máscara y asunto arreglado.

Sea como sea, según el internet, de este desafortunado momento histórico es que nace la palabra que denomina la acción histriónica de vestirse como mujer. Lo cierto es que esta necesidad de “ponerte” en los tacones del otro, nace en los carnavales paganos para adorar a Baco, festividades similares a los viernes de liberación godín en cualquier lugar donde vendan cubetas y tritones.

Sólo que no hay que confundirnos, que encuentres a tu novio poniéndose tu brassier no lo hace drag, ya que esto es un arte que necesita una gran cantidad de talento, disciplina y dinero. El gusto por vestirse con la ropa del otro género es travestismo, aunque en cierto punto, también podríamos hablar de una expresión de género distinto.

Tal vez sea el legado del baile de los cuarenta y uno, o que todos en algún punto hemos querido tener una fiesta de quince años, pero lo cierto es que el Drag en México se ha convertido en todo un hito, al grado que tenemos nuestro propio RuPaul’s Drag Race, sin RuPaul pero con muchas dragas. Término que se ha acuñado en el bajo mundo de las calles del centro que ya son Repúblicas, y cada vez están más cerca de donde los mariachis llevan armas.

Otra gran posibilidad del por qué México ama a las dragas, es porque esta cultura llena de glitter, actitud buchona y tacones hasta las nubes, resulta ser una de las demostraciones más universales de lo kitsch. Y México, sin duda, es uno de los países más kitsch en el mundo.

Tal vez el contour (el maquillaje con el que puedes modificar tu rostro) no ha sido parte de nuestra cultura hasta que la buchona mayor, Kim Kardashian y su séquito, inundaron al mundo, pero no podemos decir lo mismo de la brillantina, los colores intensos, los tacones alto, el animal print y los leggins. Ellos siempre han estado con nosotros y definitivamente, los jaripeos y los quinces son la demostración de que todas podemos ser dragas.

Aunque en realidad, pocas tienen la entereza de estar una noche entera con tacones, con una cantidad tal de maquillaje que te fríes la cara, con un show entretenido que debes crear, ropa que debes confeccionar, así como ver nacer a un personaje que sea atractivo casi para todas. Ser una draga es sin duda un arte que necesita disciplina, creatividad y mucho dinero.

Cada draga tiene su razón personal para hacerlo, desde encontrar un alter ego con más confianza, amor a la moda y al maquillaje, hasta la posibilidad de ser más libres y experimentar con la estética. Lo cierto es que la libertad y la transgresión es una de las razones primordiales por las que este arte renació a finales de los 80 y principios de los 90 en Nueva York, una necesidad de reconocimiento y ruptura de esquemas como generación.

Aunque el inicio del drag, era una dramatización exagerada de la feminidad, y que a veces se sigue viendo así o incluso como una parodia femenina, muchas drags actuales prefieren utilizar su arte como una forma de expresión más disruptiva, más parecido a lo que hacían los Club Kids, o incluso, algunos referentes en la Movida Madrileña, bastantes años atrás de los neoyorquinos.

Lo que es cierto es que estas demostraciones estéticas siempre llegan cuando es necesaria una liberación de algún tipo, ya sea social o personal. Vivir en un carnaval en donde casi todo está permitido y puedes actuar desde la exageración, sin temer el ridículo o la crítica, porque actúas desde ahí, definitivamente debe ser liberador.

Si lo pensamos en México, donde la homofobia y el machismo los une el mismo parentesco, sin duda el poder tener una liberación tan disruptiva como es que un hombre no sólo se vista de mujer, sino que lo haga de forma exagerada e histriónica, es muy escandaloso y transgresor.

Una energía irreverente que a todos nos gusta, no por nada hay cada vez más espacios donde estos performance tienen un lugar inamovible, como Rico Club, Marrakech Salón, La Purísima, 9 de Amberes y Bar Oriente, entre otros, así como las fiestas itinerantes de música techno y mezclas, como Traición, Pervert, Bonita, Travestia y Por Detroit.

Un coctel de dragas, diversidad sexual, amor y respeto. El mejor amor es el que tiene una peluca y mucho brillo.

Entre este amor que los mexicanos hemos generado por este arte, se creó Mandragora Fest, un día en el que el drag y la música se unen en un solo lugar. Y este año, después de 20 años de ausencia, la reina de reinas, RuPaul regresará el 26 de octubre a la CDMX.

 

 

Aunque no veremos a Ru en su faceta de drag, sino de DJ, tendrá una buena compañía que mejora esta ausencia, la modelo trans Amanda Lepore; el rapero Cazwell; y las drag queens Cynthia Lee Fontaine y Raven.

Sin duda un evento imperdible.

Además, acéptalo, desde que todas las temporadas de RuPaul’s Drag Race están en Netflix se ha convertido en tu gusto culposo, tanto glamour sin duda atrae, además de las peleas entre las reinas. Y si eres más del estilo mexicano del drag, al menos has visto un capítulo de La casa de las flores e incluso La más draga. Todos amamos el histrionismo y el melodrama, sino claramente no te gustaría Juanga o José José.

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