La crítica y los espacios para ejercerla, con el paso del tiempo han tomado más tintes de recomendación que de reflexión, ya sea por los caracteres que un medio pide, o incluso por la desaparición de los espacios de antaño donde los críticos se habían desempeñado.

Claro que no sólo hablamos de un tipo de crítica, ya que esta deficiencia ha englobado a casi todos los ámbitos culturales, pero en este texto nos enfocaremos en la crítica cinematográfica. 

La democratización de la opinión y la información ha logrado que (casi) cualquier texto referente a un filme sea considerado una crítica. Lo que nos ha dejado con un gran grupo de bloggers, youtubers y demás que hacen lo que pueden con lo que tienen, lo que no siempre se apega a la reflexión que una crítica implica o podría hacerlo, sino se ve transformada en una suerte de recomendación.

No es que esta forma de opinar sea mala o buena, sino simplemente no es lo que pretende la reflexión alrededor del cine y sus posibilidades culturales.

De igual forma el soft power, o colonización de la mirada, que la cultura anglosajona predominante ha impuesto en cuanto al cine, ha dejado de lado las producciones que se gestan en nuestras latitudes continentales y de idioma, las cuales se han visto relegadas a un par de semanas de exhibición en los circuitos cinéfilos no comerciales. Además, sin mencionar que muchas veces a causa de lo que se proyecta en los circuitos comerciales, se tiene al cine iberoamericano como uno de baja calidad, o incluso malo.

Dentro de estas disyuntivas que atañen al cine iberoamericano, es que la Escuela Superior de Cine (ESCINE) decidió retomarlas y crear un espacio para la crítica y el ensayo constituido por la industria del cine iberoamericano, la revista Pulsar. 

En palabras del director de la revista y la directora de la Escuela Superior de Cine, Abel Muñoz Hénonin e Iria Gómez Concheiro respectivamente, Pulsar nace por estas inquietudes:

"Pulsar nace de la necesidad de mirarnos entre nosotros, los iberoamericanos, para reconocernos a través de nuestro cine, nuestras historias y nuestros rostros como un espacio transcontinental, con puntos de contacto y de divergencia, un espacio con problemáticas comunes, presentes e históricas.

En este sentido Pulsar no sólo es un espacio para mirarnos: es también un espacio que busca establecer conexiones entre cines que tienen dificultades para su distribución, tanto en sus países de origen como en los vecinos, y que, por lo tanto, no se ve o se ve muy poco, porque, aunque cada tanto llegue alguna película iberoamericana a nuestras cinetecas y cines especializados, estamos lejos de conocer la complejidad de una producción que cada vez suma más territorios."

En pocas palabras, “el cine iberoamericano, hablado por iberoamericanos”, como refirió Iria Gómez Concheiro en la presentación de la revista Pulsar, pero desde la reflexión que es más apegada a las raíces de la crítica.

Otra de las directrices más que interesantes de este espacio online, fue aplaudido por el afamado crítico de cine Carlos Bonfil, el cual señaló que lo que se debe buscar es democratizar la figura del crítico, ya que la figura hegemónica que no se equivocaba y que sabía todo ya era obsoleta. 

Por ello, la propuesta de la revista Pulsar de que cualquier persona puede concursar, es una buena forma en la que estas nuevas voces que intentan hacer lo mejor desde sus posibilidades, encuentren un espacio con una buena curaduría, era lo mejor que se podía hacer por una crítica que abogara por el cinéfilo como un prójimo.

Este 30 de julio, el primer número electrónico de la revista Pulsar fue lanzado, el cual contiene los tres textos ganadores, así como el resto de ensayos y críticas seleccionadas por el jurado y dictaminadores. El tema de esta edición fue “Futuros del cine iberoamericano”.

En esta primera convocatoria no hubo distinción entre las personalidades que componían el jurado y los dictaminadores, y en este número inicial las personas responsables fueron Iria Gómez Concheiro, Carlos Bonfil y Gabriel Rodríguez.

Y los ganadores fueron:

• Ensayo nivel licenciatura: “Notas sobre montaje y política a propósito de Araya”, del chileno Miguel Ángel Gutiérrez, editor de la revista Oropel. 

• Ensayo nivel postgrado/academia: “La mirada queer de Marco Berger”, del mexicano Israel León Fájer, estudiante de la maestría en Investigación Teatral del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Roberto Usigli del Instituto Nacional de Bellas Artes.

• Crítica nivel licenciatura: “Mapa: Las imágenes se rebelan ante mí”, escrito a cuatro manos por la guatemalteca Andrea Carolina Estrada Rodríguez, estudiante de la Escuela Superior de Cine, y el poeta mexicano Jorge Posada.

Este mismo día también salió a la luz la temática de la segunda convocatoria, la cual estará abierta del 30 de julio al 30 de septiembre, y busca reflexionar en torno a los “Rostros de Iberoamérica”.

Como se observa en los ganadores de la primera edición, hay tres categorías en las que cualquier persona puede participar:

• Ensayo nivel licenciatura ($5,000 MXN)
• Ensayo nivel postgrado/academia ($5,000 MXN).
• Crítica nivel licenciatura ($2,500 MXN).

En estos momentos en los que cada vez los espacios de la cultura son más estrechos, es más que aplaudible que proyectos de este estilo surjan.