Hay pocas cosas que disfrutamos tanto como las bodas y las celebridades, ¿qué es mejor que eso? Obviamente, una boda entre celebridades.

Algo que Kim Kardashian sabía muy bien, y utilizó en su primer matrimonio con el basquetbolista Kris Humphries.

Entre los 1,000 invitados (incluido su actual esposo, Kanye West), rosas blancas de Sudáfrica, un pastel de 10 pisos y un circuito cerrado de cámaras que grabó cada segundo de la unión para el reality Keep With The Kardashians, gastó casi 20 millones de dólares, los cuales seguramente regresaron a ella en un abrir y cerrar de ojos.

A pesar de que la unión Kardashian-Humphries sólo duró 72 días, causó tanta expectativa que fue llamada “la boda real de Hollywood”. Muchos rumoran que sólo fue una puesta en escena por el dinero, lo que no suena descabellado si pensamos que los límites éticos de Kim Kardashian son cuestionables, como televisar su primer parto.

Sea como sea, haya sido real o no, muchos estuvimos pendientes de la excentricidad y el despilfarro de dinero que tanto amamos ver en el show de telerrealidad del mundo de las hermanas Kardashian-Jenner.

Tal vez un ejemplo más cercano en tiempo es el de la boda del Príncipe Harry con la actriz Meghan Markle. Aunque la mayoría por estas latitudes apoyemos la democracia frente a la monarquía, las bodas reales siempre están en boca de todos, aunque no seamos compradores habituales de la revista ¡Hola!

Además de la sofisticación que implica la realeza en el inconsciente colectivo, esta boda tenía algo de cuento de hadas. Markle era una actriz no tan conocida, lo que antiguamente llamaríamos “una plebeya”, sin ningún lazo sanguíneo con la realeza, estadounidense y mulata. La cual vino a romper con estigmas empolvados, como el anticuado pero tradicional pastel de frutas, el cual cambió por un esponjoso de limón y flor de sauco.

Y sí, recibió críticas y se ganó detractores por este cambio tan radical de sabores.

Todo un cuento de hadas hecho realidad, el cual ya presentó a su primer hijo a tan sólo un año de contraer las nupcias.

Aunque son bodas y celebridades muy distintas, el público quedó embobado por estas dos uniones. A pesar de que no seas fan de Kim y que realmente no supieras quién era Meghan Markle antes de todo esto, podemos apostar que te parece menos interesante la boda de tu prima, que saber el número de pisos del pastel, la decoración y el dress code.

¿Por qué?

Sin duda tiene que ver con las ideas preconcebidas que tenemos de los rituales, como las bodas, así como lo que significan las celebridades en nuestra vida.

Los rituales son necesarios en nuestra vida humana, son eventos que dentro de nuestro inconsciente colectivo tienen un simbolismo mayor al que podemos ver a simple vista. Por ejemplo, las graduaciones no sólo implican la celebración de un logro, sino es el final de los estudios y el inicio a la vida laboral.

En el caso de las bodas simbolizan una nueva vida, la cual ya nunca se volverá a ver en singular, además de todo el bombardeo mediático que desde niños nos pintaron: las bodas son el inicio de “felices por siempre”.

Aunque la boda de Kim fue más un acto morboso de ver cuánto dinero se va a despilfarrar, definitivamente la Boda Real prendió en el inconsciente colectivo la historia de Cenicienta, la Bella y la Bestia, para nombrar a algunas princesas. Los cuentos de hadas se hacen realidad, y el príncipe encantador sí mira a la plebeya.

Ahora, si pensamos en que las celebridades nos encantan por un abanico casi tan grande como de subjetividades humanas, nunca terminaríamos.

Entre admiración, deseos aspiracionales y el simple hecho de escapar de la monótona vida del anonimato, podríamos cubrir un porcentaje de los posibles porqués, pero no serían ni de cerca los únicos.

Es posible que cada persona tenga un porqué oculto sobre su afición al amor a las celebridades, muchas veces es más inconsciente, pero la vida de estas personas que no parecen personas, siempre es fascinante. Llega al grado de asumir que son perfectos, semidioses pisando la tierra. Así que aunque tus abuelos lleven toda la vida casados, Brangelina parece más una “relationship goals”.

Es indudable que todos queremos ser como ellos, o al menos tener su belleza y su dinero, dos valores fundamentales de lo que todos debemos aspirar en esta sociedad. Lo cierto es que la mayoría de nosotros no estaremos ni cerca de ser millonarios, o tener el cuerpo de Kim Kardashian, así que sólo nos queda admirar todo aquello.

Queremos ser una princesa de la vida real, tener 20 millones para despilfarrar en rosas de Sudáfrica, o que tan sólo formemos parte de ese mundo y nos inviten a una de estas bodas.

Lo cierto es que ya no tenemos que esperar al nuevo número de ¡Hola!, ya podemos ver el live en HD desde la comodidad de nuestra casa y admirar a estos semidioses griegos.

5 recomendaciones si eres invitada a una boda

Claro que todo depende del lugar de la boda, del clima y el dress code que tal vez la novia estipule con anticipación. Aunque todo esto depende de ti y tu inventiva, aquí te damos 5 musts para que realces tu outfit (o lo transformes).

• Bolsos tipo clutch. Llevar sólo lo necesario en uno de estos bolsos, siempre es un accesorio indispensable. Con un color y forma correcta, pueden hacer que seas la sensación de la noche.

• Zapatos de tiras. Para las bodas no sólo existen los zapatos negros, blancos y plateados, atrévete a poner un toque de color como amarillo, fucsia o rojo. Un par de zapatos adecuados puede realzar tu outfit como no te imaginas.

• Accesorios para el cabello. Los detalles son imprescindibles para resaltar, no tengas miedo a explorar tu look con broches de hojas, flores, diademas, e incluso bandanas. El cielo es el límite.
• Collares largos. Regresaron los collares largos porque son capaces de darles una nueva vida tanto a los escotes más pronunciados como a los cerrados. Siempre puedes recurrir a diseños de gran tamaño con piedras o cristales.
• Pantalones palazzo. Atrévete a romper con el clásico vestido largo de noche, y dale una vuelta a tu look con unos pantalones palazzo o un jumpsuit con pantalón palazzo. Este corte enmarca tu cintura, y logra un aire desenfadado, pero sofisticado y cosmopolita.

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