Reinicia la lucha por la Luna, China vuelve al radar espacial

Vida y estilo Calendario 05 dic 2020 Paulina Martínez

El sueño del viaje intergaláctico ha vuelto a despertar en lo que va del año, pues las misiones espaciales han tenido un lugar importante en los encabezados de los titulares importantes. Más allá de tratarse de un año de crisis y caos, también ha sido uno en el que la luz sigue iluminando un camino esperanzador para cumplir nuestros sueños con volvernos exploradores espaciales de carne y hueso.

Desde que el primer cohete espacial tripulado, por parte de una compañía privada, ya despegó y aterrizó con éxito en la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en en inglés), las ambiciones por continuar con el sueño de llegar más lejos de lo imaginado se sigue materializando y cada vez se acerca más a nuestra narrativa ficcional popular. 

Sin embargo, el ser humano no ha regresado a la Luna desde el pasado 20 de julio de 1969. Esta fecha siempre será recordada como el día en el que nuestra especie hizo historia al poner un pie en el satélite natural terrestre. Se trató de la misión estadounidense Apolo 11, la cual llevó al comandante Neil Armstrong y al piloto Edwin F. Aldrin al Mar de la Tranquilidad de la Luna, para múltiples investigaciones. 

Desde entonces, no hemos regresado en carne y hueso, pero diversos robots sí lo han hecho, tanto para orbitar al satélite, como para aterrizar en él y continuar investigaciones astronómicas de relevancia. Estas misiones han sido lideradas por Estados Unidos, Rusia y China. 

Ahora, después de 40 años de que alguna nave robótica haya aterrizado en los cráteres de nuestro faro nocturno natural, China se encarrila en la carrera histórica por llegar a la Luna. Es decir, después de que SpaceX y el gobierno ruso hayan vuelto a despegar hacia la ISS, recientemente (con éxito, claramente), China no esperó más para recordarnos que sigue siendo una de las grandes potencias interesadas en no quitar el dedo del renglón intergaláctico. 

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China y su regreso con la Diosa de la Luna

Recientemente el imperio asiático, lanzó con rotundo éxito su misión Chang’e 5, con la que buscan traer a la Tierra muestras de rocas lunares, esto representaría colocaría a la nación en el radar como una potencia aeroespacial. 

Entre las ambiciones que tienen los científicos asiáticos, están las llamativas de colocar una estación Espacial en la Luna y un viaje tripulado a Marte. 

Hace más de cuatro décadas, ninguna nave espacial había aterrizado en el satélite. Además, no podríamos pasar los intentos fallidos recientes, cuando una misión israelí financiada con fondos privados, fracasó con el módulo de aterrizaje indio Vikram, una singular prueba de que estas misiones siguen siendo realmente desafiantes. 

La misión exitosa de China, lleva el nombre de Chang’e 5, nombre en honor a una Diosa de la luna, según su cultura popular. Se trata de la serie 5, pues misiones previas se habían acercado al satélite para estudiar lo que ahora se ha logrado, el aterrizaje del último de esta serie. 

Básicamente la misión de la Diosa Lunar es buscar recolectar 2 kg de rocas lunares, para comprobar teorías sobre el origen del satélite y demás planetas rocosos de nuestro Sistema Solar. Algo que, sin lugar a dudas, nos remonta a la nostalgia setentera de la era de las misiones Apolo estadounidenses. 

 

China promete grandes pasos estelares

Sobre el futuro de las misiones espaciales, China se ha propuesto convertirse en una potencia aeroespacial, prometiendo más satélites orbitando a la Luna, misiones humanas y una estación espacial planificada para 2022. Pero antes de cantar victoria, la competencia ya le ha hecho frente a sus ambiciones, pues tanto El Programa Artemisa, dirigido por Estados Unidos, como el propio Musk tienen por igual sus propios planes de la conquista espacial. 

De la misión Artemisa, se ha apuntado el objetivo de llevar al humano a la luna para 2024, mientras que para China aún no existe fecha para ardua promesa. Sin embargo, este regreso, sea cual sea la bandera que lleve el estandarte, parece ser complicada. No por nada, la propia NASA ya ha confesado que quizá se trate de una fecha bastante próxima. 

Esta desalentadora noticia se enmarca en el contexto que vivimos actualmente, pero no deja de ser algo que muy seguramente lograremos presenciar en los próximos años. En un comunicado, la agencia espacial estadounidense aseguró que la lamentable situación se debería a problemas de presupuesto y retrasos en las fases de construcción de la misión Artemisa, debido a la pandemia de COVID-19 que se vive actualmente. 

Por otra parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) no se queda atrás, y planea llegar a la Luna. Igualmente, entre sus planes espaciales, está el Gran Lander Logístico Europeo EL3, que tiene como objetivo entregar un módulo de aterrizaje de 1,3 toneladas con nuevos experimentos científicos a finales de la década de 2020. 

 

La ciencia ficción desde el otro lado del mundo

Mientras el universo sigue seduciendo nuestras fantasías intergalácticas y retándonos a superarnos entre nosotros mismos, es un hecho que la ficción y la cultura popular siempre tendrán un lugar especial en nuestro corazón. Porque por mucho que la ciencia y la tecnología sigan acercándose a nuestras historias favoritas de la ciencia ficción, la literatura no titubea cuando se trata de volar más alto.

Sin embargo, poco nos detenemos a pensar en la narrativa oriental sobre estas expectativas espaciales. Y no es culpa de nadie, sino más que nada del mapa y las ubicaciones geográficas que nos dividen en cosmovisiones y momentos históricos importantes.

Más allá de todo, es verdad que el género de la ciencia ficción se divide en dos vertientes. Por una parte tenemos la mirada asiática que se ha direccionado a hablarle de tú a tú a la cultura occidental. Mientras que también está el papel decisivo de las adaptaciones audiovisuales (series y películas) para lanzar libros en el mercado internacional. 

Pero no hay mejor manera de ejemplificar cómo los discursos occidentales y orientales se entrelazan o se repelan entre sí, que viéndolo reflejado en las letras de aquellos literatos que comparten sus visiones ficticias y políticas espaciales del mundo como lo soñamos hoy en día. 

Es por eso que, ahora con la fiebre galáctica china, te recomendamos la mejor literatura china del género, para homenajear su reciente éxito, y de paso abrir o ampliar nuestros espacios narratológicos hacia la cosmovisión oriental, específicamente china.

 

Planetas invisibles, de Ken Liu (2016) 

Se trata de una antología de ciencia ficción china contemporánea. “Trece visiones del futuro. Trece historias poderosas que dan una idea de la variedad de voces, temas y técnicas de los autores chinos de ciencia ficción: las hay inquietantes, irónicas, distópicas, emotivas... Algunas han recibido premios y elogios de la crítica, otras han aparecido seleccionadas en distintas antologías y otras son simplemente favoritas de Ken Liu. Completan la colección varios ensayos de los propios autores sobre la ciencia ficción china y la introducción de Ken Liu. Incluye "Entre los pliegues de Pekín", de Hao Jingfang, premio Hugo 2016, y tres relatos del premio Hugo 2015 Liu Cixin”. 

 

Vagabundos, de Hao Jingfang (2016)

Se trata de la esperada novela de la primera mujer china ganadora de un Premio Hugo. “Un siglo después de que Marte declarara su independencia de la Tierra y fundara la república marciana, un grupo de adolescentes es enviado a la Tierra como delegación del planeta rojo, en un intento por reconciliar dos mundos incompatibles en sus ideales, economías y sistemas sociopolíticos. Pero cuando estos chicos regresan a casa, se ven atrapados entre dos mundos y no consiguen ofrecer esperanza de una coexistencia pacífica. Casi de inmediato, las negociaciones entre Marte y la Tierra se ven truncadas y surgen viejas enemistades”. 

 

La esfera luminosa, de Liu Cixin (2019)

“El día en que cumple catorce años, Chen presencia cómo una esfera luminosa entra en su casa y calcina a sus padres. Con el propósito de encontrar algún sentido a esta extraña desgracia, decide dedicarse a descifrar el secreto del misterioso fenómeno a causa del cual quedó huérfano. La búsqueda de la esfera luminosa lo llevará lejos de casa, a perseguir tormentas en las cimas de montañas y a adentrarse en laboratorios subterráneos secretos para, poco a poco, ir descubriendo nuevos límites en la física de partículas”.

 

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