¿En qué momento nuestra vida se vio reducida a una pantalla? Tal vez desde que los smartphones llegaron a nosotros, y se volvieron el lugar número uno de nuestra vida, pero el hecho de que fuera una “decisión” lo hacía más llevadero.
Por obvias razones el mundo se ha detenido, y la vida social, el ocio y el trabajo se ha concentrado en nuestra computadora, y las videoconferencias se han convertido en la herramienta habitual para llevar a cabo cada aspecto de nuestra vida.
Si después de un día de juntas y de una fiesta de cumpleaños por videollamada, te sientes incluso más agotado de lo que te sentirías si hubieras estado todo el día de arriba para abajo, no te preocupes, no eres el único. E incluso es una afección que ya tiene nombre psicológico y toda la cosa: Zoom fatigue, algo como fatiga de Zoom.
Esta afección en general no sólo es sentirte fatigado en exceso, sino también propicia que los sentimientos agotadores aparezcan, como el enojo, la tristeza o la frustración.
Pero, ¿por qué?
Dos expertos hablaron con la BBC para resolver esta incógnita:
Estar en una videollamada requiere más atención que una plática cara a cara. Las videoconferencias implican que debemos trabajar más para procesar las señales no verbales como las expresiones faciales, el tono de voz y el lenguaje corporal; prestar más atención a estos consume mucha energía. Nuestras mentes se esfuerzan por estar juntas cuando nuestros cuerpos sienten que no lo estamos. Esa disonancia, hace que las personas tengan sentimientos encontrados, es agotador. No puedes relajarte en la conversación de forma natural.
A esto agregan que estamos conscientes de que nos están mirando, es como si estuvieras en un escenario, e inevitablemente viene la presión social y la necesidad de actuar. Ser histriónico requiere mucha energía y es sumamente estresante, además que podemos ver nuestro rostro en la pantalla, por lo que se suma que somos conscientes de cómo nos comportamos.
Por si no fuera poco, nuestro cerebro no está acostumbrado a vivir toda su vida con una misma faceta. A esto se le llama teoría de la autocomplejidad, la cual postula que los individuos tienen múltiples aspectos en los que se desenvuelven en la vida, roles sociales, relaciones, actividades y objetivos dependiendo del contexto, una forma muy saludable de vivir la vida.
El problema es que cuando estos aspectos se reducen, es más fácil que nos encontremos vulnerables a sentimientos negativos. Los expertos lo resumen así:
La mayoría de nuestros roles sociales ocurren en diferentes lugares, pero ahora el contexto se ha derrumbado. Imagínate si vas a un bar y en el mismo bar hablas con tus profesores, te encuentras con tus padres o tienes una cita, ¿no es raro? Eso es lo que estamos haciendo ahora... Estamos confinados en nuestro propio espacio, en el contexto de una crisis que provoca mucha ansiedad, y nuestro único espacio para la interacción es una ventana de computadora.
La pérdida de contextos sin duda ayuda a que nos sintamos realmente mal, más allá de la cuarentena, es como si tu vida se viera reducida a una cámara. Muy estresante para nuestro cerebro que no está entrenado para este tipo de interacciones.
Las cuales incluso se proyectan a videollamadas con amigos, aunque deberían de ser momentos de ocio que nos permitan relajarnos, muchas veces logran que nos sintamos alienados y como si nuestros amigos fueran fantasmas.
Es decir, nada de esto es fácil, y sin duda no estás solo en este sentimiento.
Así pues, ¿qué podemos hacer?
Sólo hacer videollamadas estrictamente necesarias, y si realmente no te sientes bien ese día, es importante normalizar las cámaras apagadas. Sin duda los expertos concuerdan en que esto permite mayor concentración en lo que se dice, más no en completar contextos, lo que se vuelve muy cansado.
Así pues, trata de tener interacciones de otro tipo con tus colegas y amigos, puedes llamarlos por teléfonos, escribirles correos o mensajes de texto. Cosas que te permitan conectar con ellos sin que tu cerebro se vea inmediatamente fatigado, a veces es mucho mejor sentirnos solos en una habitación a que veamos a decenas de ojos viéndonos a través de una fría e inanimada computadora.
¿Qué pensaría George Orwell de este futuro?