La salud siempre es prioridad, pero desde que llegó la covid-19 a nuestra vida, sin lugar a equivocarnos, se ha vuelto un aspecto fundamental con el que seguimos midiendo nuestra vida. Así pues, las dietas y maneras de comer mejor siempre son una tendencia, cuando hablamos de salud, tanto física como mental, porque habitar un cuerpo que nos es cómodo siempre nos da paz.
Así pues, antes de adentrarnos de lleno en el fasting, queremos recalcar que cualquier tipo de dieta o modificación alimenticia deben de ser acompañadas con un experto. Cada cuerpo es distinto, y por ello, es importante no sólo basarte en un artículo de internet para tomar una decisión, sino que es fundamental hacerlo con acompañamiento profesional.
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Aclarado este punto, comenzamos, ¿qué es el fasting? También traducido como “ayuno intermitente”, lo podemos ver como una práctica que se enfoca en alternar periodos de alimentación y de ayuno siguiendo patrones específicos.
En resumen, se trata de un plan de alimentación que restringe la ingesta energética a través de la comida a ciertas horas y momentos del día. En la actualidad, existen diferentes tipos de fasting, que se puede practicar dependiendo de las costumbres previas de las personas y de su disciplina.
El más sencillo de todos es el ayuno intermitente 12:12, que implica 12 horas de alimentación seguida de 12 de ayuno. Siempre se recomienda que se coloquen las 12 de sueño dentro del tiempo de ayuno, para que sea más fácil respetar los lapsos.
Seguidamente, está la proporción 14:10, que habla de 14 horas de ayuno y 10 de alimentación. Luego, viene la más popular de todas, con 16 horas de ayuno y 8 de alimentación (16:8).
Finalmente, nos encontramos con la categoría de fasting más intensa, conocida como la “dieta del guerrero”, que habla de 20 horas de ayuno y 4 de alimentación (20:4).
Tal vez lo más interesante de todo, y el por qué se ha vuelto una tendencia, son los múltiples beneficios que aporta a nuestra salud.
Y es que según los expertos, el fasting ralentiza el proceso de envejecimiento, ya que es capaz de mantener nuestras redes mitocondriales más “jóvenes”; mejora la salud de la piel, debido al “descanso” que el cuerpo obtiene del proceso de digestión; pero también mejora la salud del cerebro debido a la reducción del estrés oxidativo también afecta a las células cerebrales.
También disminuye el riesgo de diabetes y enfermedades cardíacas, un nivel de azúcar en sangre más alto de lo normal lo pone en riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardíacas, el ayuno intermitente ayuda a equilibrar el azúcar en sangre y la insulina; así como ayuda a perder peso ya que facilita y promueve el proceso de quema de grasa en el organismo (también conocido como lipólisis). En consecuencia, nuestro cuerpo tiene menos oportunidad de generar reservas de grasa extra.
En pocas palabras, es una manera óptima de que nuestro cuerpo se mantenga sano. Después de asesorarte con un médico, toma en cuenta que puedes incorporar esta dieta con un nutriólogo, así como con ayuda de aplicaciones en tu celular.
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FOTO: Diana Polekhina en Unsplash