Las diversas Academias, sea cual sea su especialidad, siempre son objeto de controversias, ya que sólo son un puñado de expertos definiendo quién es el mejor en algo.
Cuando hablamos de disciplinas artísticas es aún más complejo, ya que para gustos hay colores, y así como unos expertos decidieron tirar a la basura “La fuente” de Marcel Duchamp, también otros académicos han reconocido genios en su tiempo.
Así pues, es claro que la especialización no dota a las personas de un aura de seleccionar lo mejor de lo mejor, ni siquiera el expertis, ya que la subjetividad en las obras artísticas son lo primordial.
En este sentido, la Academia siempre peca de conservadora, cual sea su rama de especialización, no porque no quiera renovarse, sino que eso cuesta tiempo, ya que debe existir un sustento teórico.
Sea cual sea el porqué, las diversas Academias en el mundo son conservadoras, eso que ni qué, así que simplemente no podemos pedirle peras al olmo, cuando esperamos que el Festival de Cannes acepte películas hechas por Netflix, o que los Nobel tengan categorías para premiar todas las formas de literatura, no sólo la prosa.
Ya hablado de los Premios Grammy, ya sea su edición anglosajona o latinoamericana, estamos hablando del mismo modus operandi. Y eso que los anglosajones se han ido “actualizando” al poner a nuevas caras del pop, con presentaciones en vivo y nominaciones, que incluso emulan a los más comerciales y más vistos MTV Video Music Awards.
Premios que apelan a la popularidad, no a la calidad, al menos vistos desde afuera.
Lo cierto es que a pesar de que para los Premios Grammy 2019, tuvieron presentaciones y fueron nominados artistas mainstream del momento como Camila Cabello y Shawn Mendes, a pesar de que era obvio que no tenían una oportunidad real de ganar, sus presentaciones fueron simplemente una forma de atraer público joven.
Pero al final, quien ganó Álbum del año fue una cantante country, Kacey Musgraves con el álbum Golden Hour, una situación similar a si en los Latin Grammy ganara Alejandro Sanz. Es decir, la música de siempre, compuesta por los artistas de siempre.
Hace mucho que los premios otorgados por las diversas Academias, así como la opinión de críticos y otras personas doctas en el tema, ya no son tan relevantes para los consumidores. Tal vez es que ya nos hemos aburrido un poco de estas figuras inapelables, o simplemente la democratización de la opinión ha puesto todo en una horizontalidad.
Sea como sea, la polémica de los Latin Grammy ha generado discordias entre el público y los artistas. Fue encabezada por los grandes de la música urban, J Balvin, Nicky Jam, Daddy Yankee, Maluma, entre otros, quienes se quejaban de las pocas nominaciones que habían obtenido.
Algunos aseguran que son los premios a la calidad musical, no a la popularidad, otros que no vale la pena quejarse porque las nominaciones ya fueron publicadas.
Los reggaetoneros dicen que es una falta de respeto a la cultura latina que no haya categorías especializadas para el trap, reggaetón y rap, sino que toda sea acomodada en la misma y ambigua categoría de urban.
Con sólo tres categorías quieren restringir a muchos géneros que se han ido transformando, Mejor Fusión/Interpretación Urbana, Mejor Álbum de Música Urbana y Mejor Canción Urbana.
Otra de las cosas que alegaron estos músicos, es que sólo los quieren por su popularidad y cuánta gente pueden juntar, ya sea con presentaciones o nominaciones, precisamente como han comenzado a hacer los Premios Grammy anglosajones.
Ahora, más allá de que es justo que haya categorías especializadas para cada género músical, también es cierto que es la música mainstream así como gana popularidad, la pierde, ya que al final está atada a lo que la gente consume.
Para ejemplo, Dua Lipa. Ella fue toda una sensación en 2017 y parte de 2018, tocó en muchos festivales importantes, ganó premios, obtuvo grandes récords de ventas, entre muchas otras cosas. Pero fue hasta 2019 que recibió una nominación a los Premios Grammy, y ganó como Mejor artista nuevo, cuando ya no pintaba en ningún lugar y muchos de sus fans ya babeaban por Rosalía.
Por lo tanto, no podemos culpar a estas esferas conservadoras por no confiar en éxitos que bien podrían ser pasajeros, porque sinceramente, poner categorías de varios géneros que podrían irse así como llegaron, podría poner en un predicamento a la tradicional institución.
Así pues, claro que es muy aburrido pensar que Alejandro Sanz, con su álbum que suena a 2001, siga teniendo nominaciones, o que Bad Bunny está nominado a Mejor Fusión/Interpretación Urbana con una canción que es rock pop, o que J Balvin sólo esté nominado con colaboraciones, y una de ellas sea la canción más genérica de reggaetón que los jueces pudieron encontrar.
Pero son instituciones y a las instituciones le cuesta cambiar, además que la institucionalización de la expresión artística, siempre le quita un poco el aura de inovación y poco a poco se va volviendo más de lo mismo.
Si el urban termina por tener su lugar digno en los Latin Grammy, posiblemente, en unos 18 años, alguien como yo estará escribiendo que el álbum de Maluma suena al reggaetón de 2019, cuando era relevante el género.
La institucionalización conlleva más consecuencias que sólo reconocimiento, sino preguntenle a todos los pseudo escritores de realismo mágico que vinieron después de García Márquez.