Netflix se ha convertido en el plan de fin de semana cuando queremos desconectarnos un rato de la realidad, por esto, ha conjugado unos cuantos detractores, pero en su mayoría aman el catálogo inmenso al alcance de unos cuantos clicks.
Dentro de ese abanico gigante, hay de todo y en consecuencia muchas joyas que valen la pena ver. Así pues, hablemos de Perdí mi cuerpo (J'ai perdu mon corps) de Jérémy Clapin, una animación francesa que es entrañable de principio a fin.
Su estreno fue en el marco de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes 2019, donde salió victoriosa con el premio Grand Prix.
Perdí mi cuerpo es el primer largometraje de Jérémy Clapin, quien es más conocido por sus cortos, los cuales han sido multipremiados alrededor del mundo. Por ello, lo primero que notamos en la cinta, es la fluidez en la animación gracias a la maestría que Clapin tiene en el tema. Une animación 3D y dibujos 2D con una tableta gráfica, es lo que da esta impresión, justamente lo que se necesitaba, ya que la historia comienza a mil por hora.
Perdí mi cuerpo inicia en un laboratorio de París, una mano cortada abandona su triste destino y emprende una trepidante aventura por la ciudad, en la que deberá sortear toda clase de peligros, para reencontrarse con su cuerpo: el del repartidor de pizza Naoufel. Los recuerdos que tiene del joven y del amor de este por la bibliotecaria Gabrielle, arrojarán luz sobre el motivo de la amputación y servirán como un poético telón de fondo para una posible reunión entre los tres.
El personaje principal es una mano amputada y sus frenéticas aventuras por París, peripecias que van desde batallas contra palomas y ratas, una peligrosa caída, escapar de un camión de la basura y de las fauces de un perro, caer a las vías del metro, hasta hacer parapente con un paraguas.
Una de las cosas que más sobresale, son los recuerdos que una mano podría tener, ya que aunque es fundamental para nuestro día a día, sin duda no las tenemos tan presentes, por ello es que estos recuerdos terminan por ser únicos y tiernos.
Clapin adapta en Perdí mi cuerpo el libro Happy Hand del escritor Guillaume Laurant, quien también fungió como coguionista junto al director. Logrando una trama ingeniosa, con gran sensibilidad y un juego tangible con la materia y el tiempo, gracias a los múltiples flashbacks, algunos de ellos en blanco y negro.
Este tipo de contenido único es imperdible, ya que propone una exploración interesante, desde nuestra grandes aliadas, pero a veces obviadas, las manos. Una película desde el foco de esta extremidad, no propone grandes retos, ya que esta aventura puede ser disfrutada por todos los públicos.
No dejes pasar esta entrañable historia, que estará disponible a partir del 29 de noviembre en Netflix.