Nitzer Ebb

Celebridades Calendario 28 sep 2019 Kayley Thiel

 

En 1987 yo escuchaba a Michael Jackson, Bon Jovi, Madonna, pop en español y lo que tuvier a mi alcance (muy poco, la música no era una pasión en mi entorno). Las radiodifusoras de música en inglés, contadas, programaban los fenómenos populares de entonces, en las voces de locutoras y locutores fanáticos de George Michael, de los grandes de The Cure, del jefe (más en esa época) Peter Gabriel y la gama de rolas que hoy nutren a Universal Stereo, así como varios “one hit wonders”. No, nunca tuve a ese primo mayor que me acercara a nuevas posibilidades sonoras.

En esa época desconocía el poder de las armonías y silencios intercalados, de los sonidos no “musicales”, de la política (o su ausencia) en la composición y de las puertas que, a pesar de los obstáculos, abre la marginalidad en el mercado, más frente a estructuras tradicionales, expectativas comerciales o hechos como que para mucha gente la música es un placer pero más como pasatiempo o soundtrack de experiencias.

Jamás conocí a Nitzer Ebb en sus comienzos, el grupo británico de EBM formado en 1982 por amigos en una escuela de Essex: Vaughan “Bon” Harris (programación, sintetizadores, batería, voz), al furioso y genial Douglas McCarthy (voz), ni a David Gooday (batería). Apenas tenía 10 años de edad y vivía en un semi castillo de la pureza que me hizo imposible que conociera su álbum debut oficial, el magnífico y determinante That Total Age (1987), del cual se desprendían rolotas como “Warsaw Ghetto”, “Join the Chant” o “Murderous”.

Hasta entonces, nunca había escuchado el poder del sonido industrial, sus elementos bailables y enojados frente a las políticas globales liberales ochenteras de Margaret Thatcher, Reagan y más. Sumen que ocurría en una época en la cual, como McCarthy dice en entrevistas, los medios los machacaban continuamente con la posibilidad latente de un holocausto nuclear. Era lo que se vivía en los últimos momentos de la Guerra Fría.

Conocí a Nitzer Ebb a comienzos de los 90, cuando el pop musicalmente desechable –pero no como fenómeno, muestra de arduo trabajo y reflejo cultural– se imponía, como hoy, en la mayoría de los espacios radiofónicos o televisivos. En los comienzos de los 90 el espectro sonoro comercial comenzó a expandirse y conocí el álbum Showtime (1990), el tercer LP de esta banda, con temas como el clásico “Getting Closer”.

Mi educación musical fue creciendo cuando supe de estas bandas, casi lados B de actos exitosos en esos años, como EMF y Jesus Jones. Eran sonidos radicales y ofrecían una estética distinta a la de bandas que popularizaron los sonidos industriales, como Nine Inch Nails. De esta manera conocí el género EBM, en especial cuando Nitzer Ebb lanzó el álbum Ebbhead (1991), producido por Alan Wilder de Depeche Mode (quien abandonó del grupo en 1995).

Debía aprender más para apreciar este y otros géneros menos pop, más con un álbum debut como That Total Age. Antes que el dulce y placer auditivo inmediato, quería entenderlos cuando hablaban de la fuerza de la máquina, las visiones del orden, las aversiones, apegos y aprovechaban que los sintetizadores disminuyeron de precio, usándolas como herramientas para expresar su sentir (recordemos que cuando los Beatles o Pink Floyd usaban sintetizadores, eran máquinas muy caras).

Difícilmente lo hubiera apreciado igual en los 80 como lo hice años después. Menos luego de que conocí brevemente a McCarthy hace un año y medio. Me preguntaba cómo sería su personalidad. Pensaba en el sencillo “Murderous” y su videoclip, de una canción hasta peligrosa (un decir) para los moshpits, por medio de sintetizadores, baile y actitud punk. Era una alternativa a la música de antro (la que es para personas que no salen a divertirse, sino “a bailar” específicamente).

Tampoco eran tan agresivos como Front 242, Ministry o Skinny Puppy pero el video me hacía pensar que, como se menciona en foros, McCarthy parecía una suerte de Andy Bell de Erasure pero muy enojado. Lo conocí en el Museo Tamayo de la Ciudad de México, ya que Hazel Hill McCarthy III, su esposa, presentó Bight of the Twin, un documental que gira en torno a la mítica Genesis Breyer P-Orridge (antes en la banda de culto Throbbing Gristle, desde hace tiempo cabeza de Psychic TV) y la sigue en sus exploraciones sensoriales y espirituales en Benin. Douglas tenía interés, energía y mucho qué decir, pero (nunca juzgues un libro por su cubierta, menos si abiertamente discrepa ante políticas inhumanas) era amable y considerado.

 

 

Así busqué mis botas de combate para disfrutar a la banda fundada en 1982, los llamados primos duros sino es que compañeros de gira Depeche Mode, provenientes de la clase trabajadora que se toma muy en serio. Los veremos en el escenario y pondrán en marcha sus máquinas, desencadenando secuencias que golpeen directamente los sentidos, con cuero negro y gafas oscuras, en una simbiosis de techno y EBM moderno, casi malévolo, de alta intensidad, brutal, con un sonido agresivo y ruidoso que con el paso de los años ha emergido de las sombras.

Está claro que la música EBM es multifacética, pero incomprendida en la música de baile, pero supera a las modas y se enfoca en las vanguardias dirigidas por artistas con amplia experiencia de vida, lo que exhibe Nitzer Ebb, así como la intención del evento que encabezan el día de hoy, el imperdible CMD FEST.

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