Hace poco menos de un mes, uno de los retratos más icónicos del siglo pasado fue subastado por $195 millones de dólares: Shot Sage Blue Marilyn, de Andy Warhol. Logrando el récord de la obra de arte del siglo XX más cara jamás vendida.
Esta serigrafía forma parte de una serie en la que el centro es Marilyn Monroe, creada a partir de un fotograma promocional de la película Niágara de 1953.
Su nombre hace referencia a una famosa anécdota en la que la artista Dorothy Podber, fotógrafa y especialista en performances, visitó un día The Factory, el estudio de Andy Warhol.
Podber, más conocida por su comportamiento excéntrico que por su arte, le pidió permiso a Warhol para “disparar”.
Lo que este nunca imaginó es que ella lo decía en el sentido literal es decir, disparar con un arma y no con su cámara de fotos, y sin más disparó (con una pistola que llevaba en el bolso) contra los cinco retratos de Marilyn Monroe que había apoyados en una pared. Cuatro de los cuadros fueron atravesados y sólo uno quedó intacto.
Aunque restaurados, conservan la marca pero, para el mundo del arte, la historia detrás aumentó el valor de esas obras, que hoy cuelgan en las paredes de las casas de los coleccionistas Philip Niarchos, Kevin Griffin, Steve Cohen y Peter Brant.
Esta serie fue presentada en 1964, un año después de la fatídica muerte de Monroe, y aunque el “atentado artístico” de Podber fue inesperado, sólo afirma el lado oscuro de este interés artístico de Warhol.
No sólo personifica el deslumbrante mundo del consumismo y las celebridades que los artistas pop consideraban emblemático de la cultura estadounidense de los años 50 y 60, sino que también muestran la decadencia, la violencia y la muerte. Un interés de Warhol, que lo reflejaba en las técnicas de producción. Como el Díptico de Marilyn donde utiliza los defectos del proceso de serigrafía para crear el efecto de un retrato en descomposición.
Marilyn no sólo es la viva imagen de Estados Unidos en sus años dorados, sino también es la cara de la tragedia, una de las razones por las que ha causado tanta fascinación su vida.
Sus problemas de salud mental, su tempestuosa vida personal y el misterio que rodeó su muerte han sido bien documentados en innumerables biografías, películas y programas de televisión, como el documental de Netflix El misterio de Marilyn Monroe: Las cintas inéditas y el próximo estreno de la película Blonde.
Para Warhol Marilyn no sólo era el brillo, sino que con su muerte (casi a inicios de los 60), comenzó una de las décadas más oscuras en la historia de Estados Unidos en el siglo XX. La revista Life publicó violentas fotografías de la guerra de Vietnam. Las televisiones expusieron la impactante brutalidad policial durante las marchas por los derechos civiles. Estados Unidos se vio sacudido por los asesinatos de John F. Kennedy, Robert Kennedy y Martin Luther King Jr.
Las imágenes de la muerte de JFK captadas por el espectador Abraham Zapruder se emitieron repetidamente por televisión. Célebres estrellas de Hollywood morían jóvenes y en circunstancias trágicas, desde Marilyn Monroe y Judy Garland hasta Jayne Mansfield y Sharon Tate.
Según los críticos, esta década es una “pesadilla virtual” y un “mal viaje histórico y contracultural”. El retrato que se vendió por millones de dólares es una representación de agotamiento y autodestrucción, la muerte de Monroe es el inicio de la muerte del sueño americano.
El culto a la personalidad, el consumo de las mismas hasta desaparecerlas, la muerte como espectáculo, una época de ansiedad, terror y crisis. Aunque me refiero a los años sesenta, estas oraciones se adecúan perfecto a nuestros tiempos.
Monroe es una de las personalidades más conocidas de Estados Unidos, en ella y su vida se mezcla el yin y el yang que tanta fascinación nos causa de la potencia mundial. La cual se encuentra en momentos sumamente oscuros en este siglo.
Casi parece un reconocimiento de esto el recuerdo atinado (y constante) de Monroe, desde nuevas series en Netflix, pasando por la venta de un retrato que nunca llegó a conocer, hasta Kim Kardashian (una nueva e icónica imagen estadounidense) utilizando uno de los vestidos más icónicos de Monroe.
Aunque exista el metaverso, los millonarios viajen al espacio y tengamos más tecnología en nuestro bolsillo que todo el siglo XX junto, tal vez los mayas tenían razón: el tiempo es una espiral descendente.
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FOTO: Studio publicity still, Public domain, via Wikimedia Commons