Exilio y Alzheimer son agentes del olvido que erosionan las pasiones más arraigadas del amor y los ideales. Jorge Osorio y Juana Ramos padecieron ambas. El Golpe de Estado en Chile obligó a Jorge, Juana e hijos a exiliarse en México, años más tarde, cuando la enfermedad de Alzheimer apareció en Juana, hubo que repensar nuevamente la vida abandonando los planes en pareja. En la vida anónima y atemporal que vive Juana, Jorge emprende una lucha contra el olvido.
David Castañón Medina comenzó este proyecto tras su investigación sobre el tema del "olvido", sus indagaciones lo llevaron a visitar instituciones relacionadas con la demencia: centros de investigación, de tratamiento o dedicadas al cuidado del paciente. Fue precisamente en una casa de cuidado diurno en donde conoció a Juana Ramos. Ella, quien en algún momento fue profesora, poco a poco ve desdibujados sus recuerdos y solo algunos destellos de aquello que formaba su identidad se asoman: algunas canciones, poemas, pasos de baile y los nombres de su familia y amigos.
Mediante estos elementos se conforma No son horas de olvidar: música, poesía y los materiales de archivo que están presentes a lo largo de todo el documental. A través de estos objetos significativos para la pareja, tanto Jorge como el propio director buscan generar la detonación de alguna memoria que conecte a Juana con su identidad antes de que el Alzheimer se instaure por completo en su mente; sin embargo, la línea que divide el recuerdo y la memoria se vuelve invisible a cada momento.
No son horas de olvidar también discurre sobre el amor, la muerte, la identidad y la pérdida, temas que revelan de qué se va constituyendo la humanidad a lo largo de la vida y que, acaso, solo salva la memoria.
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