En charlas de cuarentena, cuando los temas se acaban y debes de innovar, se me ocurrió preguntarle a la persona con la que hablaba cuál sería la canción que por antonomasia describiría el pop, y casi de inmediato contestó: “Like a Virgin”, de Madonna.
No puse ninguna objeción y aunque claro que Madonna no inventó el pop, sí allanó el camino e hizo el molde con el que las siguientes divas se miden.
Al menos hasta la década pasada, que si ahora pensamos en las actuales artistas pop, nada tienen que ver con Madonna, pero sin duda, ninguna de ellas podría desenvolverse tan grácilmente en lo que se sienten cómodas sin que una mujer en los ochentas decidiera hacer lo que le viniera en gana.
La carrera de Madonna Louise Veronica Ciccone comenzó con un viaje a Nueva York y 35 dólares en la bolsa, atendiendo a clases de baile mientras trabajaba de mesera en un Dunkin' Donuts, sufriendo una serie de vejaciones de todo tipo, hasta que en 1984 lanzó Like a Virgin, y los subsecuentes éxitos “Like a Virgin” y “Material Girl”.
Con este segundo álbum de estudio, logró ser número uno en más de siete países, y fue el primer álbum de una cantante femenina en vender más de 5 millones de copias en Estados Unidos. El primer single del álbum, “Like a Virgin”, estuvo seis semanas en el tope de las listas, mientras que el segundo sencillo, “Material Girl”, se hizo número dos.
Sólo bastaron unas cuantas presentaciones y el contenido de sus canciones para que molestara a muchos sectores, desde los partidos conservadores y la iglesia, quienes decían que la cantante promovía el sexo premarital y ponía en pelígro los valores familiares, hasta varios grupos feministas que aseguraban que esa demostración sexual era falso feminismo.
Tal vez fue la cantidad de polémica que esta mujer levantaba con sólo respirar, la innovación constante que por décadas logró, o que, tal como lo dijo Anna Wintour, “ella hace que la moda ocurra”.
Sin ella, mucha de la estética ochentera que recordamos con amor no existiría, gracias a Madonna existieron momentos como los corsés de Jean Paul Gaultier y la introducción de los pantalones capri al streetstyle, cada nueva reinvención de la reina del pop se convirtió en una tendencia.
A cada paso de una carrera de más de 30 años, cuestionó los límites del género, abriendo un espacio para su libre expresión y exploración. Desde sí misma, con una sexualidad desbordante y sin ningún tipo de vergüenza; hasta ser el ícono gay de la época, así como la concientización del sida, ya que muchos de sus amigos murieron de ello, como Keith Haring.
Sin hablar de su polémico documental En la cama con Madonna (1991), de Alek Keshishian, donde mostraba a dos de sus bailarines besándose apasionadamente, y en el que se hablaba de la libertad sexual que esos veinteañeros abiertamente homosexuales vivían.
Su vida y carrera musical bien podría ser catalogada como un eterno performance, tal vez porque eran los años en donde la creación de personajes comerciales estaba naciendo.
Tal vez su fama y eterno gusto por provocar, nacieron de la mano de sus amistades con los grandes artistas de la época, ya que parecía que en otras décadas la alta y baja cultura se unían en los mismos clubes de Nueva York.
Quizás fue la revolución y el estandarte de millones, desde las mujeres que deseaban un modelo a seguir como ella, hasta la comunidad gay, quienes se vieron reconocidos por esta mujer imberbe.
Pensemos en su éxito de hace treinta años, “Vogue” (1990), una de las grandes cúspides de la multifacética carrera de la artista. Madonna encontró una fuente de inspiración en los bailarines de vogue y en los coreógrafos Jose Gutierez Xtravaganza y Luis Xtravaganza de las comunidades de los ‘House Balls’ de Harlem, Nueva York, promotores del vogueing.
La canción de Madonna dio exposición mediática de la forma altamente estilizada de baile, inspirada en los jeroglíficos egipcios y en las poses de las modelos en las páginas de la revista de moda, como Vogue, de ahí su nombre.
Y tal vez como confirmación de los lugares donde Madonna encontró inspiración para crear y crearse a sí misma, nos encontramos con la mezcla que resulta ser el video “Vogue”. Dirigido por David Fincher, es una producción completamente en blanco y negro, inspirada en las películas de los años 20 y 30.
Las escenas del video muestran a Madonna y sus bailarines vogueando, con tomas inspiradas en las fotografías de Horst P. Horst, y una muestra de cuadros de Tamara de Lempicka, una artista art déco que ganó reconocimiento luego de que sus cuadros aparecieran en los videos de Madonna, y que la cantante comenzará a coleccionarlos.
Las circunstancias que se unieron alrededor de Madonna es posible que nunca se vuelvan a repetir.
Incluso ella se burla un poco de las nuevas formas de saltar a la fama, y hace unas semanas posteó un meme que dice “No YouTube, No Vine, No The Voice, No American Idol, No Disney. Sólo $35 dólares y un sueño”, y ella agrega en la descripción de Instagram “Tampoco Instagram, Twitter o Tik Tok”.
Si eres la reina del pop, sin ningún tapujo puedes hacer este tipo de broma, y es que es cierto, posiblemente nunca volveremos a ver a otra Madonna, con todo lo que eso significa.
Por lo que saber que la reina del pop trabaja en una cinta que habla de su trayectoria, de la mano de la guionista de Juno, Diablo Cody, es más bien interesante. Qué es lo que la extraña mente de Madonna puede querer mostrarnos en una recapitulación de sus sesenta y dos años en este mundo, dictando las formas, que aún hoy en día, están vigentes.
Por el momento no sabemos más del proyecto que el video que ella misma subió a su Instagram, donde parece que está creando el guion con Cody, con sus recuerdos y una docena de diarios sobre la mesa, mientras come nueces.
Esperemos pronto saber más sobre este proyecto en el que Madonna lleva trabajando en cuarentena, y ver qué es lo que nos quiere mostrar de su vida.
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