Todos recordamos “Bitch I’m Madonna”, no por lo buena que era, sino porque era como escuchar a tu mamá cantando “Anaconda” de Nicki Minaj, un despropósito que daba bastante cringe (pena ajena).
Lo que claro provocó consecuencias severas para la reina, Rebel Heart (2015) fue su álbum peor vendido, con tan sólo 238 mil copias adquiridas. Muy poco para la mujer con el récord mundial de más álbumes vendidos.
Aunque muchos crean que la señora no se sentó, lo hizo por varios años, para luego mudarse a Portugal para pasar tiempo con sus hijos y seguir el sueño de ser futbolista profesional de uno de ellos.
También es cierto que ya casi lleva cuarenta años en la industria, lo que ha hecho que más de una vez se haya reinventado. La última vez fue a inicios de siglo XXI con Confessions on a Dance Floor (2005). Y que esta vez haya tardado un poco más, no implica que se haya instalado en el ático de los buenos recuerdos.
Madonna habló sobre la reinvención para The New York Times:
Todo mi trabajo está informado por las cosas que aprendo, así que eso es lo que provoca la reinvención.
Precisamente eso es lo que buscábamos en Madonna, la posibilidad de reinventarse y ante todo arriesgarse, no sólo tratar de insertarse en las nuevas tendencias que duran poco.
Según diversas entrevistas, cuando Madonna viajó a Portugal pasó un tiempo en lugares oscuros. Hasta que salió a las calles para encontrarse con la diversidad musical que ahí se gesta. Relata El Mundo:
Empezó a acudir a las tascas de fado de Alfama. En el Tejo Bar, y luego en sesiones privadas en casas de artistas en la Costa de Caparica, se encontró con el underground musical de la capital lusa, donde consiguió conocer más sobre la cultura portuguesa y la de la comunidad lusófona. Conoció a Celeste Rodrigues, hermana de la mítica fadista Amália Rodrigues, y se convirtió en una cliente asidua de Mesa de Frades, uno de los grandes templos del fado. También se fue de fiesta con la brasileña Ive y el grupo de música popular Bela Quarteto.
Es precisamente en el amor de Lisboa por hacer música sin esperar nada a cambio, donde Madonna aprendió lo necesario para reinventarse.
Tampoco podemos ignorar el regreso del productor Mirwais, una de las cabezas detrás del último número uno de la cantante en Billboard Hot 100, “Music”.
Después de más de un año creando expectativa, Madonna regresó oficialmente con un single en compañía de Maluma, “Medellín”, una canción de reggaetón-pop. Aunque suena muy simple, es preciso advertir que si la escuchas lo suficiente posiblemente no puedas sacar de tu cabeza el coro: “Si te enamoro en menos de un año, no’ vamo’, no’ vamo’ pa’ Medallo”.
Aun así, todo parecía bastante simple para ser el regreso de la Reina del Pop después de años en silencio. Y si se hubiera quedado en este ritmo, definitivamente toda la parafernalia de su alter ego Madame X, hubiera parecido una puesta en escena tan falsa y artificiosa que nos quedaría un regusto como el que nos quedó después de su presentación en Eurovisión 2019.
Pero creo que nadie esperaba el trip auditivo que terminó por ser su decimocuarto álbum de estudio.
El segundo single que lanzó de la mano del rapero revelación Swae Lee, “Crave” es una canción más bien aburrida, una canción estilo R&B que no explota la voz tan particular del rapero, ni la de ella misma. A decir verdad, las esperanzas bajaron bastante.
Pero si algo es cierto en la Reina del Pop, es que en su haber tiene contradicciones tan grandes como hacer historia y hacer el ridículo. Así que antes de su polémica presentación en Tel Aviv, lanzó un tercer single, esta vez con Quavo de Migos. “Future” un dancehall increíble, el cual creó de la mano de Diplo.
Nuestras expectativas regresaron.
Lo que no esperábamos era la locura que resultó ser Madame X, una combinación tan barroca, ecléctica y bizarra que podemos decir sin miedo que nos quitamos el sombrero, Madonna se reinventó sin miedo y se atrevió.
Antes de lanzar Madame X, puso en nuestros oídos una de las joyas más brillantes y desvergonzadas de su álbum número catorce.
“Dark Ballet” es una canción inspirada en Juana de Arco, la cual empieza con un piano tranquilo, para continuar con un beat muy bajo que le da fuerza y dramatismo.
Luego… parece que Madonna y Mirwais se les botan más de tres tornillos. Mezclan fragmentos del Cascanueces de Chaikovski en un piano distorsionado, con la voz de Madonna autotuneada hasta un extremo que cuesta entender qué dice.
Pero funciona. Muchos críticos ya están llamando “Dark Ballet” la “Bohemian Rhapsody” de la Reina del Pop.
Después de este golpazo sensorial, llega “God Control”, una alusión al control de armas, donde a Madonna y a Mirwais les pareció una mezcla perfecta un piano con coros búlgaros, ritmos disco, rap de la vieja escuela, y bueno, todo lo que pudiera caber en los seis minutos con diecinueve segundos que dura esta canción.
Suena tan extraño que leído parece imposible que eso pueda funcionar, pero lo hace y no sólo eso, se siente orgánico y natural su convivencia en una misma pista.
Si alguno se pregunta, ¿en dónde están las influencias portuguesas que tanto nos presumió Madonna en su Instagram? Pues están casi todas (o al menos lo más logrado) en “Batuka”, aquí podemos escuchar a la orquesta Batukadeiras y a Madonna encabezando un canto tribal fresco y novedoso. Un himno que combina bien con el autotune que reina en el álbum.
Para no hacer de este artículo innecesariamente largo, hablemos de “Killers Who Are Partying”. El País la describe como “una de las cimas musicales de la Madonna de los últimos 25 años”, y no es para menos.
Esta canción es un “fado con toques de trip hop en el que denuncia todos los males que le han sucedido a la humanidad desde la II Guerra Mundial cantado en inglés y portugués”, aunque la letra resulta algo ridícula, podemos perdonarlo por lograr que una canción tan bizarra sea tan buena.
Definitivamente Madame X es la mujer con muchas personalidades que tanto nos anunció Madonna en un inicio. Una combinación de ritmos, idiomas, artistas colaboradores, productores y compositores, que hicieron que innovara.
Tal vez haya sido que esta vez no quiere llegar a las pistas de baile, el lugar en que reinó por décadas y dejarle esa tarea a otros artistas. Madonna, con sus sesenta años en este mundo, lo que ahora quiere es experimentar y arriesgarse.
Al fin de cuentas, ya no necesita un número uno para que conozcan de ella, ya puede darse el lujo de darnos un álbum espantoso, Rebel Heart, y regresar con una expectativa tal que todos están escuchando Madame X. Aunque les guste o no, eso es lo de menos, las reproducciones se quedan.
Curiosamente una de los grandes hoyos del álbum, es una reinterpretación de “Bitch I’m Madonna”, pero en 2019 con Maluma y un reggaetón sucio al grado que da bastante cringe, “Bitch I’m Loca”.
En pocas palabras, aquí vemos a Madonna queriendo adjuntarse a lo que está de moda, como en su canción de 2015, y como podemos comprobar nuevamente, no funciona. Una suerte similar se lleva “Faz Gostoso”, la cual canta con la estrella pop brasileña Anitta, no terminan de sonar distinto y brillar por sí sola.
No es un álbum que tenga calificación de diez sobre diez, pero sin lugar a dudas se lleva un nueve.
Antes del lanzamiento de este LP, me preguntaba si podríamos volver a ver a la Madonna que extrañamos, la que se arriegaba, la que quemaba cruces, besaba a las herederas al trono del pop, o llevaba un brassier de conos.
Y Madame X es la respuesta. ¡Madonna escuchó nuestras plegarias!