Desde siempre un elegante, sutil y perfecto regalo ha sido una buena fragancia, sobre todo cuando hablamos de alguien realmente especial en nuestra vida. Claramente, nuestras madres están en la primera fila de esta lista de personas. Es por eso que para este 10 de mayo el regalo ideal para ellas es ofrecerles la experiencia aromática de nuestro amor por ellas. 

 

La experiencia de los aromas y fragancias se traslada a distintos rincones de nuestra vida. Pensando, primeramente en la estrecha relación biológica que existe entre un olor y la memoria. Piénsalo, seguramente tienes un recuerdo que destaca por el aroma que de este emana, algo que te traslada entre el tiempo y el espacio para revivir el instante en el que esa fragancia protagonizó a una persona, una circunstancia o hasta una emoción. 

 

Incluso, los aromas han sido objetos de estudio medicinal para distintas alternativas en tratamientos médicos. Un ejemplo, es cuando la aromaterapia para el descanso o relajación. Cuando tenemos problemas para conciliar el sueño y por ende un buen descanso, la fragancia de lavanda es una gran aliada para ayudarnos a conseguir un descanso profundo y completo.

 

Desde las soluciones milenarias, hasta la modernidad en la que el mundo ha adquirido el concepto del estilo como forma de vida, y en la que se incluye al mundo de las fragancias en la industria de la moda, las fragancias han protagonizado un estatus relevante en nuestras esferas sociales. 

 

Si bien, no hablamos de finos vestidos o excelentes abrigos, una fragancia supone un accesorio que puede ir desde lo más sencillo hasta lo más extravagante. Incluso, la industria de la perfumería ha explotado esta idea. Pues tan sólo vemos un comercial de perfume y siempre resaltan los elementos de elegancia, sobriedad y calidad. Casi siempre, se trata de perfumería de alta costura con una visión mucho más amplia de lo que podría suponer un simple frasco de esencia. 

 

En cuanto a la memoria y la permanencia de un instante, un buen viaje en el tiempo y el espacio puede ilustrarse en la esencia reflejada con la fragancia de un buen perfume.