“Buñuel tenía que ser muy barato para tener libertad. Era fundamental para él hacer un cine libre. Él con su leica (cámara fotográfica), humildemente, iba buscando los exteriores de sus películas. Ese trabajo previo que hacía, unido a un trabajo de guion muy exhaustivo, hacía que los rodajes fueran hasta en 21 días, como Los olvidados que rodó en exactamente 21 días y ahora es una obra para la eternidad”, apunta Javier Espada, director del Centro Buñuel de Calanda (CBC), en España, para dar pie al recorrido de Buñuel en México, en la Cineteca Nacional.
Hay muchos hitos en la historia de la cinematografía mexicana, pero ninguno se compara con la mente surrealista de Luis Buñuel, quien tras la guerra civil española se exilió de sus raíces para naturalizarse como mexicano. Su talento y perfeccionismo, a la hora de creación, lo llevaron a realizar parte importante de su cine en México, en un periplo en cual ocasionalmente filmaba grandes coproducciones internacionales, como La muerte en el jardín (1959) o Viridiana (1961) en Francia y España respectivamente. Por lo que la Cineteca Nacional ha decidido homenajear su obra, principalmente la que llevó a cabo en nuestro país y lo forjó como la leyenda que fue, con la exposición, el ciclo de cine y conferencias sobre Buñuel en México, a partir del 30 de octubre.
“¿Cuándo llegará, señores lógicos, la hora de los filósofos durmientes?”, reclamaba André Breton en su Manifiesto Surrealista (1924), entre disertaciones de lo que es y no es la realidad, el poeta y crítico francés decidió elevar su pensamiento al mundo onírico en el que la realidad y los sueños conviven en formas de metáforas, para así convertirse en una realidad. Para Buñuel este mundo era posible, era real.
El cineasta surrealista “jamás improvisaba”, asegura Javier Espada. Mientras iba creando una historia, acomodaba las piezas de tal forma que nada quedaba tambaleando. Únicamente se daba la libertad de improvisar, o añadir algo no planeado, cuando funcionaba en la historia. Su exhaustiva búsqueda por conseguir un trabajo bien hecho lo llevó a tomar fotos de diversos lugares en México, para dar con las locaciones ideales para sus películas. De esto surge abundante material para la exposición Buñuel en México.
“Si me pierdo un día, buscadme en cualquier sitio menos en Latinoamérica”, decía Buñuel a modo de broma, y la vida, a modo de broma también, lo trajo a México en 1946. Después de haber perdido su trabajo en el MoMa en Nueva York, por culpa, en parte, de Salvador Dalí, quien publicó un libro de memorias y acusaba a Buñuel de ser ateo y comunista, llegó a México, a un México que lo atrapó.
“México es el país que gana la Guerra Civil Española”, declara Espada, “todo lo que no mató Franco ni el franquismo vino a parar aquí”, agrega. Tras explicar la llegada de Buñuel a nuestro país y su encuentro con amigos del exilio, y el inicio de una prolífica etapa para el cineasta.
Ahora que tenemos a Luis Buñuel en un pedestal tan alto, es difícil imaginar que también fue creador de grandes fracasos, pero como todo artista y genio, las rutas hacia grandes obras maestras siempre conllevan piedras y muros difíciles de esquivar. Por eso no sorprende que su primer trabajo realizado en México haya sido, nada más y nada menos que un musical ranchero. Así es, cuando uno de los genios surrealistas del exilio español aterrizó en tierras mexicanas, lo primero que le ofrecieron fue realizar un musical junto con Jorge Negrete.
Así nació Gran Casino (1947), la cual tendremos oportunidad de ver en la pantalla grande en el ciclo de cine, del 1ro de noviembre de 2019 al 2 de enero de 2020, o como la nombró Javier Espada “Gran Fracaso”, y con lo que Buñuel se quedó dos años sin filmar después de esto. No obstante, un dato curioso en esta filmación es la técnica a la que recurrió el cineasta.
Gran Casino consta de una escena de un solo plano. Se trata de la escena en la que sale una bailarina y la cámara empieza la toma por sus pies, sube por sus piernas, todo esto sucede mientras ella está bailando en un teatro. Baja del escenario por un lado, y le da la vuelta al lugar, pasando por las mesas, regresa por el otro lado al escenario. Toda esta escena está filmada en un solo plano. Lo cual fue una rareza técnica bastante importante para su momento.
A pesar de que hemos sentenciado el perfeccionismo de Buñuel, sobre todo en cuanto a sus guiones, El Gran Calavera es la única película en la que él no se involucró en el guion, ya que fue un encargo del famoso actor de la época Fernando Soler. Durante el recorrido de la exposición Buñuel en México podrás apreciar fotografías de los rodajes en los que Buñuel trabajó, también retratos del artista y piezas fundamentales de su obra y su vida misma.
Los olvidados (1950) es una de las películas más importantes en la obra de Buñuel, sobre todo en su etapa en México, y que también formará parte de la retrospectiva de Buñuel en México. Al respecto, Espada relata una anécdota alrededor de esta cinta:
“Conforme avanzaba el rodaje crecían los problemas. La peluquera decía, ninguna madre mexicana dejaría sin comer o sin cenar a su hijo. En fin, hubo muchas presiones por parte del equipo, todo el mundo estaba muy enojado con esta película y Buñuel decidió improvisar un final alternativo, un final que termina bien y que estuvo perdido hasta que se halló con motivo de la presentación de la película ante la UNESCO, para que ingresará en el proyecto de La Memoria del Mundo, cuando se descubrió que había una lata más pequeña”.
Continuó, “Esa lata contiene un final, que está musicalizado y listo, para cortar el uno y pegar el otro. Estaba preparado, por suerte, no hizo falta, porque ganó en Cannes. Ese final es toda una lección de cine, es un final que dura unos 40 segundos y con ese final se destruye la película, con ese final Los Olvidados no vale nada. Eso es el cine, contar una historia, y tú no puedes traicionar la historia que estás contando”.
Javier Espada reflexiona, “cambiar el final por uno feliz es cagar la película, al espectador lo has traicionado. Es muy interesante ese final, porque de lo que está hablando es de la fuerza del cine, cómo se construye el cine. Pensemos en lo que mueve a Buñuel para hacer esta película. Un día lee en el periódico que ha aparecido un cadáver de una adolescente en un vertedero de basura, y Buñuel dice: ¿qué puede pasar en una sociedad para que el cadáver de una adolescente termine así?”
“Los olvidados es una película que busca incomodar al público, denunciar lo que está pasando, y lo que Buñuel quiere es hacer que el público reaccione. Estamos hablando de que ha nacido un nuevo tipo de cine, y eso se lo debemos a Buñuel, porque luego se llamará el tercer cine y tendrá una gran importancia en Latinoamérica”, concluye Espada.
Buñuel en México es una perfecta oportunidad para conocer más de la obra del genio surrealista que ha sido un referente clave del género en los últimos años. Se contó con el apoyo de la Filmoteca Española, la Fundación Televisa y el archivo Héctor y María García. Asimismo, también se contó con la colaboración de la familia Buñuel, a través del Luis Buñuel Film Institute en Los Ángeles, y también de amigos cercanos, quienes ofrecieron el préstamos de ciertos objetos y fotografías para la exposición.
Además de las diferentes cintas que tendrán lugar en la Cineteca Nacional a partir del 1ro de noviembre de 2019 al 2 de enero de 2020 y la exposición, del 30 de octubre de 2019 al 19 de abril de 2020, tampoco puedes perderte el ciclo de conferencias para complementar tu experiencia. Serán los miércoles, a partir del 30 de octubre, con Buñuel, un surrealista en México con Javier Espada; el 6 de noviembre, Buñuel en el contexto del cine mexicano con Iván Ávila y el 4 de diciembre, El lenguaje onírico y cinematográfico en Luis Buñuel, reflexiones desde el psicoanálisis con Alberto Montoya.
No podríamos entender el cine de Buñuel sin su trabajo en México, su obra ha dejado un legado para los cineastas y cinéfilos que están en constante búsqueda de nuevas rutas para crear y contar sus propias historias. Por eso, para cerrar, traigo a la mesa las palabras de Javier Espada que simplifican el trabajo de Buñuel y una lección que dejó latente el fallecido cineasta para sus seguidores y futuros artistas:
“Hay que ser libres. Hay que ser uno mismo. No vale imitar a Buñuel, porque si imitas a Buñuel no estás contando la historia con tus tripas, con tus entrañas con tu corazón. Lo que te enseña Buñuel es que tienes que ser tú mismo, y contar la película desde ti mismo. Yo creo que esto es toda una lección de cine. Él lo único que dice es que seas honesto, que cuentes la película que llevas dentro”.