Los misterios de la covid-19

Vida y estilo Calendario 03 sep 2022 Nora Morales

La vida dio un giro de 180° cuando el SARS-CoV-2 explotó en el mundo, creando una pandemia que aún persiste aunque los casos sean menores y así como las defunciones. 

Aunque tenemos aún más tecnología que hace un siglo con la gripe española (lo cual ha permitido crear una vacuna en menos de un año, entre otros avances fundamentales para combatir la covid-19), la realidad es que aún ahora tenemos más preguntas que respuestas sobre esta enfermedad.

Y aunque al menos tenemos una noción clara de cómo se contagia y cómo podemos prevenirlo, incluso tratarlo, existen preguntas que llegan incluso a la connotación de misterio. Aunque algunos no son tan claros, sino tal vez en un futuro podamos mirar hacia atrás y entender muchas cosas, por el momento a casi tres años de que la vida del mundo entero se transformó, hablemos un poco de aquellos misterios que rodean a la covid-19.

Aunque la lógica nos indica que para comenzar bien debemos de hacerlo desde el principio, la realidad es que la covid-19 nos obligó a dejar de preguntarnos el porqué y actuar conforme a lo que acontecía en el mundo. Por lo que después de que la inmunización comenzó a llegar y con ello la reducción de los decesos, las preguntas pudieron dirigirse en pro de un origen.

Claro que las teorías conspirativas no se hicieron esperar, desde que fue una creación para erradicar a la mayor cantidad de la población, hasta que fue un experimento de un país poderoso para desestabilizar al mundo entero. La realidad es que los humanos buscamos un origen a través del porqué, más allá de ver la realidad objetivamente. 

En este sentido, y con las fricciones entre China y Estados Unidos, el mundo entero alzó una ceja cuando la potencia mundial occidental mandó a un equipo a buscar la verdad del origen del virus, dando a entender que podía haber gato encerrado.

Sin dejar de lado la existencia de los secretos de Estado, los científicos llegaron a la conclusión de que su origen es orgánico, es decir, no existe ningún laboratorio secreto que tuviera el virus T y que se propagara por error o no.

Todo parece indicar que fue obra de dos eventos zoonóticos, es decir, dos eventos en el que el virus cruzó especies con humanos. En este caso, la base científica está en el estudio de los linajes del virus, en el estudio genético de las familias de virus que se van generando a medida que avanza la infección. No llegan a ser variantes, pero casi.

Según estos resultados, la primera transmisión del virus tuvo lugar a finales de noviembre o principios de diciembre de 2019, mientras que el segundo evento de zoonosis llegaría semanas después del primero.

Estos nuevos datos definen un margen de tiempo muy corto entre el momento en que el SARS-CoV-2 saltó por primera vez a los humanos y el momento en que se informaron los primeros casos de COVID-19. Por lo tanto, al igual que con el SARS-CoV-1 en 2002 y 2003, la aparición del SARS-CoV-2 probablemente fue el resultado de múltiples eventos zoonóticos.

Aunque no se sabe cuál fue el puente que permitió la proliferación de la covid-19, al menos sabemos que efectivamente el paciente cero, una pescadera, tuvo lugar en el mercado de mariscos de Wuhan, China.

Después de descartar el origen no orgánico de la covid-19, muchos podríamos decir que se ha solucionado el mayor misterio, cuando la realidad es que los científicos ni siquiera saben a ciencia cierta cuántos virus se necesitan para contagiarte.

Por cuestiones de ética, no pueden experimentar con humanos, por lo que es posible que no sepamos nunca cuántas gotículas se necesitan aspirar para contagiarte del virus, una respuesta que cambia de persona en persona y de variante en variante. Al final, parece casi una curiosidad científica más que información que realmente ayude a detener los contagios o la mortalidad.

Uno de los grandes misterios no proviene de la cantidad de virus que se necesitan para contagiarse, sino de las razones por las que algunas personas padecen la llamada covid-19 prolongada. Una enfermedad que afecta a una de cada tres personas que han padecido la enfermedad, la cual hace a los afectados vivir con una serie de síntomas que les impide hacer su vida diaria.

Aún no se sabe por qué algunas personas viven esta enfermedad, la cual en gran parte es creada por la inflación del cuerpo a partir de un cuadro agudo de covid-19. ¿Por qué ocurre esto? Según un estudio centrado en pacientes hospitalizados por COVID-19, muestra que algunos de ellos albergan restos virales durante semanas o meses después de que se resuelven sus síntomas primarios de covid-19.

El estudio sugiere que cuando el material genético del virus, llamado ARN, permanece en el cuerpo más de 14 días, los pacientes pueden enfrentar peores consecuencias de la enfermedad, experimentar delirio, permanecer más tiempo en el hospital y tener un mayor riesgo de morir por covid-19, en comparación con aquellos que eliminaron el virus rápidamente. 

La persistencia del virus también puede desempeñar un papel en el covid prolongado, el conjunto debilitante de síntomas que puede durar meses. Las estimaciones sugieren que entre 7,7 y 23 millones de personas, sólo en Estados Unidos, se ven ahora afectadas por el covid prolongado.

Pero este es sólo uno de los cuatro factores de riesgo que pueden llevar al covid prolongado. Otro de los factores son anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr, que causa la mononucleosis infecciosa (mono) y que muchas personas contraen sin síntomas; así como la diabetes de tipo 2, y los autoanticuerpos específicos que se asocian a la disfunción inmunitaria y a la mortalidad por covid-19.

La realidad es que para tratar esta afección que cargan millones de personas silenciosamente, en menor o mayor medida, sólo puede ser tratado en hospitales con cientos de especialistas en todas las diversas maneras que se muestra el covid prolongado.

No sólo el por qué a algunos les afecta más que a otros es un misterio, sino el por qué no contagia a otros. En este caso a un continente completo, Africa.

Aunque suene extraño, en Sierra Leona, un país con una población de ocho millones de personas en la costa de África occidental, se siente como una tierra inexplicablemente salvada de la pandemia. Y este es sólo un ejemplo de los grandes misterios de la pandemia. 

En este país subsahariano la gente se reúne para celebrar bodas, partidos de futbol y conciertos, todo sin mascarillas. Los hospitales regionales sólo han registrado 11 casos desde el inicio de la pandemia, y las salas están llenas de pacientes con malaria.

La baja tasa de contagios, hospitalizaciones y muertes por coronavirus en África Occidental y Central se encuentra en el centro de un debate que ha dividido a los científicos en el continente y más allá de sus fronteras. A diferencia de Sudáfrica, donde los contagios y los fallecimientos crecen cada día. 

Durante los primeros meses de la pandemia, se temía que la covid pudiera diezmar al continente africano, arrasando países con sistemas de salud tan débiles como el de Sierra Leona, donde sólo hay tres médicos por cada 100 mil habitantes. La alta prevalencia de la malaria, el VIH, la tuberculosis y la desnutrición fue vista como factores que preveían un desastre.

Pero eso no ha sucedido. La primera versión del virus que recorrió todo el mundo tuvo un impacto comparativamente mínimo aquí. La variante beta devastó Sudáfrica, al igual que delta y ómicron, pero gran parte del resto del continente no registró un número de muertos similar.

La sorpresa fue que en este tercer año de pandemia se hicieron estudios a gran parte de la población, encontrando que aproximadamente dos tercios de la población en la mayoría de los países subsaharianos tienen anticuerpos contra el SARS-CoV-2. Sólo el 14 por ciento de la población ha recibido algún tipo de vacuna contra la covid, por lo tanto, los anticuerpos provienen abrumadoramente de los contagios.

Un nuevo análisis dirigido por la OMS, y que aún no ha sido revisado por pares, sintetizó encuestas de todo el continente y encontró que el 65 por ciento de los africanos se habían contagiado para el tercer trimestre de 2021, una tasa más alta que en muchas partes del mundo. Solo el 4 por ciento de los africanos habían sido vacunados cuando se recopilaron estos datos.

Por lo que sí, la covid-19 llegó al continente africano pero no diezmó a la población, y el misterio está en por qué. Algunos expertos especulan que es debido a la juventud de los africanos, donde la media de edad son 19 años, a diferencia de los 43 en Europa y los 38 en Estados Unidos. Por lo que es más probable que hayan sido asintómaticos.

Lo que ha llevado a crear otras hipótesis como que las altas temperaturas hacen que la vida se lleve al aire libre, lo cual evita la propagación. Pero desde que la covid arrasó el sur y el sudeste de Asia el año pasado, se ha vuelto más difícil aceptar estas teorías. 

Ya que la población de la India también es joven (con una edad promedio de 28 años) y las temperaturas en el país también son relativamente altas. Pero los investigadores descubrieron que la variante delta causó millones de muertes en India, muchas más de las 400 mil reportadas oficialmente.

Claro que muchos teorizan que en realidad es sólo una falta de contabilización oficial, pero los médicos y científicos de Sierra Leona aseguran que a pesar de estas deficiencias, millones de muertes no sería algo que simplemente no se supiera, ya que los funerales son eventos que no pasan desapercibidos, siempre se hace un anuncio por medio de las radios locales o de boca en boca. 

Concluyendo que puede que no haya números exactos, pero la percepción es palpable, ya que en los medios y en los círculos sociales se sabe si hay muertes. Además que después de la experiencia del ébola, los ciudadanos sierraleoneses han estado alerta ante cualquier agente infeccioso que podría ocasionar fallecimientos entre las personas de sus comunidades. Los expertos incluso aseveran que si ese fuera el caso, no seguirían participando en eventos.

Es decir, el continente africano enferma pero no muere, lo cual sigue siendo uno de los grandes misterios de la covid-19, y aunque hay estudiosos buscando respuestas, es posible que no tengamos una respuesta pronto.

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FOTO: Daniel Schludi en Unsplash  

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