23 jun 2020
Los códigos QR fueron la creación de la empresa japonesa Denso Wave con sede en Aichi, en 1994. La idea comenzó como una demanda de los trabajadores cansados de escanear las cajas varias veces ya que los códigos de barras pueden soportar muy poca información, lo que dio pie para crear códigos que pudiera transmitir una gran cantidad de información en un solo escaneo.
Masahiro Hara fue el inventor de esta forma de comunicación, que después de más de 20 años, sólo sigue tomando cada vez más auge.
Solía jugar al Go en mi hora del almuerzo. Un día, al disponer las piezas en blanco y negro sobre la cuadrícula del tablero, me di cuenta de que era un modo muy fácil de transmitir información. Fue como una revelación.
Al poco tiempo decidieron ceder la patente, y con la llegada de los smartphones más de una década después, estos códigos nacidos de un juego de mesa japonés parecen el futuro de la sociedad mientras la crisis sanitaria continúa.
Las empresas creadoras de códigos QR han visto aumentado su trabajo en un 200%, sobre todo en países asiáticos donde su uso está teniendo muchas más aplicaciones.
En nuestro país, en algunos lugares, ya puedes tener acceso a los menús para pedir para llevar por medio de una código QR, y antes de la pandemia, ya era común que se incentivara el pago por medio de estos códigos.
Pero estas formas de utilización, son sólo la punta del iceberg, si lo comparamos con el mundo asiático. Allá se han comenzado a utilizar, desde antes de la pandemia, para verificar la identidad de los usuarios que van a cajeros automáticos, así como para asegurar que se abran las plataformas anticaídas a la llegada del vagón en el metro.
De igual forma, para verificar la autenticidad de vuelos y de transportes es muy usado, pero a raíz del terror que ha causado el Covid-19, se han comenzado a implementar como una forma de controlar al virus, con su mayor uso en China.
Los ciudadanos chinos tienen que completar sus datos personales, aportando su número de identidad nacional o de pasaporte y número de teléfono, así como rellenar un cuestionario sobre el historial de viajes y los síntomas como fiebre, fatiga, tos seca, congestión nasal, dolor de garganta o diarrea.
De esta manera, las autoridades verifican esta información y se les asigna un color, a modo de semáforo, equivalente a su estado de salud actual. En este sentido, el verde significa que la persona está bien para desplazarse, el amarillo significa que ha estado cerca de alguien que ha estado enfermo y el rojo significa que debe quedarse en casa.
Los usuarios con un código rojo deben pasar a cuarentena durante 14 días, aquellos con código ámbar serán puestos en cuarentena durante siete días, mientras que los usuarios con un código verde pueden moverse libremente por la ciudad.
Así pues, cada que un ciudadano o visitante en China decide ir a un restaurante, o un lugar público, debe mostrar el código QR que arroja la aplicación en el cual se muestra dónde ha estado en los últimos 14 días y en qué color está su semáforo.
Aunque esto ya suena a un capítulo de Black Mirror ha tenido resultados y ya ha sido exportado a otros países asiáticos, como Japón. El problema radica en que no muchos están de acuerdo con lo que se hace con su información, y se preguntan si realmente está segura.
Pero no todo es color de hormiga, ya que los códigos QR también le han hecho la vida más fácil a los profesores y alumnos que han tomado clases en línea, ya que fácilmente los profesores pueden adjuntar videos, podcast u otra serie de información al darle información a sus alumnos.
El futuro parece estar en estos códigos que fueron inventados por un ingeniero en los noventa, con base en un juego de mesa, al final es la forma más fácil de comunicar información a gran escala.
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