Las crisis y las tragedias a gran escala suelen impulsar a las sociedades a grandes cambios, a la inversión tecnológica, y a unirse en contra de un enemigo común. Claro que muchas de estas crisis en el pasado habían sido guerras, por lo que no podemos compararla con la pandemia de la covid-19, ya que el enemigo es “invisible” y no humano.
Por ejemplo, en la Segunda Guerra quedó el empleo pacífico de la energía atómica, producida tras esa carrera desenfrenada por conseguir la bomba antes que Hitler y cuyos conocimientos ahora se aplican al tratamiento de algunos tipos de cáncer y en la generación más o menos renovable de energía.
Pero no es el primero ni el único de los hallazgos que trascendieron su origen. Los gases de la guerra química se usaron luego en agricultura, y con el fin de curar a los lisiados por las bombas se obtuvieron avances en las cirugías y los implantes.
A diferencia de la Segunda Guerra Mundial, los avances tecnológicos no fueron para fines bélicos en primer lugar, sino que desde el inicio se crearon para el beneficio de la humanidad.
Demostrando las capacidades que la ciencia actual tiene, y aunque existe mucha desconfianza y desinformación al respecto, sin duda, vale la pena mirar nuevamente a lo que nuestra humanidad ha logrado en este momento de crisis.
Vacuna en menos de un año
El hecho de que este coronavirus y la enfermedad que provoca sean nuevos hace que aún existan muchos vacíos de conocimiento a sus alrededores. Pero hay algo que los especialistas tienen claro: la única forma de lograr la inmunidad colectiva es con una vacuna.
En este sentido y con las nuevas tecnologías, un proceso que suele llevarse a cabo en 10 años, se concretó en menos de un año en su primera versión. Lo cual y muy a pesar de las variantes, ha salvado innumerables vidas y ha permitido que la sociedad vuelva a encontrarse.
Chicle contra el SARS-CoV-2
Para complementar la función de las vacunas, un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, ha estudiado el potencial de un chicle cargado con ACE2, la proteína a la que se engancha el SARS-CoV-2 para atacar nuestro organismo, para inhibir o bloquear la carga viral presente en la saliva y así ayudar a no contagiar a otros y a prevenirnos de una posible covid-19 grave.
Según estos, la goma de mascar reduciría hasta en un 95% la carga viral presente en la saliva, lo cual podría ayudar a frenar la transmisión cuando las personas infectadas hablan, respiran, tosen o estornudan.
"Cuando el SARS-CoV-2 infecta, va capturando las proteínas ACE2, que se encuentran también solubles en saliva. Han encontrado que, en las personas con infección vírica, baja la cantidad de proteínas ACE2 en saliva, porque el virus se va uniendo a ellas aunque no las pueda usar para entrar en las células porque simplemente se unen la proteína S del SARS-CoV-2 con la proteína ACE2 disponible", explica Guillermo López Lluch de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
En este sentido, el chicle lo que haría es “darle al virus proteínas ACE2 fabricadas para bloquear todas las proteínas S del virus y evitar que se unan a las proteínas ACE2 que están en las células. Bloquea, satura las proteínas víricas que utiliza el virus para entrar en la célula (la 'S' de Spike), de manera que el virus no pueda entrar en las células porque ya tiene todas sus proteínas ocupadas. Es como si el virus tuviese un manojo de llaves del mismo tipo para la misma cerradura, pero le damos trozos de esa cerradura para ir bloqueando las llaves y no se puedan usar".
Logrando que baje la cantidad de virus presentes en la saliva y el esófago, aunque ya llegando al tubo respiratorio sería más complicado inhibir. Pero sin duda, suena a una idea interesante que aún no sabemos si llegará a ver la luz.
Vacunas orales
Genomma Lab en alianza con Oravax Medical, anunciaron hace unas semanas la comercialización de una vacuna oral contra la covid-19 en México. Y aunque suene de ciencia ficción, como las pastillas de Dragon Ball Z que guardan hasta automóviles, parece ser que está más cerca de lo que creíamos.
Esta nueva vacuna se conforma de tres proteínas específicas que asemejan diversos componentes del virus (CoV-2 del SARS), incluyendo algunas proteínas que son menos susceptibles a la mutación, por lo que puede ser potencialmente más eficaz para proteger contra variantes actuales y futuras del virus covid-19.
Si se aprueba, que aún están los papeleos para que las instituciones mexicanas lo autoricen, se usaría de forma independiente o como refuerzo para personas previamente vacunadas. El método de administración oral puede resultar en una mayor seguridad al reducir los posibles efectos secundarios.
Hasta este momento, se están preparando para los ensayos de fase tres, después de que se completó la fase 1 en Sudáfrica con éxito.
Esperemos los resultados próximamente, además de la aprobación de la OMS para lograr que sólo tengamos que tomarnos una pastilla cada año, y tengamos las mismas ventajas que las vacunas tradicionales intravenosas.
Moda antiviral
Como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, la indumentaria funcional está tomando delantera en las tendencias, como combinar nuestro cubrebocas con el outfit que llevamos, o llevar una mascarilla statement. Sea como sea, la indumentaria funcional no sólo se centrará en las mascarillas, sino que también se busca crear prendas que eviten un posible contagio, esto con textiles que sean antivirales.
En este sentido, una marca de ropa de trabajo argentina, Santista, ha buscado crear ropa que ofrezca protección adicional. Según la empresa, esta nueva tecnología inhibe además la proliferación de hongos y bacterias, causa habitual de infecciones hospitalarias como neumonía, infecciones urinarias, candidiasis, meningitis, endocarditis, entre otras.
Marcio Coimbra, gerente de Negocios de Santista JeansWear explica que esta línea de textiles, busca “conciliar las tendencias de moda que incluyen el aspecto visual, colores, moldería o construcciones con funcionalidad es el desafío que tenemos. Por ejemplo, el consumidor en este período de nueva normalidad incrementó el uso de la bicicleta como vía de transporte y podemos ofrecer un producto con protección a fluidos (agua y aceite) y suciedad para que la persona llegue a su destino laboral sin manchas”.
Así pues, parece que las botas de trabajo, los chalecos militares y los overoles no sólo son una respuesta estilística, sino que las tendencias sí están apuntando a crear ropa utilitaria que impida que contraigamos enfermedades, o llegar sucios al trabajo.
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FOTO: Pixabay