El día de hoy llega a las de cine Locos por la herencia, la nueva comedia del director Juan Carlos de Llaca (Por la libre), que cuenta con la participación de Paulette Hernández en el papel de Andrea y Alberto Guerra como Héctor, además de Tiaré Scanda y la primera actriz Julieta Egurrola.
Esta comedia trata de la disputa por la herencia familiar entre los hermanos Andrea y Héctor, este último adoptado, tras la muerte de su padre. Al leer el testamento en el que su padre les pone tres requisitos para recibir la herencia: hacerse cargo de la empresa de chocolate, casarse y tener hijos, algo que escandaliza a los hermanos ya que siempre han vivido sus vidas derrochando dinero y sin sentar cabeza. En caso que no cumplan ninguno de estos aspectos su tía (Julieta Egurrola) permanecerá como heredera universal. Sin embargo, si ninguno de ellos estuviera de acuerdo en las cláusulas o ella viera que no son capaces de sacar adelante el negocio familiar, ella puede elegir a quien crea conveniente siempre y cuando sea familiar directo.
Esta cinta se vale de una fórmula muy frecuente en el cine de comedia romántica (un ejemplo es Nosotros los Nobles), los hermanos ricos que gastan dinero como si creciera en los árboles y de pronto se ven a punto de perderlo todo y como era de suponerse, Andrea y Héctor se ven ahora en aprietos ya que ninguno tenía en sus planes casarse o tener hijos y al hablarlo con sus parejas actuales, sólo terminan quedándose solteros casi al mismo tiempo.
Tras múltiples intentos por sacar a la empresa de los números rojos y sobre todo por llevarse bien, a petición de la tía, ambos comienzan a mostrar cierta atracción hacia el otro, lo cual les hará despertar recuerdos que darán una explicación de por qué Héctor nunca estaba en casa.
Si bien la tía parece ser el personaje más centrado, ella pareciera no estar preocupada en otra cosa que hacer cumplir la voluntad de su hermano mejor hablemos de las aristas de los personajes, dejando de lado la trama, la vida de los personajes son el verdadero foco de esta cinta, ya que en todo aspecto el director hace que conozcamos su pasado, los hechos que marcaron su infancia, por qué antes eran de una forma y en el presente se comportan de otra, justificando cada palabra, utilizando el pasado de los protagonistas la cinta. Así también justifica los problemas de la familia que posteriormente fueron heredados a nuestros personajes principales, dicho en otras palabras, cada acción que veamos tiene su detonante.
Como último punto que podemos destacar y que también es importante advertir, son las escenas y situaciones que tal vez el público más conservador sienta un poco de incomodidad pero que va ligado al mensaje principal el cual es “no puedes juzgar el comportamiento de nadie, si tú podrías caer en lo mismo” un mensaje que el director deja muy en claro. Por desgracia no se salvan de los clichés de “juniors” y los elementos reciclados de otras producciones, que de pronto aparece el tema del incesto intentando dar un giro sorpresivo a la trama, en lo personal sin éxito, debido a que en todo momento es predecible ya que una y otra vez escuchamos a Héctor repetir que es adoptado.
A pesar de lo mencionado, se arriesga y toca temas y situaciones que difícilmente son aceptados en el cine de nuestro país.