Había una vez en… Hollywood es la novena película del director Quentin Tarantino, la cual tardó 5 años en escribir, por tanto, nada o casi nada de lo que nos muestra en pantalla es azaroso. Como puede jactarse una buena película de autor, la cinta más reciente de Tarantino tiene muchas capas y lecturas distintas, todo sin sacrificar el estilo tan particular del director.

Como algunas de las cintas de Tarantino, Había una vez en… Hollywood está situada en nuestra realidad y en un contexto histórico específico. En este caso, es lo que sucedió en California en 1969, como analogía del cambio de una nueva época.

Así pues, dos de los tres personajes principales de la novena película de Tarantino son ficticios y los que nos hacen transitar la trama con todo lo que quiere decir el director, y el tercero es Sharon Tate, una actriz que no es ficcional y es interpretada por Margot Robbie.

Aunque Sharon Tate en su tiempo era poco conocida, su fama nació, desgraciadamente, al mismo tiempo que la de Charles Manson y su familia.

Charles Manson es más conocido por ser un asesino serial, pero lo que lo diferencia del resto, es que él nunca fue el actor material de ninguno de los asesinatos que desencadenó. Todos fueron hechos por la Familia Manson, una comuna con mujeres menores de edad, así como un par de hombres, los cuales estaban tan manipulados como drogados.

Manson era un manipulador de primera, y mucho de ello proviene de la Cienciología, en particular el libro de Ron Hubbard Cómo ganar amigos e influenciar a la gente (1936). Estos estudios, aunados a su carisma y oportunismo en el movimiento contracultural de la década de los sesenta, le permitieron crear la Familia Manson, una comuna que se sostenía con base en los valores hippies que no compartía pero adecuaba a sus necesidades. 

El sueño de Manson era el estrellato, el cual obtuvo (de una forma u otra) gracias a explotar de muchas formas a las jóvenes que la seguían.

Su influencia creciente y los contactos generados lo llevaron a conocer a Dennis Wilson, miembro del grupo Beach Boys, quien quedó fascinado con la figura de Manson (además de los favores sexuales de sus seguidoras), esto lo motivó a invitar al culto a vivir en su casa y darle al líder miles de dólares para que cumpliera su sueño de grabar un disco. Cuando el manager de Wilson echó a Manson y su séquito de la casa del músico, el grupo se instaló en el hoy mítico Spahn Movie Ranch.

Wilson, todavía atrapado en las redes de Manson, continuó impulsando su carrera musical y accedió a grabar uno de sus temas con los Beach Boys, además de presentarle a Terry Melcher, productor musical e hijo de una de las actrices ícono de la era dorada de Hollywood. Este productor junto a su esposa, rentaban la mansión de Cielo Drive, la casa donde vivirían Roman Polanski y Sharon Tate un tiempo después.

Por lo últimos meses de 1968, Manson visitó varias veces esta casa. El problema resultó cuando Melcher retrasaba y retrasaba la firma del contrato discográfico, porque Manson brillaba más como manipulador que como músico. Este retraso hizo que Manson y Wilson debilitaran su relación. 

Pero la estocada final, fue cuando los Beach Boys grabaron la canción de Manson como habían prometido, pero cambiando el título de “Cease to Exist” (“Dejar de existir”) a “Never Learn Not to Love” (“Nunca aprendas a no amar”), reemplazando aún más que el título, ya que cambiaron el tono lúgubre y se negaron a otorgarle derechos como compositor.

Manson amenazó de muerte a Wilson y Melcher decidió cortar relación con la Familia, abandonó la mansión de Cielo Drive, y al poco tiempo le avisó a Manson que no se firmaría el contrato. 

Para un loco narcisista, esa mansión se convirtió en todo lo que Hollywood le había arrebatado, por eso fue una de las primeras masacres perpetradas por la Familia.

La madrugada del 9 de agosto de 1969, Manson mandó a Linda Kasabian, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel a irrumpir en la mansión de Cielo Drive, con una sola misión “destruir completamente a todos los habitantes”, según Charles “Tex” Watson, que lo aseguró durante el juicio que condenó a Manson, él era su mano derecha.

Asesinaron a Abigail Folger (26) y Wojciech Frykowski (33), un matrimonio amigo de los Polanski; Steven Parent (18), un joven que se encontraba de casualidad vendiendo relojes en la zona; y Jay Sebring (35) el estilista favorito de las celebridades de la época, que había tenido una corta relación con Tate que luego de terminar se convirtió en amistad. Y claro está, a Sharon Tate quien estaba embarazada de ocho meses y medio.

Esta muerte causó una oleada de miedo en California, ya que en primera instancia se catalogaron como ataques satánicos y ocultistas, lo que hizo que el cambio de década fuera con miedo. Al saber quienes fueron las personas que llevaron tan atroces asesinatos, el mundo quedó aún más perplejo, sobre todo después de que Manson fuera condenado a pasar el resto de su vida en prisión, y afuera aún se seguía reclutando a personas para formar parte de la Familia.

Así pues, es indispensable conocer este hecho histórico, que aunque conmocionó a Estados Unidos, no lo hizo tanto en México, y es muy importante para entender la violencia desmedida en el filme.