La pandemia nos abrió los ojos al mundo del autocuidado, y es que la salud, así como sentirnos bien con nosotros mismos, ha estado en las tendencias desde que la covid-19 llegó a nosotros. Así, además de tomar como prioridad nuestra salud mental, además de la respiratoria, lo dermatológico tomó un tinte de suma importancia.
Así pues, el cuidado de la piel no sólo es el cuidado con cosméticos y las rutinas de skincare, sino también yendo a las capas más profundas de dermis. Por lo que necesitamos productos más especializados y con la guía de un experto.
Los productos dermocosméticos están especialmente diseñados para tratar afecciones concretas, como manchas, arrugas, acné o cicatrices. Por esta razón, un producto dermocosmético bien elegido se adapta perfectamente a ti y a los requerimientos de tu piel.
Productos especialmente formulados para cuidar la piel y el paso del tiempo. Y es que su aplicación repercute tanto en la apariencia como en la estructura celular; en cambio, los cosméticos tradicionales permanecen en capas más superficiales. La cantidad de ingredientes activos y los niveles de concentración son superiores a los de los cosméticos, y su efecto es más eficaz.
Dentro de los dermocosméticos más buscado se encuentran los que detienen el aligeramiento o despigmentación de la piel, protectores solares, agentes hidratantes, antiarrugas, reductor de cicatrices, antioxidantes y productos específicos para afecciones como acné.
Desde 1984 conocemos la dermocosmética, por lo que la tendencia ha comenzado a centrarse en aspectos que no sólo implican el cuidado de la piel, sino entender el cuerpo como un todo.
Así, en 2007 se acuñó el término neurocosmética, la cual se refiere a la rama de la cosmética que estudia la conexión entre la piel y el sistema nervioso. Los nutricosméticos se definen como ingredientes activos que actúan en el sistema nervioso cutáneo.
“Su formulación se basa en el llamado sistema NICE (acrónimo en inglés de nervios, sistema inmunitario, cutáneo y endocrino) y la medicina tradicional china. Estimulan las beta endorfinas (hormonas del bienestar), mejoran el sistema inmunitario por las acciones fisiológicas y psicológicas, e influyen en aspectos estéticos”, comentan los expertos.
Así pues, los amantes del cuidado integral buscan esta nueva rama de la cosmética, por la sensación de bienestar y los efectos que produce en el cuerpo, ya que ayuda a sentir relajación y confort. Además de darle una opción natural a aquellos que son sensibles a los contenidos químicos usuales.
Pero sin duda, es muy interesante pensar en la neurocosmética como la unión de la piel y el cerebro. En este sentido, la piel es el órgano más inervado y está íntimamente relacionada con el sistema nervioso central, compartiendo hormonas, neurotransmisores y receptores. Ambos se comunican por neurotransmisores que se ponen en contacto a través de las fibras nerviosas y las células cutáneas. Son capaces de segregar endorfinas en respuesta a diferentes situaciones y emociones.
Así pues, hablemos un poco de los ingredientes más usuales dentro de esta cosmética inteligente:
- Azahar: hidratación y vitalidad.
- Extracto de albaricoque: baños revitalizantes.
- Bisabolol: renovación celular.
- Té verde: los polifenoles actúan en los neurorreceptores de la piel.
- Aloe vera: hidrata y calma la dermis.
- Flor de manzanilla: calmante.
- Naranja: frescor en la piel.
- Extracto de árnica: hidratación.
- Extracto de lavanda: hidratación y efecto sedante.
- Extractos de algas: antioxidantes, purificantes y anticelulíticos.
- Manteca de karité: hidratación profunda y reparadora.
- Rosa mosqueta: regeneración de tejidos y retraso en la aparición del envejecimiento prematuro.
La neurocosmética, así como la dermocosmética, debe de utilizarse en compañía de un experto, por lo que te recomendamos visitar a tu dermatólogo para que te oriente con el producto perfecto para ti.
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