El Día de Muertos es una festividad que comienza desde los tiempos precolombinos, no por nada es el festejo más conocido a nivel mundial de nuestro país.
Gracias a las crónicas de la Conquista de fray Diego de Durán y Bernardino de Sahagún, sabemos que las ofrendas a los muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas.
Como la que se le hacía a la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían del primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino.
Estas ofrendas consistían en “panes”, ya que recordemos que Mesoamérica no tenía trigo ni productos animales necesarios para hacer pan como lo conocemos hoy, los cuales tenían diversas figuras como mariposas o rayos (xonicuille) hechos a base de amaranto y "pan ázimo" que era un pan de maíz seco y tostado.
El cronista Bernardino de Sahagún lo describe así por no llevar cal, a este pan se le llamaba yotlaxcalli, otros ofrecían unos tamales (xucuientlamatzoalli) y maíz tostado llamado Izquitil, casi toda la ofrenda era de amaranto porque lo consideraban un alimento especial.
Mientras que el fray Diego de Durán, contó en sus crónicas que también había ofrendas a Huitzilopochtli, dios de la guerra para los mexicas. Durante esta celebración la gente "no comían otra cosa que no fuera tzoalli (un tipo de tamal utilizados para ritos petitorios) con miel".
Con dicha mezcla a base de amaranto y miel de avispa o maguey, hacían un gran ídolo a imagen del Dios, lo adornaban y vestían, de igual manera elaboraban huesos grandes que depositaban a los pies del ídolo, además ofrendaban otros "panes" como tortillas pequeñas; pasada la fiesta se los dividían para comer.
Pero estos dos ritos con “panes” no eran los únicos dentro de estas celebraciones, sino que el más parecido a lo que ahora conocemos como pan de muerto, según los historiadores, es el “huitlatamalli”, que era una especie de tamal.
En la época prehispánica se hacía la "papalotlaxcalli" o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia. Al parecer era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa, una vez cocida, se pintaba coloridamente.
En este sentido, es muy común encontrar aún en algunas partes de México piezas de pan de muerto llenas de color, como el pan de juguete originario de la huasteca y que se sigue utilizando para El Xantolo, una variación del Día de Muertos de exta zona de México.
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FOTO: Imagen de Danie Blind en Pixabay