Hacer un pacto exclusivo con la realidad, es sentenciar a muerte la imaginación y la esperanza que reside en el piso de nuestros corazones. Alcanzar el clímax de nuestras narrativas cotidianas en la sobriedad de la tangibilidad puede provocar efectos secundarios no deseados: amargura.
Y es que seguramente te has preguntado más de una vez, ¿qué pasaría si los universos paralelos existieran?, ¿cómo serían? Seguramente también te has cuestionado sobre las posibilidades de navegar de galaxia en galaxia en cuestión de segundos.
Es decir, imaginar es el campo abierto que se dibuja como salida de emergencia en letras neón cada que el caos natural de las cosas nos sofoca y nos nubla la vista, dejando los colores tenues y la nitidez desenfocada.
Un mundo sin libros sería gris, sería plano. ¿Qué diría el caballero de la triste figura? Pienso en que probablemente para Virgilio este escenario hubiera sido un círculo más del infierno, uno en el que sin literatura estamos condenados a la carretera en línea recta y sin montañas ni vegetación que contemplar.
En este mismo sentido, hablar del género de la ciencia ficción es hablar de esta búsqueda en sus aristas más extravagantes e inquietantes. Todos deseamos conocer el futuro, cómo será, cómo se verá. A veces el futuro suena a un escenario fatalista, distópico, pero también uno en el que vivir en Marte es parte de la dirección de nuestras cédulas de identificación.
Sin embargo, no siempre se trata del futuro, en realidad quizá ni siquiera se busca una narrativa futurista. Ya lo decía una de las madres de la ciencia ficción en la literatura, Úrsula K Le Guin, el género de la ciencia ficción no retrata lo que vendrá, sino lo que ya es desde sus grandilocuencias y fantasías.
A vísperas de que el año termine para abrirle la puerta a uno nuevo, pensemos en este género y los libros que han destacado en el siglo XXI.
La ciudad y la ciudad, de China Miéville (2009)
En esta novela encontramos diversos géneros, pero como principales ejes está la ciencia ficción y lo fantástico, e incluso un poco de narrativa policiaca.
“Una mujer es hallada muerta en la ciudad de Beszel, en algún lugar de los confines de Europa. Con el detective de Ul Qoma Qussim Dhatt, Borlú se ve envuelto en un submundo de nacionalistas que intentan destruir la ciudad vecina, y de unificacionistas que sueñan con convertir las dos ciudades en una sola”.
2312, de Kim Stanley Robinson (2012)
Se trata de una novela que obtuvo el Premio Nébula a la Mejor Novela del año en que se publicó, 2012. En esta historia encontraremos de todo, colonización espacial, amenazas robóticas y caos ecológico, ¿te resulta familiar?
“La Tierra ya no es el único hogar de la humanidad: lunas y planetas de todo el sistema solar se han convertido en nuevos hábitats. Pero durante este año, 2312, una serie de sucesos forzará a la humanidad a afrontar su pasado, su presente y su futuro”.
El problema de los tres cuerpos, de Cixin Liu (2008)
Se trata del primer libro de una trilogía llamada El recuerdo del pasado de la Tierra,
“La historia de El problema de los tres cuerpos, gira en torno al primer contacto de la humanidad con los extraterrestres. El libro rastrea los esfuerzos de científicos chinos desilusionados que imploran la vida extraterrestre que llega a la Tierra para redimir a la humanidad por la fuerza”.
Riesgos de los viajes en el tiempo, Joyce Carol Oates (2018)
Una de las mejores novelas de la década es de la escritora estadounidense, Joyce Carol Oates de 83 años.
“En el Estado rígido y totalitario en el que tiene lugar esta historia, los viajes en el tiempo, tanto como sus peligros, son muy reales. Sin embargo, aquí no son el origen de divertidas aventuras, sino castigos del poder contra individuos subversivos. Individuos como Adriane Strohl, aunque ella nunca hubiese sospechado ser una chica peligrosa. Después de dar su discurso de graduación y a modo de rehabilitación por Traición y Cuestionamiento de la Autoridad, Adriane es enviada a Wainscotia, una ciudad que solo existía ochenta años antes, en 1959. Pero su idealismo no entiende de saltos temporales y no puede evitar cuestionar los principios que rigen su sociedad, con resultados liberadores… pero también estremecedores”.
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