Hablemos del acto de leer, ese verbo que nos ha acompañado en la búsqueda por reconocernos como humanidad, desde que nuestros cerebros evolucionaron a lo que ahora somos. Porque más allá de involucrarnos con una historia, una corriente filosófica, o con las abstracciones poéticas de un autor, o la interpretación científica del mundo, el acto de leer es trascendental para que el músculo de nuestro cráneo se mantenga sano. 

Antes de aterrizar en el campo de batalla que ha supuesto la llegada de los libros electrónicos, contra las páginas de papel habitando nuestros libreros, indaguemos en lo que significa leer y los beneficios que representan para nuestro cuerpo y nuestro entorno.

Pensemos en todas esas veces en las que ponemos pausa al ajetreo de la vida, para darnos ese espacio de lectura. Ese momento de intimidad, en el que nos encontramos con un libro, sus páginas con letras en determinado orden y toda una nube de imágenes, sensaciones y reflexiones arriba de nuestras cabeza. Cuando leemos, nuestro cerebro trabaja simultáneamente de maneras diversas. Para empezar, al momento de ir conectando las palabras, creamos fotografías mentales y así comienza la función en nuestras cabezas, una especie de cine mental. 

Además, leer nos brinda una capacidad de atención mayor a la intrínseca con la que nacemos, sobre todo cuando lo convertimos en un hábito constante. Y como ya sabemos, el cerebro es tan impresionante que tiene la habilidad de llevarnos aromas y experiencias olfativas con sólo leerlas. 

Sin duda, el acto de leer representa diversas experiencias, desde las cognitivas, hasta la profundización de lo que interpretamos, pero, ¿qué diferencia hay entre leer un libro físico y uno electrónico?

A estas alturas, ya nos hemos acostumbrado a un mundo virtual, en el que las interacciones y dinámicas sociales se ven atravesadas por una pantalla. Era lógico adivinar, que el futuro de la literatura y demás corrientes plasmadas en los libros, diera un salto hacia la abstracción digital en la que su consumo cambiara por completo. ¿Es momento de que desocupemos nuestros libreros? 

Aunque suene precipitado, lo cierto es que cuando llegaron estos nuevos dispositivos por allá de 2009, los aficionados románticos de ir a comprar libros y perderse entre los aromas de sus páginas, supusieron el fin. Pero bueno, vamos, es 2020 y los libreros aún no quedan vacíos. Sin embargo, la popularidad de dispositivos como el Kindle y demás, ya ha crecido bastante y quizá nos haga pensar que en un futuro, no tan lejano, los libros se conviertan en una reliquia. 

Más allá de lo que esto pueda significar, lo cierto es que no se trata de una batalla entre el papel y los dispositivos lectores de libros, si no de una respuesta ante el contexto en el que vivimos. Desde el punto de vista tecnológico y el desarrollo que este supone, y la existente crisis ambientalista que vivimos. 

Lo que es cierto, es que estos dispositivos se han convertido en algo realmente prácticos, por lo que quizá convenga acudir a ellos, sin que arrojemos a la basura aquellos libros en los que las anotaciones al pie de la página, y las hojas dobladas conservarán la nostalgia de un momento. 

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