Si en pocas palabras resumiera a Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo, aseguraría que explora, estudia y presenta narrativas vanguardistas, que investigan el estilo, el lenguaje de cine y sus incontables posibilidades. antes que nada, aclaro que no me detendré a responder por qué necesitamos un nuevo festival (aunque esta maravillosa selección de cine vaya en su 3a edición), ni hablaré de la responsabilidad del Estado, de los públicos y, sin duda, del individuo que exige nuevas experiencias, que respondan a sus deseos, de arribar a las salas y retroalimentar una cultura viva y hacia futuro, no de raíces inventadas en las artes, menos las que no son del todo propositivas o que solo son propagandísticas.
Black Canvas usa al cine como una plataforma donde propuestas únicas de realizadores de todo el mundo, muestran el trabajo una sensibilidad, investigación y experimentación no solo desde lo críptico (que también ocurre), sino visiones que no son las del cine tradicional, que una y otra vez cuenta historias diversas desde el mismo molde de producción.
La forma y mirada son distintas en su programación; los presupuestos de muchos filmes del certamen no son los mayores, pero esto deslinda responsabilidades y vuelve al proceso de producción, arduo pero creativamente liberador, difícil, pero único al supeditarse exclusivamente al mercado ni a los ingresos durante los fines de semana de estreno. Toda la diferencia. En la programación no sobresale la moderación, y cada imagen y sonido no solo están al servicio de la historia y los personajes, sino de una intuición alejada del artificio o del efecto narrativo tradicional y coreografeado hasta el cansancio, casi televisivo.
De esta manera, Black Canvas creen en el cine como un arte individual (y, similar a todo cine, una suma de disciplinas) en vez del tradicional, casi teatro filmado con forma de cine. Black Canvas programa retos capaces de expresar emociones, ideas, más conceptos y preguntas, que quizá nos shockean sino es que empatizan con nuestras dudas rutinarias o existenciales.
Se podría definir un festival de cine vanguardista, ¿pero qué es el cine vanguardista? La profesora de estudios cinematográficos Robin Blaetz ha escrito que generalmente el cine experimental y de vanguardia es uno hecho fuera de la industria del cine, sobre una base artesanal, en gran medida sin preocuparse por las estructuras y demandas de las películas narrativas tradicionales.
Por su parte el cine experimental como un modo separado de la práctica es internacional, sus manifestaciones más frecuentes ocurrieron en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial y en América del Norte y Gran Bretaña en el periodo de posguerra. La película de vanguardia a menudo se produce dentro del mundo artístico amplio, con una deuda con la historia cinematográfica pero también con las artes visuales y la literatura (diría que más que con la poesía). Con frecuencia es una reacción crítica no solo al cine dominante de Hollywood, o sus funciones, sino a las estructuras dominantes y políticas.
En otras palabras las posibilidades de Black Canvas, es decir, en estructuras, longitudes y preocupaciones, son las de un nuevo cine, pero ese que casi en una contradicción, siempre ha existido como una manera de pensar o una actitud. Puede no gustarle a todos, pero ofrece un margen de posibilidades que habla de formas de ser, pensar y sentir que no son identificables o llamativas, pero tienen poder y retan nuestro confort. En su mayoría no son parte del canon, pero dicen algo.
El festival así ofrece una gama más amplia de cine, de visiones, hecho por personas en los márgenes pero con posibilidades. Constituye un reflejo social y artístico de un conjunto de individuos que no aceptan pertenecer a núcleos definidos en las sociedades, que no se sienten del todo a gusto debiendo encajar. En otras palabras, Black Canvas puede ser como tú, o como yo.
No se pierdan su programación.
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