Las heridas son incómodas, se hacen costras y se van, pero nunca nos abandonan. Las cicatrices son parte de nuestro relieve. La geografía de nuestras historias cambia el paisaje, nunca es lo mismo, nunca somos los mismos.
Como si fuéramos piezas de rompecabezas buscamos el tablero de nuestra caja. Llegamos y no tenemos propósito, o quizá sólo no lo hemos hallado. Es decir, ¿cómo encajar en un tablero que no es de nuestra medida? A veces erramos y las heridas nacen.
Lise Bourbeau, en su libro Las cinco heridas que impiden ser uno mismo, habla desde un orden físico, emocional y mental sobre las cinco heridas fundamentales que nos atraviesan el cuerpo y alma, alejándonos de nosotros mismos.
La ensayista canadiense, experta en el tema del desarrollo personal, habla de los cinco orígenes de nuestras heridas más profundas: el rechazo, abandono, la humillación, traición y la injusticia.
A lo largo de este libro, Bourbeau detalla el nacimiento de estas heridas, mientras nos explica cómo es que nosotros mismos las enmascaramos. En un acto de protección y ocultamiento, estamos acostumbrados a vestir máscaras, de todo tipo. Estas también sirven para evadirnos del dolor que pueden causar. El asunto, como lo han dicho poetas y literatos, infinitamente, es cuando nosotros olvidamos que las vestimos:
“Vestí un disfraz equivocado/ De primeras me tomaron por quien no era y no lo desmentí, / y me perdí/ Cuando quise quitarme la máscara/la tenía pegada a la cara…”
Para este papel de las máscaras, Bourbeau las describe con las siguientes cinco características: el fugitivo, dependiente, masoquista, dominador y el rígido.
Más allá del intento, claramente fallido, de protegernos. Estas máscaras, según Bourbeau, atraen todo aquello de lo que humos.
A veces las heridas son tan profundas y dolorosas, terriblemente incómodas, que creemos que es un dolor que hay que asumir y aprender a vivir con él. Sin embargo, la especialista en desarrollo personal nos ofrece la llave maestra, pero antes de obtenerla, es necesario:
- Reconocer nuestras heridas.
- Perdonarnos a nosotros mismos y a quienes nos han hecho daño.
- Aceptarnos y amarnos tal y como somos.
¿Será que las crisis existenciales tienen solución? Quizá sea prudente asistir a la biblioteca y preguntarle a los libros la respuesta. Ya la filosofía sabe que no sabe, la literatura indaga en ello, quizá las nuevas psiques y tendencias que se ocultan bajo las etiquetas de superación y desarrollo personal ya sepan algo que nosotros no, o tal vez no. Sin embargo, todos los caminos llegan a lo mismo.
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