La alimentación ha sido, desde siempre, un tema de interés para la humanidad. Desde tiempos ancestrales en los que cazar era símbolo de sobrevivencia, hasta ahora, en los que una serie de discursos se han apoderado de nuestras formas de consumo y acciones.
La revolución existe en todo el mundo, en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, siempre se comienza desde un punto de vista ideológico. Querer cambiar el mundo nunca ha sido un sueño en el que la patria sea la ambigüedad onírica, sino ha sido más bien, siempre, un anhelo por erradicar ideas y pensamientos que antes se pensaban “correctos” pero el tiempo nos ha mostrado que tal vez existan mejores alternativas.
Un claro ejemplo está en la comida y la forma en la que ha ido cambiando su idea de consumo. La mejor manera de ilustrarlo es con el veganismo, mismo que a pesar de parecer una tendencia completamente contemporánea, en realidad viene gestándose desde años atrás.
Para empezar y ser específicos, hablemos de que el veganismos es un concepto que viene desde 1944. Se trata de Donald Watson, quien en ese año creó, junto con seis amigos, Vegan Society. La primera razón para crearla fue para diferenciar a los vegetarianos de los veganos.
En esencia, el veganismo trasciende cualquier clase de dieta, para convertirse en una postura meramente política que busca abolir un inmenso sistema que, en la mayoría de las veces, se basa en la crueldad animal. Más allá de cualquier postura, lo que sabemos como verdad última en estos tiempos actuales, es que las tendencias en cuanto al alimento se han convertido en las etiquetas principales antes de los ingredientes de cualquier producto.
Asimismo, le damos la bienvenida a la nueva tendencia que viene a cuestionarnos más allá de nuestros principios éticos y morales como lo hace el veganismo. Se trata del Realfooding, un movimiento que busca evitar los alimentos ultraprocesados. A lo que entonces uno se cuestiona, ¿es una moda o una verdadera necesidad? En el sistema actual en el que vivimos, ¿es posible conservar una dieta sin este tipo de alimentos?
Si nos vamos a cifras mercadológicas, parece que esta tendencia está teniendo un rotundo éxito en redes sociales. Al menos en Instagram, la palabra #Realfood registra poco más de 9.7 millones de publicaciones. El discurso detrás de esto defiende los alimentos frescos y rechaza por completo los alimentos procesados.
Todo comenzó por el dentista Carlos Ríos, quien ahora se ha convertido en un líder de la tendencia al que vale la pena escuchar.
Para empezar, todos estamos de acuerdo con la sentencia de que la comida real es la mejor opción que existe. Sin embargo, ¿qué tanto de lo que comemos es en realidad real? Por esto mismo, podríamos caer en la espiral de asumir que esta tendencia opta más allá por una utopía que por algo pragmático y fácil de conseguir actualmente.
Carlos Ríos reconoce las verdaderas dificultades detrás de esto, por lo que él mismo asume que “consumir comida real es la mejor opción, aunque no siempre es fácil y a veces incluso resulta caro”. Sin embargo, y como una forma de ayudarte a sobrevivir en este mundo, en el que hasta la felicidad parece un producto más que encuentras o no en el supermercado al costo de exceso de calorías y azúcares, Ríos advierte que un margen aceptable de ultraprocesados sería un 10%, no más.
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Para familiarizarnos de manera más real con esto, Carlos Ríos escribió: Come comida real y Cocina comida real, un libro en el que podemos basarnos para transformar nuestra alimentación y encaminarnos hacia un camino mucho más saludable.
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La idea fundamental del dietista español radica en defender el derecho a una alimentación saludable y revolucionar la lucha con conocimiento y conciencia contra el “lado oscuro” de la industria alimentaria. El objetivo es “devolver la soberanía a la comida real, la comida de verdad que nunca debió ser desplazada”.
Hablamos de una verdadera revolución alimentaria, porque más allá de cualquier ideología que, por mucha razón que tenga, el veganismo se enfoca únicamente a un sector en el que la ética y la moral no tienen cabida: la crueldad y explotación animal.
Sin embargo, hablar de abandonar los productos procesados es hablar de abolir todo un sistema que nos ha “engañado” con productos insanos en el mercado durante décadas. Tal y como lo señala Ríos en su libro: “En el sistema alimentario se han introducido cientos de miles de comestibles nuevos que son insanos. La clave está en el procesamiento de los alimentos, en qué procesos de transformación han sufrido. Ya no son las calorías, los nutrientes o las vitaminas lo importante, sino el grado de procesamiento de los alimentos que componen nuestra alimentación”.
Como cualquier cambio, tiene sus matices, pero sobre todo su largo tiempo en emprender vuelo. Quizá la lucha alimenticia está en abandonar estos productos, pero, ¿cuánto tiempo nos tomará realmente lograrlo cuando las opciones a productos saludables y naturales se reducen cada día más?
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