Las pelucas empolvadas, los tacones masculinos y los colores pastel recorrían la sala de los espejos en Versalles, todo gracias a uno de los padres de la moda: Luis XIV. Poco después, la explosión de exuberancia estilística (y elitista), pero los revolucionarios decidieron cortarle la cabeza a estas ostentaciones, decantándose por ropa negra y cabello largo. Dejaron la moda y lo “superfluo” a las mujeres.
Lo que le competía a los hombres era la razón; lo sentimental -e “innecesario”- a las mujeres. Tal vez esta fue una de las razones por las que en la carta de los Derechos del Hombre, no había cabida para las mujeres.
Sea como sea, la idea de que la moda es una mera superficialidad de las celebridades y las mujeres, hasta el siglo pasado (y aún en algunos círculos de pensamiento) se creía fervientemente. Lo cual rompe totalmente con la realidad: los hombres inundan esta industria; tal vez en una idea de “cómo les gustaría ver a una mujer vestida” o “cómo preferirían vestirse si fueran mujeres”, todo depende del diseñador al cual nos refiramos, pero es tangible que la moda está hecha por hombres.
Lo que nos decanta en unas figuras de clase alta en el siglo XIX: los dandys. Ellos son los artífices de la moda masculina actual, así como el culto a la personalidad y las tribus urbanas; con figuras como Beau Brummell (1778-1840), al cual se le atribuye la creación del traje moderno con corbata, el cual fue más que usado a inicios del siglo XX y, actualmente, es el requisito para la formalidad masculina.
Aunque la moda masculina está explotando, y muchos varones prefieren arriesgarse un poco más al vestir, es una realidad que la moda (para muchos de ellos) les parece innecesaria, superflua y para mujeres. Pero es una expresión de la sociedad, de la individualidad y dice mucho de ti mismo.
Para este tipo de situaciones, nada mejor que Miranda Priestly para dejarnos en claro que la industria de la moda nos afecta a todos:
La paradoja de la superficialidad
Después de las grandes enseñanzas de Miranda Priestly, hablemos de Virgil Abloh.
Este diseñador de moda es conocido por sus colaboraciones compulsivas, así como su extraña licenciatura en Ingeniería Civil, su carrera como DJ, su marca Off-White y el trabajo en Louis Vuitton.
En esta temporada de las semanas de la moda, Abloh presentó la nueva colección de Off-White, “Public Television”. El streetwear es lo suyo y es precisamente donde se ha concentrado y recibido fama mundial.
Ahora hablemos específicamente de “Public Television”:
En una entrevista que concedió para la Revista GQ, Virgil dijo: "Normalmente, la moda va sobre ser una cosa u otra. Lujo, streetwear, hombres, mujeres… en Off-White no hay elecciones. Mi objetivo es añadir una capa de intelectualidad para hacerlo creíble".
Revisemos los puntos clave de la colección y la forma de presentarlos, lo que la hace aún más interesante.
Aunque es una colección masculina, los modelos eran hombres y mujeres; combinaban a la perfección el tailoring y el streetwear; los colores sobrios y los chirriantes… Como dijo en la aseveración ya citada arriba: en Off-White no tienes que escoger.
Es curioso porque mientras veía los outfits, dentro de mí no sentía ningún impedimento con usar todo lo que mostraron (bueno, tal vez los colores chirriantes no, porque me gustan los colores sobrios). En cuestión de género, la ropa no me impedía visualizarme con los diversos outfits.
Otro punto a destacar es el nombre de la colección, ya que denomina algo público, al alcance de todos. Lo demostró fehacientemente: la pasarela tenía varias pantallas verdes, tanto en el suelo como detrás de la audiencia.
En términos básicos, la runway no era para los presentes VIP (tomemos en cuenta que estos eventos no están abiertos al público, ni siquiera pagando, ya que incluso los boletos que se venden son exclusivos), sino para los que la vieron a través de sus computadoras; ellos eran los únicos que podían disfrutar las imágenes industriales que acompañaban a los modelos, o los últimos outfits, que sólo eran cabezas avanzando.
Este es el tipo de intelectualidad a la que se refiere Virgil Abloh, ya que la colección que presentó tenía un discurso detrás. Lo que sustenta el “no escoger” como directriz de su marca.
Sucedía en uno de los lugares más exclusivos del mundo, el Louvre; en una de los eventos más elitistas y VIP, la Semana de la Moda en París; y su respuesta fue hablarle a todos los que posiblemente nunca podremos ir a una runway en París. Justamente como la televisión pública hace.
El hecho de que ocurriera en el Louvre me recordó al video de “Apeshit” de The Carters (Beyoncé y Jay-Z); aunque ellos grabando ahí es más bien una demostración de ostentación, en el caso de Virgil Abloh es más bien ignorar el lugar, el evento y dar su trabajo al mundo, no a los círculos diminutos de la industria de la moda.
Es una realidad que todos somos parte de la industria de la moda aunque queramos negarlo, al final expresamos algo con lo que nos ponemos. Y Abloh entiende esto, “si la TV formó a mi generación, ahora podemos hacerlo por imágenes en Instagram o lo que sea. En la cultura se supone que tú debes liderar”.
Él intenta llegarle a un público más grande, moldearlo de primera mano, no de tercera o cuarta mano como sucedía antes (y lo explica Miranda Priestly). No es por nada que su primer éxito mundial llegara con la creación de las playeras de una gira de Kanye West.
Lo curioso es que no moldea a partir de valores lejanos a la generación a la que le habla, sino que desde dentro de ella. Hace que nos sintamos parte de la runway aunque nunca podamos ver una con estas características en primera fila.
Así que más que creer que la moda es una cuestión superflua, es tiempo de mirarla como lo que es: una expresión de la sociedad en la que vivimos. Porque si bien miramos, todo puede ser superfluo, el prejuicio sólo es una cuestión de no ahondar, de no entender, de ignorancia en alguna instancia cognitiva.
La evolución de la moda es sobre el género
Antes del pensamiento, del habla y las creencias, vemos lo superficial, la ropa, el peinado, los zapatos, la cara, incluso las formas de un cuerpo se ven deformadas por lo que llevamos encima. Por esto mismo, lo primero que determina nuestro género es la ropa y las facciones, lo que determina que un hombre sólo usa pantalón y no falda, es una cuestión social, como en la desigualdad de género.
Es por esto que figuras como el actor Ezra Miller están transformando la visión del “deber ser” de las prendas sobre los géneros; el usa tacones, medias, corbatas, plumas; camisas, brillos en el rostro, maquillaje. Todo sin un tapujo de por medio.
Claro que esto no es nuevo, figuras como David Bowie rompieron la línea ilusoria entre los géneros, tendiendo a la androginia, lo mismo que se crea ahora en la industria de la moda con Virgil Abloh.
Nadie tiene que escoger, todo es para todos.
Gracias a estas grandes transformaciones en lo más visible, como lo que vestimos, puede desencadenarse un cambio de paradigmas, como el comercial de Gillette. En el que se deja en claro que “boy will be boys” sólo es una forma tóxica de justificar acciones que no sólo afectan a las mujeres, sino afecta a los hombres por igual.
Por ello sí, estamos presenciando una transformación de lo que se concibe como masculino y femenino, tailoring y streetwear, lo superfluo y lo que nos afecta a todos.
Y la moda está empezando a dar estos pasos.