09 dic 2021
Las películas sobre moda llaman poderosamente la atención, aunque la historia no tenga la mejor realización, o incluso quede corta, si hay algo que nunca falla es la moda en estas propuestas cinematográficas.
En House of Gucci, de Ridley Scott, hay muchas cosas espectaculares que ver, a Lady Gaga como una maquiavélica Patrizia Reggiani; Adam Driver como su esposo, Maurizio Gucci; Salma Hayek como lectora de cartas del tarot; Jared Leto con prótesis que le aumentan la edad; Al Pacino, un actor que con su simple presencia ya vale la pena ver una película; y, por supuesto, un montón de años 70, 80 y 90 en capital de la moda.
Por ello es que si hablamos de esta película, necesariamente debemos hablar del diseño de vestuario. Ya se auguraba una nominación a Lady Gaga a Mejor actriz por House of Gucci, pero parece ser que la leyenda del diseño de vestuario en Hollywood, Janty Yates, puede aspirar a una nueva nominación por su trabajo junto a Ridley Scott.
Aunque el Gucci que es representado en la película no es el Gucci dirigido al ready-to-wear, con la frescura que le otorgó Tom Ford a su llegada en 1994; sin duda tiene su complejidad crear un vestuario con base en esa época, cuando encontrar algo Gucci previo a la llegada del diseñador estadounidense, es muy complicado.
Además, nunca es fácil crear un vestuario cuando trabajas con una de las reinas de la moda. Según la propia Yates, cuando Gaga llegó a escena, las pruebas de vestuario duraban hasta cinco horas.
La película, dirigida por Ridley Scott, está ambientada, principalmente, en los primeros años de la década de los 90, mucho antes de que el ahora director creativo de Gucci, Alessandro Michele, predicara la elegancia geek a sus discípulos, justo antes de que Tom Ford restableciera la marca. En aquella época, Gucci había perdido su prestigio debido a la sobreexposición.
Y como ya adelantamos, encontrar Gucci antes de Ford es una tarea titánica, además que según el libro en el que está basada la película, Patrizia Reggiani prefería la ropa que mostrara sus atributos físicos, por lo que casi no vestía prendas Gucci.
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La travesía para crear, recrear y conseguir las piezas que vemos en la pantalla grande comenzó con la diseñadora de vestuario visitando el Museo Gucci en Florencia.
“Tienen fotos de hombres haciendo zapatos y bolsos en los años 40 y 50, todos los retratos de la familia, así que tomé cuatro millones de fotos y las recopilé en estos archivos enormes. También había personajes en el guión que necesitábamos investigar específicamente, como Marlon Brando. Recopilé toda esta investigación y se la envié a Ridley”, cuenta Yates para Harper’s Bazaar.
El vestuario es una mezcla de hallazgos vintage y prendas adaptadas a la época; de hecho, dos piezas proceden del archivo de Gucci y un look de malla de plata fue prestado por la propia Gaga.
“Apenas tocamos las piezas del archivo Gucci. Sólo terminamos usando dos en la película: cuando vemos a Lady Gaga con una túnica de doble G y pantalones con adornos de cuero en la calle 42 encontrando falsificaciones baratas, y cuando está en una blusa de seda de Doble G y una falda de cuero cuando recibe sus papeles de divorcio.”, cuenta Yates sobre las prendas de archivo, tan codiciadas que estuvieron bajo llave y con guardia todo el tiempo.
Janty Yates también llamó a casas de alta joyería como Bulgari y Boucheron y pidió que le prestaran algunas piezas, pues sabía que la bisutería no sería suficiente.
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Sin duda, un trabajo titánico en el que Lady Gaga tuvo cabido en cada momento, la diseñadora de vestuario cuenta que “Ella estaba completamente en el personaje en cada prueba, y cada prueba sería de tres o cuatro horas. Solo tendríamos tres conjuntos ordenados, pero ella lo haría hasta los aretes, el bolso, los guantes, el sombrero, hasta el enésimo detalle. Actuamos las escenas en los accesorios, y entre líneas, ella decía: ‘No, necesitamos la peluca más corta, la peluca más larga, el delineador de ojos más pesado’ o lo que sea.”
Por este tipo de convicción con el personaje, así como la actuación misma, es que Lady Gaga tiene un lugar casi asegurado en la nueva edición de los premios de la Academia de cine estadounidense. Pero sin la creación y reinterpretación de Yates en la moda de Reggiani, es posible que esta película no se sintiera igual.
Una película que vale la pena mirar tan sólo para disfrutar del vestuario.
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