Vivimos en tiempos lejanos del aquí y el ahora, todo ocurre en otro espacio o en un no lugar, y nuestra mente se encuentra anclada ahí. En momentos como estos el teatro es imprescindible, ya que obliga a que las cosas sucedan en un tiempo presente.
Agregar el teatro a la oferta cultural del Museo Tamayo, uno de los recintos más importantes de Latinoamérica, es uno de los grandes aciertos del museo. Sobre todo después de traer a Carsten Höller, quien apuesta por volver un espacio interactivo los museos que pisa.
En esta ocasión, el Museo Tamayo, unido a diversos artistas, crea una puesta en escena que une teatro, música y arte contemporáneo. Todos estos artistas circulan alrededor de un texto dramático de Juan Villoro, La guerra fría.
La guerra fría está ambientada en Berlín, entre 1982 y 1984, los años que el propio escritor estuvo viviendo en Alemania. También tomado del conocido gusto melómano de Villoro, su historia gira en torno a dos personajes, el Gato (Mauricio Isaac) y Carolina (Mariana Gajá), quienes deciden seguir los pasos de Lou Reed y David Bowie.
Villoro escribió esta historia embebido en el álbum Berlín (1973) de Reed, el cual retrata una historia de una mujer que se prostituye para conseguir dosis, poco después abandona a sus hijos, y al final muere. Una historia trágica que llevó a los melómanos a recorrer las calles de un Berlín dividido por un muro, en este mundo destructivo y constructivo es que se encuentran nuestros personajes principales.
Este contexto de guerra y de división, sólo forma parte del telón de fondo de la historia del Gato y Carolina, en realidad la problemática ocurre dentro de ellos. Un amor que está destruido, en constante guerra y tienen que vivir con las reminiscencias de esta destrucción, para así poder construir algo.
Para lograr que esta destrucción fuera más allá de una puesta en escena, la escenografía es en sí una obra de arte. Una instalación creada por el artista Abraham Cruzvillegas para un museo en Seúl, la cual lleva por título Autodestrucción 8. Esta escultura forma parte de la exposición permanente del Museo Tamayo, por lo que tal vez no sea nueva para muchos, pero el conjunto de objetos da el toque de caos que la misma historia muestra.
Además que esta fue adecuada por la directora escénica Mariana Giménez, para crear una sensación de un apartamento descuidado, en el que los personajes acumulan sus problemas. Para ejemplo, en el centro está la “cama”, hechas por huacales de plástico y madera, pero está dividida por una mampara de plástico transparente.
Una alusión perfecta de la distancia que existe entre estos dos personajes, en constante distancia por sus propios conflictos que se sienten irracionales, pero ahí están.
Otra de las artes involucradas en esta puesta en escena es la música, la cual era imprescindible ya que los mismos personajes son amantes de la misma. Así que además de que podemos esperar números musicales, ya que dos personajes de la obra de teatro son parte de la banda del Gato. La música fue compuesta por Jacobo Lieberman, quien actúa también dentro de la obra.
La música original de La guerra fría está inspirada en el punk, glam rock, garage rock, surf, entre otras, por lo que querían hacer que las canciones se escucharan sucias, así como la parte alternativa de Lou Reed. Por lo que la música original de la obra, la cual estará interpretada por los mismos actores, es una combinación de música alternativa, música escénica, así como destellos de suciedad.
Así pues, La guerra fría es una puesta en escena multidisciplinaria que explora los límites y las fronteras, un lugar que se ha vuelto común en esta época. Cada uno de los artistas involucrados analiza desde su punto de vista esta realidad fronteriza, ya que no sólo se encuentra con la pareja, sino en uno mismo. Y muchas de las veces lo único que hay del otro lado es la destrucción.
Una puesta en escena que es más que interesante gracias a que es llevada a cabo dentro de un museo, en contacto con una instalación y comulgando en un mismo fin a más de un arte.
Las funciones serán en el Museo Tamayo (Av. Paseo de la Reforma 51, Bosque de Chapultepec, CDMX), en la sala 4.
Desde el 6 de julio al 8 de septiembre
Sábados, 18:00 h
Domingos, 18:00 h
Los boletos los puedes comprar aquí.