Alimentarnos es una necesidad fisiológica, pero desde hace demasiados siglos, la comida no sólo ha representado eso, sino que se ha gestado de la mano de la cultura, representando en sí misma una expresión antropológica de cada sociedad.
Conocer una parte fundamental de un lugar es sinónimo de comer su comida, de la forma en la que ellos la comen. Simplemente es la manera en que un pueblo o país muestra una parte esencial dentro de lo que significa ser de ahí.
Los productos regionales, cómo se procesan y cómo se consumen, guardan dentro de sí mismos una manera única de ser, lo que podríamos resumir como “cultura”.
Claro que esta acepción tan manoseada como es “cultura”, tiene más de una forma de entenderse, experimentarse y estudiarse. Demasiadas ramas del conocimiento tienen como centro el valor de una cultura, pero parece que muchas veces olvidamos a la gastronomía dentro de estas áreas.
De igual forma, obviamos lo que implica comer. A causa del poco tiempo, la presión y otros factores, hemos dejado este momento tan espirituoso como un mero acto de supervivencia. Lo que nos aleja de cierta forma de una experiencia culinaria que nos alimente cuerpo y alma.
Como ha dicho Massimo Montanari en su libro La comida como cultura, la comida es cultura cuando se produce, cuando se prepara y cuando se consume. Son los tres momentos más importantes de un proceso vital (el alimentarse), pero no nada más por cubrir la necesidad fisiológica del comer, sino por su papel en el desarrollo de la historia, identidad y cultura del ser humano.
Esta acepción fue recuperada por Alberto De Legarreta en un artículo titulado “La gastronomía: un elemento inseparable de la cultura”. En él ahonda un poco sobre lo que implica la comida culturalmente.
Lo curioso es que podríamos asumir que sólo en la preparación es donde la cultura se demuestra, pero esto implicaría que obviaríamos algo tan trascendental en la vida humana como lo es la comensalidad.
El momento de comer juntos es un momento repleto de manifestaciones culturales (tales como reglas, jerarquías, intenciones, modales, etc.) recopilados en la comensalidad, que desde su etimología nos explica todo: “comer juntos”.
Comer juntos se remonta a los albores de la humanidad donde se compartían los alimentos para sobrevivir, ya que si el ser humano es sociable, es más que nada por la forma en la que llegó a ser el animal dominante en el planeta Tierra, en comunidad y posteriormente en civilización.
Justamente lo que implica compartir una mesa, con personas específicas y con un sabor específico. Esta distinción del resto, puede ser entre países y entre grupos más pequeños y selectos. Pero todos decantan en lo mismo: compartir cultura.
Así pues, aunque a veces vemos el comer como una mera necesidad que podemos llenar con lo que sea, recuerda que al hacerlo estás creando cultura y civilización (en el término de conjugar con otras personas).
Lo mejor de la comida mexicana en un solo lugar…
La comida mexicana es aplaudida por todo el mundo, ya que tiene una variedad increíble de sabores, sazones, preparaciones y productos.
Pero podríamos apostar que lo que realmente encanta a los paladares, es la versatilidad y el arcoiris culinario que va transformándose de latitud en latitud. Simplemente es magia la variedad gastronómica que podemos encontrar en México.
Así pues, si quieres tener un poco de comensalidad con tu familia o amigos, no dudes en venir a Sanborns y probar lo que el Festival Regional Nayarit tiene para ofrecerte. Para conocer el menú completo, da clic aquí.