Ya habrás observado que al momento de entrar a cualquier librería, el primer escaparate está repleto de títulos como Los siete pasos para el éxito y sus semejantes, portadas llamativas con colores estridentes que llevan nuestra mirada a leerlas. Fórmulas perfectas para volvernos millonarios o para superar a nuestros ex. Y muchas veces, admítelo, alguno de estos títulos se adentra en tu ser y te cuestionas, “¿cómo supo que así me sentía?”. O la más común, claro: “quiero ser millonaria, ¿por qué no llevarme este libro ahora, para lograrlo?”.
El mundo de hoy en día se traslada en el camino que lleva al éxito, o al menos eso creemos. Todos queremos ser exitosos, piénsalo, ¿quién realmente quisiera ser un fracasado? A pesar de que tenemos una noción de que esta narrativa es relativamente nueva, lo cierto es que no es así. En realidad, los libros de autoayuda tuvieron su auge desde hace casi un siglo. La editorial pionera en distribuir estos libros fue la estadounidense Pocket Books (1939), división de Simon & Schuster.
Tener la solución de tus problemas emocionales y financieros a la mano, en formato de un libro de bolsillo, sin duda, parece tan práctico como todas las facilidades que la modernidad capitalista y tecnológica nos ha ido ofreciendo a lo largo de los años. La masificación de esta narrativa ha creado un cambio importante en nuestra forma de pensar y concebir el éxito. Piénsalo, somos la generación que está cambiando los paradigmas de ese concepto, y quienes a través de las plataformas digitales estamos revolucionando y simplificando cada vez más nuestras vidas.
Piensa en nombres como Evan Spiegel, Bobby Murphy y Reggie Brown, o si no te suenan sus nombres quizá sí te suene el de su invento millonario: Snapchat, la aplicación que crearon cuando eran estudiantes de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Hubiera sido más fácil mencionarte a Zuckerberg, pero el punto es demostrar que han surgido distintas historias de éxito en nuestra generación millennial. Kim Kiyosaki no pertenece a esta generación, pero entonces, ¿por qué podría ser importante su papel para nuestra visión económica y concepción del éxito?
Kim Kiyosaki es una visionaria que ha dedicado su vida a crear un plan estratégico para que tus finanzas y perspectiva económica se expandan, y de esta manera, logres generar números de cuatros cifras en tu cuenta bancaria. Para entender de qué va esto, estará ofreciendo un taller el 5 de octubre en el Centro de Citibanamex.
Esta mujer de 62 años, creadora del libro que se ha vuelto una sensación en el mundo occidental, Mujer millonaria, comenzó su carrera de negocios en la publicidad. Fundó su primera empresa en 1984, y desde entonces, ella y Robert Kiyosaki (su pareja), han creado varias compañías exitosas.
El enfoque que Kim plasma en el libro es la emancipación económica de las mujeres. Un concepto nada nuevo para este siglo. Sin embargo, retomando las primeras olas del feminismo en el que la lucha central estaba en encontrar la independencia económica de las mujeres, Kiyosaki te explica cómo lograrlo en las garras del mundo actual, pero con una visión que expande tus horizontes financieros.
Más allá de una independencia económica, ella te propone volverte millonaria. Kim Kiyosaki generó su riqueza por sí misma. Su pareja sentimental Robert Kiyosaki (Padre rico, padre pobre) es un famoso conferencista y empresario que ha destacado en el mundo de los números más altos en su cuenta bancaria. Sin embargo, y como dicho de tía, “dios los hace, pero ellos se juntan”, y pues sí. La historia de esta famosa empresaria va por ahí.
En Mujer millonaria, Kim revela su historia y cada uno de los obstáculos que tuvo que afrontar para conseguir llegar a ser una de las mujeres más ricas del mundo. Desde situaciones personales y cómo desde cualquier rincón en el que se encontrara, literal o metafórico, crear una estrategia que la llevaría a tener un gran legado financiero, pero sobre todo, una independencia económica total.
Además de dedicarse a dar conferencias a nivel internacional, sobre cómo financiar tu dinero y no dejar que se te resbale de las manos, también es una emprendedora e inversionista en bienes raíces, incluso es conductora del programa de radio Rich Woman y columnista de Woman Entrepreneur. Ahora es cotizada en todo el mundo para dar conferencias en las que explica qué hacer para ser financieramente independiente.
Para bien o para mal, estamos en la era en la que el mundo nos está gritando ¡calentamiento global!, ¡crisis económica!, ¡violencia!, ¡injusticia! y demás cosas negativas que nos han nublado las esperanzas por creer en un futuro de estabilidad económica y, sobre todo, emocional. Sin embargo, estas narrativas de la superación personal desde un enfoque financiero y también emocional, nos han sostenido de caer en el abismo.
El mundo no está hecho para que todos seamos millonarios, una verdad que tenemos que reconocer antes que cualquier otra cosa. No es un pesimismo ni un desaliento, pero es claro que puedes vivir dignamente y sin preocupaciones económicas si aprendes a administrarte y no permites que las garras consumistas te devoren cada vez que ves esa increíble chaqueta, o esos zapatos, o esa hermosa cortina de baño que claramente no necesitas, porque ya tienes una.
Nuestra generación tiene algo que la caracteriza para bien, y es que los millennials no nos conformamos con ver el mundo de manera lineal. Anteriormente la visión de un “futuro estable” albergaba en graduarse de la universidad, encontrar un gran trabajo, comprar una casa, un coche y tener una familia.
Independientemente de los cambios significativos que se han tenido con respecto a estas visiones un tanto conservadoras, o aspiracionales de la vida estadounidense, es un hecho que ahora no nos preocupan las mismas cosas. La vida ha cambiado, y el pensamiento también. Antes era suficiente con un título de licenciatura, ahora las demandas de los títulos son tan altas, que tienes que decidir si alcanzarlos todos o mejor empezar con un trabajo medianamente adecuado y emprender para generar muchísimo más dinero.
Quizá la narrativa del éxito ya no sea el deseo de volvernos millonarios, pero sí de ser estables financieramente. Por lo que, es meramente sintomático que ahora no nos creamos cualquier cuento chino para conseguir grandes cifras en nuestra cuenta. Ahora apostamos por la independencia económica y vemos los trabajos como canales que nos dan un sustento, mientras emprendemos algo más, o nos enfocamos en lo que realmente nos importa.
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