La vida de Juanes es una cancioìn, o mejor, son miles de canciones volando a toda velocidad en miles de millones de segundos, o en una sola historia. En estas liìneas, escritas desde los maìs lejanos rincones de su memoria, sus recuerdos se hacen palabras e imágenes.
"El mieìrcoles 9 de agosto de 1972 fue un diìa especial. Mis padres lo vivieron con ansiedad y con la misma ilusioìn del recuerdo de sus anteriores partos. No eran primiìparos en eso de tener hijos y sabiìan muy bien lo que significaban la espera, las contracciones, pujar, respirar, epidural, pitocin, el dolor, querer que llegue ya, ese apretoìn de manos en medio del sudor en la frente, “aguanta, aguanta, ya viene”, y luego, escuchar ese llanto satisfactorio y refrescante que llega como un premio de montanÞa en plena carrera cicliìstica, ese preciado premio, envuelto en una manta, con los ojos auìn cerrados, con 10 libras de peso y un corazoìn de frijol latiendo a toda velocidad era yo. Tantos lunes y jueves, tantos marzos y abriles, pero fue un mieìrcoles de agosto a las tres de la manÞana en la Cliìnica del Rosario, en el centro de Medelliìn, que vio nacer al sexto hijo de esa familia. Mi familia. 1.577.836.800 segundos han tenido que pasar para estar escribiendo estas palabras sentado en una silla de otro aeropuerto de otra ciudad que no es la miìa. 1.577.836.800 segundos que son en realidad cincuenta anÞos, es decir, casi la mitad de una vida como se diriìa coloquialmente, solo que en este caso se trata de la miìa propia. Una vida recorrida por caminos de piedras, autopistas, aire y nubes llenos de costales de alegriìa, tristeza, rabia, amargura, triunfos y derrotas, pero sobre todo de aprendizajes que han sabido a su manera formar mi caraìcter". - Juanes
Ver esta publicación en Instagram
EL AUTOR
Diego Londoño. @elfanfatal. Periodista, escritor y coleccionista de recuerdos sonoros. Locutor en Radiónica, radio pública colombiana. Crítico musical del periódico El Colombiano. Contador de historias bajo el alias de Elfanfatal. Ha escrito como colaborador en diversos medios de comunicación en el continente. Hace parte de la REDPEM: Red de periodistas musicales en Iberoamérica, y de La Banda Elástica, el hogar de la música alternativa en los Estados Unidos. Ha escrito los libros Los Yetis, una bomba atómica a go go, la historia de los abuelos de nuestro rock (2013); Medellín en canciones, el rock como cronista de la ciudad (2014); Rodolfo Aicardi, la historia de El ídolo de siempre (2018); Los Yetis, la historia de unos beatles colombianos (2020); Brutal honestidad, las vidas de Andrés Calamaro (2021); Donde nacen las canciones, historias de grandes músicos colombianos (2022). En la actualidad trabaja en su debut como novelista con el libro Cómo olvidarte.
JUANES
Músico y compositor colombiano, nacido y criado en Medellín. Multipremiado y aplaudido por masas en todos los continentes. Ha recibido 3 Grammys Anglo y 26 Latin Grammys, que lo convierten en el artista colombiano con más Latin Grammys en la historia. Aclamado por la Revista Time como "Una de las 100 personas más influyentes del mundo" y por The New York Times como "el cantautor más popular de América Latina...un poeta conmovedor con su guitarra eléctrica". Ha vendido más de 20 millones de discos. Juanes creó, en el año 2006, la Fundación Mi Sangre para promover una cultura de paz entre los niños y jóvenes de las zonas más afectadas por la violencia en Colombia, a través de la música y la cultura. En 2019 fue nombrado "Persona del Año” por la Academia Latina de la Grabación. Ha cantado en los más importantes escenarios del mundo y lo sigue haciendo hoy cuando cumple 1.577.836.800 segundos de vida, y los celebra con este libro. Juanes vacía su alma a los lectores en estas páginas para decir “gracias”, y para recordarnos - y recordarse a él mismo - que lo mejor está por venir, que aún quedan muchos millones de segundos por vivir. Estas son las memorias de un gran artista, de un gran soñador.
LA OBRA
Esta es la vida de Juanes, una vida en caleidoscopio, en tornasol, con tonos magenta, azul celeste, amarillo, gris, negro y blanco, con oscuridades y luces, con silencios, soledades, exceso de guitarras y gente gritando a todo volumen. Pero también una vida sencilla, de abrazos y besos en las mañanas, domingos de pereza, viernes de fiesta, almuerzos familiares, dolores compartidos y sueños a merced del tiempo. Una vida simple, común y corriente, que se viste de gala, de frac, charol y colonia especial cada que las luces se encienden. No todos seríamos capaces de vivir su vida, su obsesión, su juicio y disciplina, sus noches de poco sueño y las giras interminables, los aviones de acá para allá, la presión, las fotografías, los comentarios y las críticas. Y justamente por eso nació este texto, para acercarnos a su humanidad, a sus poros, a su manera de respirar, a su forma de entender la vida, de aferrarse a su pasado y de pensar en el presente, por su manera de amar la música, de percibir la política, la religión, la familia y para vivir de cerca, a través de las historias, esa sonrisa que se dispara cuando algo lo hace feliz.
Queda muy poco tiempo para que Juanes celebre su quincuagésimo aniversario, y ese número, el 50, ha sido un itinerario valioso de pérdidas, coincidencias, aprendizajes. Ha vivido 49 agostos desde el año 72, más de 18.000 días, con minutos, segundos, amaneceres, caídas de sol, tristezas, muchas alegrías y canciones compuestas, coreadas, lloradas, y hasta fallidas.
Cumplir 1.576.800.000 segundos, medio siglo, parece que no es tan malo, de hecho es bueno, pues trae consigo la madurez de vivir de las cosas simples y de disfrutar la vida de verdad. Por eso, ahora Juan se encuentra en el lugar en el que siempre quiso estar, con la tranquilidad y el amor de su familia en el bolsillo derecho y con la música y su guitarra en el izquierdo. Juanes hizo lo que muchos hombres intentan y pocos logran: arriesgarlo todo, empezar desde cero, lanzarse al vacío con dolor en el estómago, cerrar los ojos y enfrentar fantasmas, huracanes y tormentas. Hizo lo que muchos hombres intentan y pocos logran, perseguir el sol y no herirse, no quemarse ni ver su universo arder; por el contrario, brillar y lograr un sueño tan difícil de alcanzar como el mismo sol.
Que a Juanes a ese músico que nos cambió la vida, aún le queden muchos años, que la deriva siga siendo emocionante, que siga la esperanza altiva, que su café no se enfríe y el ejercicio nunca pare. Que siga recibiendo cariños de la familia, amor de su esposa y alegría de sus hijos. Que su camisa negra siga intacta, que el rezo de “A Dios le pido” se multiplique para todos, que la fotografía se siga revelando una y muchas veces más, que la paga llegue a buen recaudo y se convierta en ahorro, que la mala gente deje de serlo y se convierta en gente que cambia el odio por amor, que la sangre derramada se transforme en gotas de agua dulce y los besos en guerra sean solo un juego de niños. Que no haya nada imposible, que creamos en el jamás. Que no sea solo por ti, ni por mí, sino por todos, y que la esperanza de volverte a ver sea un abrazo fraterno y largo. Ojalá que él, Juanes, siga sonriendo, que lleguen muchas más historias, que sus guitarras y melodías sigan retumbando, con pasión y locura, en las paredes de bares en todo el mundo, que su música se siga transportando misteriosamente de continente a continente y que su canción favorita aún esté por venir.
"La música es mi vida, pero mi vida es muy corta para todo lo que me gustaría vivir, para todas las canciones que me gustaría escuchar y cantar, y además para todo lo que desearía escribir. Justo por eso nació esta historia, para vivir una vida o muchas vidas distintas a la mía, para ponerme en los zapatos de otra persona y poder respirar historias ajenas. Allí empezó el afán por perseguir a Juanes, en gira y fuera de ellas, en conciertos y en el sofá de la casa de su madre con el pecho hinchado de amor, en sesiones de fotos o entrevistas, con fanáticos y sin ellos, en compañía y en soledad. Este libro nació para entender las sombras y momentos más luminosos de la vida de un soñador que se convirtió en una estrella incandescente. La experiencia que queda luego de asomarse con cariño y dedicación a esta historia, es la de encontrar una vida que ha sido puente para cumplir los sueños de otros, la existencia de un hombre tan grande que se hace chico para brindarle cariño a los demás". - Diego Londoño
El libro se publicará en Colombia (9 de agosto); México (1 de septiembre); Estados Unidos (13 de septiembre); Ecuador (31 de agosto).
La presentación del libro se realizará el 6 de septiembre de 2022 a las 7:00 p.m. en el auditorio Ernesto Bien del Gimnasio Moderno.
Un libro siempre será tu mejor compañía, encuentra la historia de Juanes sólo en Sanborns al dar click AQUÍ.
Ver esta publicación en Instagram
FRAGMENTOS
El asunto musical en la familia Aristizábal no tenía pretensiones comerciales ni mucho menos de fama, pero desde que los hijos empezaron a crecer, a tomar guitarras y a cantar canciones viejas todas las tardes en la casa, los sueños se hicieron tan grandes como lo eran las ganas de volver del colegio para seguir intentando y aprendiendo más. Pero el mismo colegio que los recibía a todos, el Instituto Jorge Robledo, un enorme colegio laico, mixto y privado ubicado en la calle 51 N° 65-72 de la ciudad de Medellín, era testigo de cómo la música se convertía en agua para beber de una familia de hermanos muy apasionados por las guitarras y las canciones. Poco a poco, y luego de ser llamados a las eucaristías, a los actos cívicos, a las presentaciones especiales y hasta a las reuniones de profesores, los hermanos Aristizábal, Javier, Jose, Jaime y el más pequeñito, Juan Esteban, se convertían en algo parecido a la familia Partridge, esta familia que recreaba la serie de televisión inspirada en esos cuatro hermanos que 67armaron una agrupación músico-vocal a mediados de los años sesenta, y que se hicieron populares por cantar canciones pop en Newport (Rhode Island).
***
Los primeros conciertos que vivieron como familia, con esa inclinación y ese fanatismo desbordante, fueron en uno de los teatros más tradicionales de Medellín, a solo unas cuadras de su casa, en el teatro de la gente, el Teatro Pablo Tobón Uribe. Allí pudieron ver a Los Visconti en vivo, sus ídolos con guitarras, voces como ruiseñores y trajes sureños argentinos, propios de la localidad de Coronel Dorrego. Este fue el primer concierto en la vida de Juanes. Días antes, con las boletas en la mano y con la emoción por ver a sus ídolos en vivo, hicieron en la casa maratones de canciones para repasar los temas más conocidos y los más incógnitos. El día del concierto se prepararon con ropa especial; Juan Esteban vestía unos zapatos color café de material recién brilla-dos, un pantalón negro sujeto con una riata y una camiseta tipo polo con varios tonos de café. Caminaron unas cuantas cuadras desde su casa y llegaron temprano a la puerta del teatro que recibiría a los ídolos del folklore argentino.
***
Uno de esos primeros hallazgos fue su primer concierto de rock, justo antes de cumplir quince años. Desde que se levantó, abrió los ojos, sobre sus paredes y el techo de su habitación, custodiados por sus bandas de rock y metal más queridas. Ese mismo día iría a ver a una de las bandas que en Medellín en la época de los ochenta estaba causando furor y una energía desbordante en una cantidad inimaginable de muchachos. Juanes, días antes, había tenido en sus manos un disco de 45 revoluciones de la banda colombiana Kraken, por un lado la canción “Escudo y espada”, y por el otro, “Soy real”. Cada una de esas canciones las escuchó hasta saberlas de memoria, y ahora, cerca de su casa, tendría un concierto de Kraken, donde se presentaría una de las figuras recordadas en la historia de su colegio, el guitarrista Hugo Restrepo, con cabello largo y guitarras afiladas; y además, el hombre que con los años se convertiría en la leyenda, el héroe y titán del rock latinoamericano, Elkin Ramírez.
Los años ochenta marcaron una brillantísima época para el metal en el mundo, incluso para bandas que llegaron, que dieron un paso corto y se esfumaron como el viento en medio de la fría noche. Eso sucedió con Cacophony, una banda gringa que solo estuvo activa tres años, pero dejó un recuerdo imborrable en el corazón de acero de muchos metaleros. Ellos tenían una atención especial en el speed metal y una atención preponderan-te en las guitarras virtuosas y aceleradas. Jason Becker y Marty Friedman fueron los responsables de darles vida e ilusión a sus canciones, y que esas mismas melodías llegaran a los oídos de algunos jovencitos gomosos en un país suramericano, en una ciudad compleja reseñada por la guerra. Jason era considerado uno de los guitarristas más virtuosos dentro del heavy metal y Marty tenía toda la experiencia compositiva y arreglística con su anterior banda, Hawaii; juntos eran indestructibles; sus canciones contenían una atmósfera de guerra campal que llevaba a todos los que las escuchaban a tomar valentía para enfrentar la vida y sus vicisitudes.
***
Juanes tenía dieciséis años, aún estaba en el colegio y soñaba con convertirse en el gran guitarrista de su banda de metal, de solo un mes de formación. Sus ídolos permanentes estaban enmarcados con cuidado en su habitación, Slayer, Kreator, Metallica, y esa noche, ese sueño de convertirse en lo que quería empezaba a hacerse realidad. La cita era en un recinto deportivo al sur de Medellín, en Envigado; lo habían adecuado para recibir a miles de metaleros que se aferraban a las distorsiones para llevar su vida con felicidad en medio del caos oscuro que vivía la ciudad. Las graderías a lado y lado estaban dispuestas para recibir al público; el escenario al fondo era una mole de construcción que solo generaba temor entre los músicos; todos tenían miedo de caer desde esa altura exagerada de siete metros. Y es que la tarima no generaba mucha confianza, estaba sostenida por andamios de construcción y estibas de madera aferradas con alambre y clavos salidos. El sonido era precario, solo había dos luces, una blanca que per-seguía al líder de la banda y una violeta que iluminaba desde un costado todo el escenario.
***
Los grandes momentos de Ekhymosis fueron una escuela para Juanes. Los conciertos, los viajes y los instantes de sacar de adentro la música se convirtieron en una hermosa catarsis para seguir soñando con que se podía vivir de hacer canciones y entregarlas sin apego a quien las quisiera hacer suyas. La banda empezó a tener una gran fanaticada; después del lanzamiento del disco Niño gigante, el nombre “Ekhymosis” resonaba con poder, la historia estaba destinada a cambiar. Ese era un gran momento para la banda, jalaban muchos públicos diferentes pues no eran tan extremos como el metal duro de la ciudad ni tan mainstream de agrupaciones como Kraken, eso les permitía ser una banda de odios evidentes, pero más de amo-res de muchas personas. De hecho, muchos raperos, grunges, rockeros, metaleros, new waves y hasta punkeros eran fanáticos de la banda que poco a poco generaba una historia musical. Lograron llegar a muchas ciudades del país para hacer con-ciertos en bares, colegios, escenarios grandes, y cuando el MTV Unplugged estaba de moda con recitales de artistas como Ali-ce in Chains, Café Tacvba, Bruce Springsteen, Caifanes, Oasis, George Michael, Charly García, Nirvana, La Maldita Vecindad, Sting, Elton John, Fabulosos Cadillacs, Aerosmith, The Cure o Soda Stéreo, ellos mismos al lado de su casa disquera, Codiscos, se inventaron su propio unplugged sin necesidad de MTV.
Información y fotografía de Universal Music México