El despliegue melódico de la banda argentina Babasónicos la ha vuelto un referente dentro del rock en Latinoamérica. Sería inevitable mencionar historias que incluyen altibajos, tragedias y experimentos sonoros en sus 30 años de carrera. Lograr el éxito es un camino difícil y bien lo saben los Babasónicos quienes nos mencionan que “El camino a la fama no significa nada, si no hay una misión”.
Al citar el año 2001, instantáneamente una serie de imágenes tristes llegan a nuestra memoria. Hablamos del 11 de septiembre de aquel año, el cual quedará por siempre registrado en los libros de historia y en la memoria de todos como uno de los días más trágicos para Estados Unidos (y el mundo). Éramos testigos y veíamos en vivo y en directo cómo caían las Torres Gemelas en Nueva York por un atentado terrorista. Ese mismo año, pero en Holanda, se celebran los primeros matrimonios homosexuales con plenos derechos de todo el mundo.
En el ámbito del entretenimiento se estrenaron las cintas Donnie Darko, de Richard Kelly, Shrek, de Andrew Adamson y Vicky Jenson, Harry Potter y la piedra filosofal, de Chris Columbus y el legado de J. R. R. llegaba a la pantalla grande con El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo, dirigida por Peter Jackson.
¿Quién diría que, a mediados de ese año inestable, una banda de rock que hasta entonces no había alcanzado la popularidad, lanzaría un álbum que marcaría un antes y un después en su carrera y se convertiría en el estandarte de una nueva generación?
En los años 90, había surgido una oleada de bandas con un sonido alternativo que los periodistas y críticos denominaron como Nuevo Rock Argentino. Entre ellos, destacan Los Brujos, Peligrosos Gorriones y, por supuesto, Babasónicos.
Con los álbumes Dopádromo (1996) y Babasónica (1997), el grupo mostraba su faceta más oscura con una música más densa y pesada. En 1999, despiden el siglo XX con Miami, un conjunto de canciones que retrataban y criticaban el cambio cultural y social que la política que el gobierno del expresidente de Argentina, Carlos Menem, había dejado.
Pero al inicio de los años 2000, las nuevas tecnologías y formas de comunicación requerían un poco de aire fresco. Para ese entonces, el grupo liderado por Adrián Dárgelos decidió cortar su vínculo con la discográfica Sony y asociarse al reciente sello independiente Pop Art. En este marco de cambios y modernidad es que nace Jessico.
Con Jessico ocurrió algo parecido a lo que tal vez pasó con Charly García y su Clics Modernos o Soda Stereo en los años 80, y era que el rock volvió a sonar en las fiestas, las discotecas y demás sitios de entretenimiento. Ya no solo se saltaba el rock o se hacía headbanging, también se bailaba y se cantaba de forma pegajosa y eso era bueno.
Veinte años después seguimos hablando de Jessico, y en buena parte es porque sigue conquistándonos con su ritmo seductor e imbatible. Y en este proceso, a diferencia de laos sonidos que rápido envejecen y niegan su historia, la juventud de Jessico permanece casi intacta, como en toda obra de arte trascendente. Con veinte años de edad, Jessico sigue gritando “Soy rock”.
Foto: twitter.com/babasonicos
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