El punk no ha muerto, pero se convirtió en postpunk. A finales de los 70 el mundo de la música vivió los últimos acordes del verdadero punk, y es que esta fuerza anarquista y rebelde se debilitó cuando los discursos cambiaron, pero no por eso se extinguieron. La necesidad de emitir el grito fuerte y desgarrado del descontento y la inconformidad, nunca cesó. Sin embargo, evolucionó.
Siguiendo el orden natural de las cosas, la música se adapta y revoluciona según los oídos en los que aterriza y de los que componen. Una vez que el punk iba en picada, la estética del new wave comenzó a surgir, para incorporar elementos y no dejarlo morir. Al conservar la esencia rebelde y enfadada que alberga el género, al resultado se le dio el apodo del postpunk.
Más allá de ser la segunda temporada del punk, el postpunk alberga diversos géneros musicales sobre la misma línea discursiva de la rebeldía. Muy alejado de la simplicidad y el tradicionalismo que ya trazaba el punk rock, este nuevo género se abrió a la vanguardia en la experimentación, que fue completamente bienvenida. Las bandas comenzaron a probar varios estilos como la música electrónica, dub, funk y música de baile, así como aproximaciones musicales menos fugaces o energéticas, sino es que sombrías.
Además, la incursión de técnicas novedosas en cuanto a la manera de grabación y producción, expandieron el panorama en el que diversas artes empezaron a dialogar a la par, tal cual fue el caso del cine y la literatura. Y quizá el punk en realidad no ha muerto, ni siquiera en sus términos más puristas, pero lo que es cierto es que su hermano menor llegó para convertirse en un género más experimentado y maduro. Incluso mucho más que el propio espíritu adolescente anarquista del que se vanagloria el mismísimo punk.
Y aunque han sido diversas y grandes bandas del postpunk las que se han encargado de levantar en alto la cinta de lo que promete este género, también es verdad que a partir de entonces no han dejado de destacar nuevas bandas con esta estética. Tal es el caso de los rusos llamados Human Tetris, quienes han conseguido una estética idílica entre el postpunk y la música alternativa, tanto que incluso comparamos voces y sonidos con bandas como Interpol, y que como los neoyorquinos, parezcan querer tanto a México, en su caso tomando la decisión de mudarse a nuestro país.
A través de Eyescream Productions, se ha confirmado que su visita trata de algo más elaborado, ya que han decidido radicar aquí y para celebrar esta mudanza han preparado un concierto especial en el Lunario del Auditorio Nacional el próximo 19 de julio de este año. Además, también se presentarán en ciudades como León, Guadalajara, Toluca, Querétaro y Puebla, durante el mismo mes de julio.
La carrera musical de Human Tetris, integrada por Ramil Mubinov (batería), Tonia Minaeva (teclado), Maxim Zaytsev (bajo) y Arvid Kriger (guitarra y voz), inició en 2008 y, desde entonces, se han convertido en un referente mundial para el género. Durante un largo periodo, la banda se encontraba retirada del mundo de la música, pero parece que ese tiempo se ha acabado, al menos para su aparición en escena.
Su más reciente trabajo sigue fresco, se trata de Memorabilia (2018), y aunque Human Tetris es un grupo que no se dedica a lanzar álbumes consecutivos, su música llega a la calidad esperada del género. En sí, la banda cuenta únicamente con dos álbumes completos: Memorabilia y Happy Way in the Maze of Rebirth (2012), mientras que a la par ha lanzado EPs con material que nos estremece los oídos: Human Tetris-EP (2009), River, Pt. 1 (2016) y Pictures/Ruins (2017).
Su sonido es un fiel homenaje al entrañable legado que nos dejó Joy Division. Entre la batería, la voz grave de Arvid Kriger y algunos arreglos con la guitarra eléctrica, muy al estilo que caracterizaba a la banda de Ian Curtis, Human Tetris ha consolidado su sonido en uno para el tiempo contemporáneo.
El curioso nombre que adoptaron para resguardar su música, fue tomado de un programa japonés que lleva el mismo nombre. En realidad nunca buscaron algo más profundo con el nombre, Maxim lo explicó en una entrevista para El Informador: “El nombre de la banda en realidad solo está lleno de emociones y narraciones cuando tú, el oyente, te conectas con la música de la banda”.
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