Nacida en el seno de una familia de clase obrera, Vivien Isabel Swire inició un curso de diseño de joyería a los dieciséis años que tuvo que dejar al no poder costearlo. Fue cuando a los 21 años se casó con Derek Westwood, quien le dio el apellido que gestó a la diseñadora que conocimos, pero fue cuando conoció a Malcolm Mclaren, que se puso en marcha para convertirse en la suma sacerdotisa del punk, como la conocemos ahora.
Juntos crearon, en 1971, Let it rock, un pequeño local en King’s Road donde Mclaren reparaba discos y Westwood ropa de segunda mano. Poco a poco, las ideas del movimiento situacionista, del que ambos eran adeptos, fueron integrándose en sus diseños provocadores.
Fue entonces cuando la indumentaria victoriana, la estética bondage y los lemas nihilistas empezaron a colarse en sus creaciones, casi siempre sobre ropa ya usada. Para cuando rebautizaron Let it rock como Sex, la tienda donde se originó la estética punk, la pareja ya había vestido (siempre para crear polémica) a bandas como los New York Dolls y Chrissie Hynde.
Cuando Mclaren orquestó a los Sex Pistols, en 1975, Westwood ya había diseñado prendas para la película The Rocky Horror Picture Show del mismo año y, lo que quizá sea más importante, vestido a esa juventud londinense que se reunía en el aledaño barrio de Soho y que posteriormente tuvo su sitio en la historia
Westwood vendía (o casi siempre regalaba) prendas completamente innovadoras; rotas, transparentes, desgastadas y repletas de artilugios que, hasta entonces, no se contemplaban como accesorios. De seguros a tapas de botellas, lo banal y, sobre todo, lo feo, comenzó a ser tenido en cuenta gracias a ella.
Por primera vez la moda buscaba algo mucho más allá que el mero resaltar lo bello, se convertía en una herramienta mediante la que expresar la rabia y el sentimiento nihilista. La diseñadora alguna vez dijo que “la única razón por la que trabajo en moda es para acabar con el conformismo”, por lo que tampoco se conformó con el punk.
Al entrar en los años ochenta, Vivienne sintió que las ideas revolucionarias de sus compañeros del punk se quedaban atrás con respecto a su propio pensamiento, lo que le llevó a un distanciamiento con ellos.
Fue cuando llevó sus ideas al servicio de su propia marca, con la que expresaba nuevas inquietudes, más intelectuales y elevadas. Así fue como antes transformó la basura en una declaración, en los noventas adaptó elementos esenciales de la estética burguesa británica para llevarlos a su terreno.
Su estética siempre buscó reivindicar, tal como lo hizo con las crinolinas o los corsés, prendas asociadas al sometimiento. Así como el tejido tartán, con sus profundos significados heráldicos, que también era una marca característica de muchos de sus vestidos, representaba su forma de apoderarse de símbolos de poder y abolengo históricamente masculinos.
Activista en todas las principales causas hasta el último momento, habló desde el cambio climático (una de sus grandes obsesiones) hasta el capitalismo de vigilancia, sus colecciones siempre añadían algún elemento que hiciese visible su disconformidad.
Gracias a estas búsquedas intelectuales, le permitieron ser una mujer profundamente visionaria, lo que hizo que en 2013 fuera de las primeras diseñadoras que mirara a Asia como el siguiente gran mercado para la ropa de lujo. No por nada, ahora encontramos prendas y accesorios Vivien Westwood en cada rincón de Japón, Corea del Sur y China.
En 2013, presentó su colección primavera/verano 2013 que aún no se habían lanzado en Reino Unido en el video “I Got a Boy” del grupo surcoreano Girls’ Generation. Incluso la diseñadora fue a surcorea a presentar esta nueva línea de ropa, en compañía de las nueve integrantes.
Así, el pasado 2022 en paz y en compañía de su familia, Westwood falleció a los 81 años en Londres. Su legado continuará de la mano de su esposo Andreas Kronthaler, quien es casi 20 años menor que la diseñadora.
Vivienne Westwood inventó una moda políticamente incómoda, profetizó los problemas de la industria e hizo ver que la estética es una herramienta para la reivindicación, pero sobre todo fue punk hasta el final, incluso cuando el punk ya había dejado de ser punk.
¡Larga vida a la sacerdotisa del punk!
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FOTO: Manfred Werner/Tsui - CC by-sa 3.0, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons