Ahora que el frío del otoño empieza a colarse en nuestros huesos, con la promesa de una de las más esperadas celebraciones del año: Halloween, aprovechamos para hablar de uno de los clásicos del cine que lleva el mismo nombre.
La saga de películas de Halloween (1978), ha sido uno de los clásicos en el séptimo arte para homenajear a esta temporada de brujas y fantasmas. Siendo la primera cinta cinematográfica en plantear un hilo argumentativo slasher con mayores posibilidades, subgénero del cine de terror que recurre a un psicópata para desarrollar la trama, la historia de Michael Myers,quien a sus seis años que la apuñaló y mató a su hermana en la noche de Halloween, regresa 15 años después para seguir con su sed asesina. Esta película mereció un remake en 2018, dirigido por David Gordon Green, ahora trae una secuela dividida en dos partes para la pantalla grande.
En plena época de superhéroes y narrativas grandilocuentes o épicas, la industria del cine también sigue apostando por las historias de terror, que, claramente, se siguen produciendo por las enormes ganancias que dejan, no por ser buenas, pero sí por ser el target mercadológico que supone el género.
Siguiendo esta línea, hemos visto miles de historias que retratan las enfermedades mentales como ícono del terror. Hoy en día es difícil generar un miedo genuino con todas las ficciones y mitologías fantasmales. Los espíritus han pasado a segundo plano, mientras son los vivos quienes nos imponen un terror sincero y mayor, imaginar que tu vecino puede ser un psicópata es lo que el género slasher ha sabido orquestar en sus ficciones para mantenernos atentos y con el sistema nervioso en réplicas a escala Richter.
Quizá ese tipo de terror funciona en ciertas sociedades y contextos más que en otros. Piénsalo, parece más factible en un país primermundista en el que el orden social está “mejor establecido” y por ende un asesino social puede camuflarse perfectamente en tu vecindario. A diferencia de un país en el que las angustias sociales están en otros lugares más allá de nuestros vecindarios. Sin embargo, este subgénero del terror sigue siendo uno de los más exitosos, al menos para el público occidental.
Las motivaciones pasadas del asesino protagónico de Halloween han sido el parteaguas para diversas historias alrededor de una trama similar, pensemos en Friday the 13th. Sin embargo, más allá de encapsularse en un género único de terror, la crítica ya ha denominado a Halloween como un trabajo que lo trasciende, “no es solo una buena película de terror, es una buena película, punto”.
Pues no se trata únicamente de una película realizada para generar una gran audiencia y por ende ganancias. La producción de este filme ha destacado por su núcleo creativo, desde el guion, la construcción de sus personajes, la fotografía y las actuaciones no quedan fuera de esta lista de logros.
Dentro de las conversaciones actuales que se manejan en la nube mainstream, tanto en redes sociales como en las luchas por los derechos de la equidad y demás, la exigencia que se le ha cargado a los contenidos pop se ha elevado a gran escala. Claramente, Halloween no ha sido una cinta que se logre escapar de esta crítica. Es difícil exigir una postura “correcta” a una ficción, pero sin duda el arte es un medio en el que se refleja de una u otra forma la construcción de una sociedad. Ahora con todo el revuelo que provocó la cinta de Todd Phillips, Joker, se cuestionó un sinfín de “posturas morales y sociales” con respecto a la función de su historia.
Pensemos en un mundo en el que la corrección política delimita la creación y por ende el discurso de una época se convierte en un panfleto completamente artificioso. El riesgo es grande por cualquier lado que lo mires, ni tan allá, pero tampoco hasta acá. Las posibilidades son muchas, y por mucho que se quiera alejar una obra de una postura sigue estando sujeta a manos de su creador (un ser político), y seguimos hablando de una ficción. Aunque, sin duda, la diferencia es grande cuando se busca crear arte partiendo de la idea original del mismo en el que la sinceridad es protagonista de su expresión, a cuando se busca “gustar” o “encajar”.
Sin meternos en esta piscina de discursos encontrados unos con otros, retomaré lo que ya se ha expresado de mejor manera al respecto de esta clase de películas que caminan en la cuerda floja entre un posible discurso y otro: “Las películas slasher no podrían tener más significado que simplemente ser un emocionante viaje de 90 minutos. John Carpenter ha declarado en numerosas ocasiones que creó Halloween sin una intención más profunda que hacer una película que la gente disfrutaría”, descrito así en la revista Scenes.
Mientras la policía de la moral y los artista se “organizan”, la noticia sigue siendo las secuelas de Halloween para los próximos años 2020 y 2021, en las que Jamie Lee Curtis seguirá como protagonista de esta emblemática trama. Para la primer parte de la secuela ya se tiene el nombre: Halloween Kills y la fecha estimada de estreno es el 16 de octubre del año que entra, mientras que la segunda parte se llamará Halloween Ends y se estrenará el 15 de octubre del 2021.
Será el fin de esta saga, Halloween Ends presupone el punto final de esta historia de terror, y es que uno de los talones de Aquiles de este género se encuentra en que las tramas pueden volverse insostenibles, hasta que se vuelve inverosímil que los mismos personajes sigan atravesando una y otra vez un mismo o parecido escenario de terror.
Jason Blum, productor de esta cinta, confirmó que el equipo del reboot realizado en 2018 seguirá siendo parte de este proyecto. Esto incluye a David Gordon como director, Danny McBride como escritor y, como mencionamos, a la actriz protagónica Jamie Lee Curtis.
Estamos casi a un año para presenciar el primer resultado de esta secuela, pero habrá que ver de qué manera logran hacer que esta ficción siga siendo digna para celebrar el mes de las brujas y los fantasmas, y también veamos cómo dialogará con la perspectiva contemporánea, en cuanto a los discursos y contextos ideológicos que se viven a flor de piel.