Hablemos de “Traición”

Entretenimiento Calendario 27 ago 2019 Nora Morales

 

El México moderno nunca ha sido el mismo desde que la Revolución se institucionalizó en un partido político, y posteriormente, desde que el narcotráfico se ha vuelto la forma de obtener ingresos seguros para los siempre desposeídos. Los dos coinciden en el miedo y el control que ejercen en el país.

Es más que conocida la novela Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo, en la cual, muchos críticos, ven al personaje que da nombre a la novela como una analogía del PRI, y los años posteriores de la Revolución Mexicana. Aunque en la época en la que fue escrita, la temática mexicana era la revolucionaria, Rulfo le dio un giro que no se encuentra a simple vista. El padre putativo de todos los mexicanos.

Así como a mediados del siglo pasado, México sólo era la Revolución Mexicana, actualmente, México sólo es narcotráfico en muchas de las narrativas. Así pues, son incontables las historias que tienen este hecho como centro, así como las reinterpretaciones y plot-twists de lo mismo, porque lleva tantas décadas que todas parecen la misma historia.

El centro de Traición (2018) de Ignacio Ortiz Cruz, también es el narcotráfico con una perspectiva rulfiana. 

Entre pueblos vacíos, casas de adobe y una sierra llena de recovecos, montañas blancas y riachuelos, se desenvuelve esta historia. Los diálogos cortos y las situaciones ambiguas, dan estos tintes rulfianos, aunque no hay una vena real fantástica en esta historia, la muerte es vista como una transición.

Los personajes dan pie a que sean interpretados como alegorías, y en general, la historia parece ser una analogía sobre la situación actual del país cuando hablamos de narcotráfico. Una especie de update de Pedro Páramo, pero sin la maestría de Rulfo.

 

FOTO: Traición de Ignacio Ortiz Cruz

 

El propio Juan Manuel Bernal interpreta esta historia como una analogía a la patria que en la primaria nos enseñaron a amar y que desde tiempos inmemoriales, la buscamos incansablemente. La patria que vemos en Traición es una que pudo haber sido asesinada por el padre, y en consecuencia, la traición siempre es una salida.

Al tener diálogos tan ambiguos, y a pesar de que pasen cosas, por momentos sólo tenemos interpretaciones vagas de lo que realmente nos está contando el director Ortiz, por lo que es una película distinta para cada espectador. Lo que es bueno ya que permite un sinfín de lecturas, pero no es lo mejor si queremos hablar de una película cohesionada.

Tal vez por problemas de dirección o actorales, existen partes que no son tan explícitas hasta que lees la sinopsis, como la “riqueza” que el personaje de Félix obtiene al robar ladrillos de cocaína, pero en la película nunca la vemos plasmada. Por esto mismo, aunque le da tarea al espectador de interpretar, muchas situaciones parecen azarosas y tan ambiguas que se diluyen.

La historia en sí tiene ciertos ganchos que te atrapan, de igual forma, la acertada superposición de los diversos tiempos, que según el propio director, son escenas que muestran tiempos paralelos (que ocurren al mismo tiempo), mas no flaskbacks. Como Pedro Páramo nos plantea. Aunque esto, de igual forma queda bastante ambiguo, es interesante ver que los hoyos que dejan Félix y Misela son rellenados por acciones que ellos mismos protagonizan.

 

FOTO: Traición de Ignacio Ortiz Cruz

 

De igual forma que en la novela de Juan Rulfo, la historia tiene una excusa que engancha al lector, pero sólo sirve para conocer la historia de vida de Pedro Páramo, en el caso de Traición, la historia de Félix. El maquillaje que se implementa para lograr todas las etapas que muestra la película es muy bueno, ya que realmente se siente el paso del tiempo en el personaje de Félix, y aparentemente, sin necesidad de CGI.

Tiene toques interesantes para marcar el tiempo en el que ocurren las acciones para así evitar que el espectador se pierda, sobre todo en un mundo tan atemporal como el que nos plantea Traición; el director toma ayuda de la radio, de la televisión e incluso de películas de la época para mantener a los espectadores ubicados en el tiempo.

A pesar de tener ciertos errores de producción y unos tantos de contrastes actorales, es una película interesante, y según varios conocedores de la obra de Ignacio Ortiz Cruz, esta es de sus mejores cintas y la más directa.

El 27 de agosto será la premier en la Cineteca Nacional, para así formar parte de la cartelera del circuito cultural de cine. No te pierdas esta película, que como lo mejor del cine, deja tras de sí más preguntas que respuestas.

Para ver el tráiler, da clic aquí.

 

 

Sinopsis

La cinta ambientada en la sierra de Oaxaca, cuenta la historia de Misela (Diana Ávalos), una joven en busca a su padre ausente para que le diga dónde está enterrada realmente su madre. Félix (Juan Manuel Bernal), que se hizo rico cuando encontró un montón de droga caída de un avión accidentado, se mantiene oculto para que los matones del dueño de la mercancía no lo encuentren. Cuando finalmente se produce el reencuentro entre padre e hija, el pasado vuelve para atormentarlos y para hacer que Misela sospeche que fue Félix quién mató a su madre. Lo que la muchacha ni se imagina es que el rol que ella misma está cumpliendo en un juego trágico que está más allá de su entendimiento y que el destino de su padre está grabado hace mucho en las piedras de la montañas que ahora parecen abalanzarse sobre ellos.

 

Fotografías: cortesía de Gina Cobos

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